El derribo de las viviendas de la acera derecha de la cuesta de Almanzor supone un logro histórico que hay que adjudicárselo a los que han acelerado un proyecto que estaba criando malvas en un cajón del ayuntamiento. Constituye un paso histórico para adecentar el entorno del primer monumento de la ciudad, la Alcazaba, paradójicamente una de las zonas más abandonadas a lo largo de la historia.
Todos los que vivimos en el casco histórico hemos sentido indignación e impotencia cada vez que veíamos a los turistas entretenidos en captar con sus cámaras toda la miseria que rodeaba y sigue rodeando la zona, desde la calle del Pósito hasta los pies de la Alcazaba. Los visitantes se sorprendían más por la dejadez del entorno que por la belleza del monumento.
La reforma, que está dando su primer paso, va a servir para acercar las murallas al centro de la ciudad. Esa es la sensación que ya se puede disfrutar cuando uno accede desde la calle de José María Acosta y al llegar a la esquina con la calle de la Reina se encuentra con un horizonte casi despejado que deja ver una parte de la grandeza del castillo, como si hubieran corrido la Alcazaba varios metros.
Sin embargo, este paso adelante, esta mejora incuestionable, sigue siendo incompleta por culpa de un edificio de cuatro plantas, que eclipsa la reforma. Se trata de un piso construido en los años sesenta justo al comienzo de la calle Almanzor, sin ningún valor urbanístico y con claros signos de deterioro y de tercermundismo. Su presencia constituye un fuerte impacto visual desde todos los puntos de vista. El que llega desde el centro de la ciudad lo primero que ve es ese adefesio de cuatro plantas que se lleva todo el protagonismo, lo mismo que el que baja desde la puerta de la Alcazaba o el que entra por la Hoya y lo que queda de la calle de la Viña.
La Asociación de Vecinos del Casco Histórico va a insistir en los próximos días ante la concejalía de Urbanismo para que el derribo del molesto edificio, que entra dentro de la segunda fase del proyecto de mejora de todo el entorno, no se demore y no se quede estancado como se han estancado desde hace meses las obras del interior de nuestra casa consistorial, que aún sigue siendo la obra interminable. Hay temor entre los vecinos a que la esperada transformación de toda la manzana se detenga tras estas primeras actuaciones que se han llevado a cabo en la calle Almanzor.
Hay mucho trabajo por delante todavía. No se puede seguir manteniendo por más tiempo el estado de deterioro y miseria que presenta la Hoya bajo la ladera de levante de la Alcazaba: cuevas habitadas por indigentes; vertederos de escombros y de basura y un amplio valle entre las murallas que hace mucho tiempo que tenía que haberse convertido en una zona de recreo de la ciudad y no en un destartalado aparcamiento que desvirtua el valor patrimonial de toda esa zona de murallas.
Entre medio queda un sector que en los planes municipales también va a ser modificado: todo ese entramado de callejuelas y rincones que aparecen desde la calle del Pósito, actualmente en obras, y forman las calles de la Dicha, la Música, la Polka, la Viña y Hércules. El proyecto contempla que una gran avenida comunique el centro de Almería con la subida a la Alcazaba. Esa gran artería va a partir desde la calle de Antonio Vico, a la altura con la calle de Platón, donde hace algunos meses que se iniciaron los trabajos con el derribo de los edificios que estorbaban.
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