Tras esa apariencia tan llamativa como inclasificable, tras esas perennes gafas tan imposibles como cambiantes, reside el miembro más conocido del negocio familiar Terrazos Membrives. De edad inconfesada, disfrutón, dicharachero y locuaz, su aspecto hipermoderno convive en armonía con una personalidad forjada en valores clásicos: la familia, el respeto, la humildad, la honradez.... Que nadie se engañe, Membrives es mucho más de lo que parece.
Quien en Almería no sepa de Antonio Membrives, quien en esta ciudad no se haya topado con él y se haya sorprendido con alguno de sus look solo aptos para desacomplejados, que levante la mano. Pero el mérito quizá no esté en que usted le conozca, lo verdaderamente meritorio es que, con mucha probabilidad, él le conocerá a usted o sabrá de su existencia. Varias décadas fajándose a pie de calle en el ambiente de los negocios, en el del fútbol y hasta en el del artisteo dan para mucho. Y siempre con las puertas abiertas.
¿De dónde le viene ese sentido del disfrute?
De mi abuela. Con 93 años, tenía unas ganas enormes de vivir. Se le fue un hijo y se fue ella. Si no, estaría viva.
¿Eso cree?
Sí, sí. Me gusta mucho hablar con la gente mayor. Si de alguien tienes que aprender es de ellos.
¿Reniega de algo o de alguien?
No. Yo no me arrepiento de nada de lo que he hecho, de nada.
Es de los que le quiten lo bailao.
Sí. Yo soy de esos. Y mucha humildad. Donde soy más feliz es en mi San José, allí me quito años y me da salud. San José, Las Negras, Aguamarga...
¿Es como un hippy de los 60 y 70 que se retiraba en la costa del Levante?
Es que me encanta. Eso de irte solo a tu santa bola, cojo la bicicleta y me voy a Los Genoveses, a Monsul, sin dar explicaciones a nadie. Eso no hay dinero para pagarlo.
Se ha retirado de la empresa. ¿Por qué?
Porque no quiero trabajar más. Tengo para comer y soy feliz. Y no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita. Mi hermano que siga con sus hijos que yo a los míos los tengo colocados. Y si mi hermano me necesita mañana, me tiene ahí, porque es mi hermano. Y no es por nada, sino porque quiero vivir. Llevo desde los 13 años trabajando. ¿Ser el más rico del cementerio? No. Si luego te das cuenta cuando alguien te falta de que nos morimos. Tenemos que vivir [con mucho énfasis].
Pero no transmite usted la sensación de haberse perdido cosas que vivir.
No, yo no me he perdido nada. Pero ahora tengo más libertad porque no tengo obligaciones.
¿Y a qué está dedicando su tiempo?
Me estoy dedicando a mi mundo de la música, he sacado un Pioneer de discos de vinilo que tenía 45 años y lo he hecho funcionar. Y luego mis tonterías. Mi ropa, que me gusta sacar de mi imaginación.
Siempre ha estado en el negocio familiar. ¿Se ha sentido cómodo en ese mundo?
Yo sí. Y he aprendido a valorar muchas cosas. Hay una que me decía un hombre mayor, que uno no se hace rico trabajando, sino robando.
¿Y cree que es así?
Por lo que se ve, sí. Me he dado cuenta con los años de que mucha gente ha hecho dinero robando, no trabajando.
¿No deja opción a que la gente tenga éxito de una manera honrada?
De cada cien, vamos a poner [duda unos segundos]…diez. Los otros 90 están pensando de qué forma engañarte y que si algo vale dos, darte uno.
¿Quiere decir que si una empresa tiene éxito es porque engaña a los demás?
No es eso, no sé como decirte…. El mundo de los negocios es muy complicado y al final…
Será complicado pero usted se ha desenvuelto bien.
Yo lo he intentado. Y me ha salido. Y por honrado, más de cuatro cosas me han pasado. Pero no me arrepiento de haber sido honrado.
