Luis Fernández Revuelta
Empresario turístico jubilado
El 31 de octubre del año 1966, hace ya 53 años, salía de mi casa temprano, desayuné en el café Colón, compré en el Quiosco de Pepe Ramos LA VOZ DE ALMERÍA y me fui a trabajar en el primer día de mi propia empresa VIAJES ALYSOL. Con la autoridad que me da ser un fiel lector diario del periódico, les felicito efusivamente en sus ochenta primeros longevos años de existencia. Desde mi posición de espectador de butaca de primera fila, me gustaría montar un paralelismo de estos años pasados con un repaso de lo que ha sido el turismo en la provincia de Almería.
Para ello, me he propuesto, en un ‘totum revolutum’, hacer una pequeña historia de los hitos que, en mi opinión, han marcado su desarrollo. Hasta los años 60 no se puede decir que existiera, de manera formal, lo que hoy conocemos como turismo. Recibíamos visitantes aislados, algunos viajeros románticos y lo que nos entraba por el puerto de Almería con el atraque de los barcos para llevar la uva o el mineral. Los rodajes cinematográficos a partir de esa época empezaron a dar a conocer, de manera más masiva, nuestra tierra por sus paisajes, el clima y, sobre todo, sus horas de sol. Recuerdo que, aún sin aeropuerto abierto en Almería, un mes fuimos la agencia de viajes de España que más billetes de avión vendió a la compañía aérea británica British Airways, y ocurrió algo que nadie se podía creer: los pocos hoteles que en los años 60 había en nuestra ciudad se ocupaban con facilidad, teniendo que tirar de muchos apartamentos de El Zapillo para poder cubrir las necesidades del momento. La apertura del Hotel Aguadulce fue un hito digno de mención. El primer hotel 100% turístico de la provincia, y donde uno se podía bañar junto a Brigitte Bardot o Charles Bronson.
Sin las concentraciones hoteleras en las urbanizaciones no habría sido posible nuestro crecimiento turístico. Las de Roquetas de Mar, Aguadulce y, más adelante, Almerimar, Retamar o Puerto Rey. Mención especial merece Mojácar, que en aquellos años inauguró su Parador Nacional –contraprestación a la caída de las bombas americanas de Palomares- que, junto a las habilidades del alcalde de la época, Juan Alarcón, constituyó todo un éxito para este pueblo. Todo el desarrollo estuvo vinculado a nuestro gran potencial turístico: el clima, el sol y la playa.
En torno a esos años aterrizaba por Garrucha José María Rossell, fundador de la principal cadena hotelera andaluza Hoteles Playa Senator, y que con tanto acierto ha proporcionado el desarrollo turístico de nuestra provincia.
Pero todo esto no habría sido posible sin la principal infraestructura de comunicaciones de Almería, y que nos sacó del secular aislamiento por nuestra complicada geografía (entonces se tardaban unas 10 horas en tren a Madrid, más o menos como ahora). Ventana al mundo, el aeropuerto permitió, en 1968, abrir nuestras puertas a los Tour Operadores europeos que apreciaron nuestros atractivos y empezaron a enviarnos a sus gentes (y permitió tardar 10 horas en ir a Nueva York desde Almería). Aún recuerdo a la gente de Almería invadir el aeropuerto para ver llegar al aparato (nombre que se le daba al avión) del que tantas veces bajaban artistas famosos.
Sin ánimo de ser crítico con las administraciones públicas, que lo debería ser, tuvieron que ser los empresarios turísticos de la provincia los que se unieran en la denominada ALMANTUR (Mancomunidad Turística de la Costa de Almería) en el año 1976. Nuestros problemas de cara al turista eran muy grandes: suciedad, falta de infraestructuras o ninguna promoción en los mercados de origen. Con esta asociación nos dedicamos a hacer de ‘Pepitos Grillo’ con las administraciones y a gastar nuestro dinero en fomentar la actividad turística. Disuelta en el año 1988, pasó a formar parte del recién creado Patronato Provincial de Turismo, capitaneado por la Diputación de Almería.
La denominación geoturística de Almería se vio envuelta en una gran polémica. No hay duda que la marca Costa del Sol fue obra de un ilustre almeriense, el señor Lushing, propietario del entonces Hotel Simón -sin duda el mejor de la ciudad de Almería en aquella época-. Como consecuencia de ello, muchos almerienses la consideraban nuestra. Esto se veía agravada por el hecho de que entonces desde Pulpí a Almería se la llamaba Costa Blanca y, desde Almería hasta Adra, Costa del Sol. Batalla perdida. Con Málaga utilizando el nombre, ALMANTUR luchó por conseguir que el BOE del 07 de Junio de 1979 publicara oficial y legalmente Costa de Almería como denominación para toda nuestra costa y, posteriormente, por su alta notoriedad, también para el interior de la provincia.
Formación
No me voy a cansar de repetirlo: hasta la llegada de la UAL, Almería era una y, en adelante, es y será otra. Y, si tan importante es en cualquier aspecto de nuestras vidas, también lo esta siendo en cuanto a las enseñanzas de Turismo y a la carrera que las avala y que han permitido la llegada al mercado de un grupo de profesionales muy consolidados en nuestro sector.
Y hasta aquí hemos llegado. Ahora, la cuestión es ver adónde vamos y, como le pasa a LA VOZ DE ALMERÍA con la revolución en las telecomunicaciones, debemos ver cuáles son los retos a los que nos enfrentamos en el turismo (Internet también va a cambiar las formas de hacer turismo). La necesidad de fidelizar a los clientes que nos visitan es la condición necesaria, pero no suficiente, para seguir sobreviviendo en el futuro como destino turístico. Que no seamos un destino aburrido, para lo que una buena oferta complementaria es fundamental (va siendo hora de tener un folleto completo y ordenado con toda nuestra oferta complementaria). No lo olvidemos: los turistas deben tener una estancia inolvidable entre nosotros.
Si finalmente en 2023 recibimos la llegada del AVE se nos abrirán nuevas vías para recibir más visitantes; si no, pues seguiremos ferroviariamente como en los últimos cien años. El AVE nos permitiría competir en segmentos menos masivos, como el turismo rural de interior, el deportivo o el de congresos.
Y nada más. Quiero reiterar mi fidelidad a LA VOZ DE ALMERÍA y desearle mis mejores deseos para que siga cumpliendo muchos años con este vigor.
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