La polémica está servida: la torre de la Catedral de nuestra ciudad va a ser restaurada, tras más de tres siglos de vida y pocos ‘lavados de cara’ realizados en este tiempo. Viejecita aunque robusta y en aceptable estado de conservación exterior aunque interiormente está bastante más ‘pachucha’.
Nada que objetar a su restauración; la polémica viene por el hecho de que ha saltado a los medios de comunicación que se pretende poner un ascensor para facilitar la subida y, como en Almería cualquier iniciativa es fuente de discusión, pues ya la tenemos servida.
Recordemos los tres siglos de historia de la torre de la Catedral. Su conclusión se llevó a cabo casi un siglo después del comienzo de las obras catedralicias, la torre campanario, de planta cuadrada y dos cuerpos, cierra el conjunto de la Catedral respetando el carácter sobrio exterior y exaltando el carácter auxiliar de fortaleza.
Su conclusión fue posible gracias al impulso del obispo Portocarrero, que continuó la obra comenzada por su antecesor, el obispo Villalán, levantando desde los cimientos la torre, finalizada a comienzos del siglo XVII. En ella se sustentan las ocho campanas de la Catedral, realizadas en distintas épocas. Las más antiguas son las de la espadaña, colocadas en 1781.
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