¿Tiene la sensación, por ser un personaje como es, que en los negocios le tomaban en serio?
Sí, sí. Yo he ido a todos lados, y me acuerdo una vez que dijeron ese, el del abrigo, puede pasar. Los otros, no.
¿Ha tenido las puertas abiertas en todos lados?
Sí. Nadie me ha juzgado para mal. Ha sido para bien. Eso dice mucho de la gente. De mi no sé si dirá mucho, pero de la gente sí. Que la gente es muy justa.
¿Cuál cree que ha sido la clave?
Ser humilde y formal. Esas dos palabras me las grabó mi padre en la cabeza. Si no tienes dinero pero eres formal, la gente te va a respetar. Hay otros que tienen mucho dinero y pierden todo porque no son formales. Mi padre me enseñó esa escuela. Y si eres formal y ves que no puedes pagar, da la cara.
¿Ha dado siempre la cara?
Siempre. Gracias a Dios a nadie le debo nada. Y todo lo que tengo es gracias a mi trabajo.
¿Siente que es un personaje?
Yo no. Me siento uno más, del montón.
¿Pero es consciente de que en un estándar de gente destaca?
Puede ser que aquí en Almería destaque, pero en Madrid no destaco.
¿Con cuál de estos dos refranes se quedaría: las apariencias engañan o la primera impresión es la que vale?
Las apariencias engañan.
¿Por qué ese?
Porque hay gente que por las apariencias te ha juzgado y luego me han dicho te pido disculpas, que eres un tío superguay, que por la pinta que lleves no hay que juzgarte. Llevo una pinta que rompo los esquemas, mi ropa no la lleva todo el mundo, ni aquí ni fuera de aquí, ni mis gafas, ni mis relojes, ni mis pulseras.
¿De dónde nace su inspiración para la ropa?
Llega la temporada y veo y digo, esto lo hago así. Pero es que la chica que me hace las cosas me capta a la primera. Es una máquina.
Su deseo de vestirse de una manera diferente a los demás, ¿de dónde nace?
De mi abuela. Se pintaba el pelo, era muy coqueta. Y eso era digno de admirar. Con 90 años, con unas ganas de vivir… pero nacemos para irnos, no para quedarnos. No digo morirnos, digo que nos vamos. Y no volvemos.
¿Tiene sentido de la trascendencia, piensa que hay algo después?
Yo espero que San Pedro llegue y me abra la puerta y me deje entrar (risas).
Se lo ha tenido que pensar, no parece que lo tuviera muy claro.
No, sí, sí, lo tenía claro. Yo creo que tiene que existir algo en el otro mundo. Yo todos los días doy gracias a Dios y todos los días rezo un Padrenuestro y un Ave María por las mañanas cuando me levanto. Y le doy gracias a Dios que me ha dado un día más de vida.
¿Es practicante de misa?
Voy, voy, pero no como antes. Antes iba más, porque mi madre era muy católica. Era del Cristo del Gran Poder del Zapillo. Eso lo he llevado yo como algo ahí, es una cosa con la que ni me siento decepcionado ni me siento orgulloso, me siento bien. Es algo que forma parte de mi ritual del día y yo cuando pierdo a alguien que se va, me digo que miramos siempre para adelante, y hay que mirar para atrás, que hay gente mejor que tú, pero hay siempre gente peor que tú. Yo no miro al que está mejor, yo miro al que está peor.
¿Esa filosofía de vida le ha ayudado?
Me ha ayudado a rejuvenecerme y a valorar más la vida y a las personas. Y a respetarlas, cosa que hoy no hay.
¿No existe el respeto?
Existe, pero entre comillas. Antes había más que ahora. Y me duele decirlo pero he visto por ahí niños, niñas, que me digo, si yo tengo un hijo así me lo llevo a Campillos. Porque no hay esos valores que había antes.
¿Tienen quizá demasiadas cosas materiales?
Ahí está el problema y no se compra el cariño con regalarle y darle dinero. El cariño se compra con hechos y acciones. Yo tengo claro que no tengo dinero para comprar a mi hijo Alex, ni a mi hija Mónica. Es con hechos.
¿Ha sido un padre que ha participado en la educación de sus hijos?
Hemos participado mi exmujer y mi exsuegra, que está en el cielo. Y yo algo, pero más mi exmujer que yo. Cuando se han ido a estudiar fuera, yo estaba muy seguro de lo que estaban haciendo porque los controlaba ella.
¿Han tenido entonces una buena relación?
Hombre, claro, es que si no, soy tonto. Son mis hijos, no son dos perros. Y estoy orgulloso de ellos porque están muy bien situados. Vienen dos o tres veces al año y son más felices que una perdiz y yo me siento feliz.
¿Hay algo que le haya pasado en la vida que no perdone?
No. Yo creo que todo me ha sucedido por las circunstancias de la vida.
Pero habrá pasado por malos momentos.
Claro, como todo el mundo. Quien me diga que ha sido feliz toda la vida le digo que es un milagro de Dios. Todo el mundo hemos pasado subidas y bajadas. Yo he pasado épocas malas. Le compré un piso a Mañas Cano y llegaba la letra y no tenía dinero y yo sufría de que no podía. Trabajaba sábados y domingos. Mi padre me daba una extra y pagaba yo mi letra.
Eso a nivel económico, ¿y a nivel personal, cuando le pasó lo del ojo?
No, eso fue un lapsus en la vida. Yo creo en el destino, a todo el mundo en el camino se nos cruza una piedra. Y el que diga lo contrario es que está bendito. En esa época me ayudaron mucho. Me vino bien divorciarme. Y a partir de ahí empecé a remontar, yo solo, con la ayuda de mi padre y mi madre y mi tía Margarita.
O sea, que está en paz con el mundo.
Yo sí, no puedo quejarme de nada. Lo que me ha surgido, me lo he tragado, y esa es la vida.
¿Qué tiene entonces por delante aparte de vivir?
Yo quiero vivir porque a lo mejor mañana no me levanto. Y mi afición es la música, la ropa y vivir bien.
Volviendo a la ropa. ¿Cuántas colecciones puede tener?
Ni lo sé. Están en un local, donde tengo ocho o nueve armarios.
¿Cuál es su look preferido de todos los que tiene o ha tenido?
Las lentejuelas. Bob Esponja, Peppa Pig, Doraemon…. Pufff… y no he estrenado todavía Heidi.
¿Y a qué espera?
Este verano, a ver si Dios me da salud este verano. Y el gato Isidoro tampoco lo he estrenado. Tengo ahí varias cosas. Tranquilidad y paciencia. Pero este año, mucha lentejuela.
¿Porque se lleva o porque le ha dado el punto?
Porque me ha dado el punto, me dio ya el año pasado. Me hice tres o cuatro y las he estrenado este año.
¿Tiene el cálculo de cuánto ha invertido en ropa?
No lo sé ni yo. Hay quien se lo gasta en máquinas tragaperras, en droga, en beber. Y mi vicio es la ropa, comer bien, vivir bien y la música. Son cuatro vicios que tengo muy bien organizados.
¿Desecha ropa?
No, no, no. Algún niño ha querido a lo mejor una Peppa Pig y yo he cogido, la he encargado y se la he regalado.
¿Pero usted no da para liberar armario y dejar entrar cosas nuevas?
No. Es que mis abrigos son únicos.
¿Alguna vez se ha planteado hacer una exposición con sus prendas?
No, ahora mismo no. Si el día que me vaya lo quiere hacer la chica que va a mi casa, lo puede hacer, está autorizada. Y todo el dinero que saque, para los niños con Síndrome de Down, la Asociación contra el Cáncer, y la Cruz Roja.
Para causas solidarias. ¿Lo es usted, es solidario?
Yo colaboro con A Toda Vela desde hace mucho tiempo. Y con la Cruz Roja.
De esa faceta suya no se habla nunca.
Porque las cosas hay que hacerlas y no decirlas. Lo he dicho ahora porque me hace gracia cuando sale un artista y dice ‘yo colaboro’. No, a ti te pagan por hacer el anuncio, chico. Tú de tu bolsillo no pones un duro. Yo sí colaboro todos los meses con A toda vela, con la Cruz Roja, desde hace un montón de tiempo. A mi no me gusta decir esas cosas, se hacen.
¿Siente que de alguna manera tiene que dar algo a la sociedad?
No, simplemente que los niños con Síndrome de Down, o los niños autistas, son los más cariñosos. Me los encuentro con su familia en Alcampo o en Carrefour y me dicen, ¿nos echamos una foto? Con eso haces feliz a un niño a cambio de nada.
¿A usted le hace feliz?
Eso a mí me hace feliz también.
Es un espectador del mundo de la noche almeriense, pero se precia de no entrar en los riesgos de la noche.
No, yo en cuanto veo algo que no me gusta, me estoy largando.
¿Cómo se consigue estar en ese mundo sin entrar en los peligros?
No beber, pensar con la cabeza y tener los pies en el suelo.
Parece fácil pero quizá no lo es tanto.
Mira, hace dos semanas a una chica la echaron de un sitio, borracha perdida, está casada y tiene dos hijos. Y vino el marido a por ella y no quería irse. Lo que hace el alcohol, hace desvariar a la gente, faltando al respeto al camarero, al portero... ¿Cómo llega la gente a eso?
¿Ha visto muchos secretos inconfesables de gente de Almería?
Sí, pero no puedo contarlos. Esos me los llevo yo al cielo. Por eso son inconfesables. De mucha gente que he visto que parecen normales, y luego están con el azúcar blanco. ¿Sabes cuál es el azúcar blanco….?
Endulza la vida, pero la amarga.
Pues eso lo he visto yo, me la han vendido… que cada uno se meta lo que quiera, el que no lo hace soy yo. Ni alcohol, ni chupitos, ni nada de eso. Lo tengo clarito, y por muchos años.
¿En el mundo de la noche hay más azúcar blanco de lo que parece?
Más de lo que tú te imaginas. Y yo, como no bebo, pues me quedo con todo. Pero en cuanto veo algo raro, me largo. Yo en la feria he visto cosas, que digo, no puede ser. Y me he largado, me he ido a mi casa y me he acostado. Y he sido el más feliz del mundo.
¿Nadie le podrá sacar nunca un renuncio?
No, porque no me meto. Ni me meto en peleas. Ni hago un comentario más alto de tono, cada uno que haga su vida y si se meten, es su problema, yo voy a pasar olímpicamente, no voy a entrar a su juego. Porque la noche confunde a mucha gente pero a mí no me confunde, yo la noche la controlo, y cuando la gente va bebida la controlo, porque yo me controlo. Bebo fanta, zumo, agua, lo que sea, menos alcohol.
¿Puede que sea una de las personas mejor informadas de Almería?
No, soy una más. Lo que pasa es que hay gente que en reuniones hace comentarios, se creen que ha quedado ahí, pero a lo mejor han dicho cosas fuera de contexto. Pero ese es su problema, no el mío.
¿Tiene buena memoria?
Me acuerdo de todo. Que Dios no me mande Alzheimer.
¿Tiene miedo a algo?
A nada.
¿Ni a la enfermedad?
Hay que tenerle respeto, no miedo. Miedo es al que venga a matarte.
¿Se siente preparado para irse, utilizando su misma metáfora?
El día que llegue me iré, como se han ido tantos. El ultimo que me quedé pillado, mi amigo Bernando Hernández, de Autocares Bernardo. Tres días antes estuve hablando con él. La muerte no es miedo, es respeto, pero mientras llega, vive, vive, vive…. Y vive como te apetezca, pero sin hacer daño a nadie. Yo creo que no le he hecho nada a nadie. Eso creo.
¿Le queda algo por hacer?
No… [se lo piensa]…. No.
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