Azorín -no Tomás, sino José Martínez Ruiz, el minucioso escritor- fue uno de los primeros diputados cuneros o encasillados que tuvo aquella parralera provincia almeriense en la que los caciques se repartían los distritos como si fuese una tarta de La Dulce Alianza.
Este valenciano del pueblo de Monóvar, célebre por sus aguardientes, nacido en 1873, fue toda su vida un hombre de letras que, por necesidades alimenticias, porque no podía vivir con 74 duros de las colaboraciones periodísticas, se vio obligado a medrar en política.
Almería, desde finales del XIX, fue una circunscripción comodín para que los mandamases del Gobierno pudieran colocar como parlamentarios a correligionarios de otras provincias, a cambio de favores políticos y personales a los gerifaltes locales. Así lo explicó en una carta el presidente del Consejo de Ministros, Romanones, a Eduardo Dato en 1914: “Almería es la provincia más cunera de España vertebrada por dóciles distritos”.
Desde la elección de ese fabuloso cronista de lo cotidiano, Almería ha hecho honor a esa vitola de ser el abrevadero de aspirantes a escaño de todas las Españas. Además de Azorín, obtuvieron acta en la provincia forasteros como Procopio Pignatelli, José de Igual o Augusto Barcia, y más cercanos a nuestros días, Juan de Dios Martínez Heredia, Cristina Narbona, el alcarreño -ya casi almeriense- Rafael Hernando o el desconocido David Bravo, de Podemos.
Tanto se fue de madre esta llegada de oportunistas que los periódicos La Crónica Meridional y El Radical protagonizaron campañas contra los candidatos que no eran ‘hijos del país’ y en 1916, la Juventud Ciudadana llegó a organizar un violento mitin en Tabernas contra el cunerismo.
Azorín, sobrenombre de José Martínez Ruiz, ese que aparecía con su rostro de asceta en los libros de literatura que estudiábamos en el bachillerato, había ganado ya nombradía como escritor, como periodista parlamentario- el Pequeño filósofo le llamaban- cuando pidió favor a los conservadores Antonio Maura y después al murciano Juan de la Cierva, para poder ganarse un acta de diputado y remediar sus graves problemas de subsistencia, a pesar de su notoriedad como autor literario. Podía haber sido por Morón de la Frontera o Seo de Urgell, pero fue por Purchena, un lugar de la España remota, donde obtuvo su escaño en 1907 y al que definió como “bello distrito, residencia que los Reyes Católicos dieron a Boabdil cuando lo expulsaron de Granada”. Lo cierto es que apenas pisó la comarca, más allá de la campaña, cuando asistió a la designación de interventores en la capital, cuando presidió un almuerzo en Tíjola, con el acalde Rafael Pozo Salas y cuando, con una comitiva de siete carruajes, protagonizó un acto público en Purchena donde se hospedó en casa de López Morales.
De su actividad en esa primera etapa como diputado por Almería, solo queda sus intervenciones en el atril para la concesión de la carretera de Garrucha a Los Castaños y sus artículos deliciosos que publicaba en el Abc, ejerciendo, a un tiempo y sin ningún rubor, como juez y parte, como periodista y legislador.
Tras un periodo como diputado por Puenteareas, Azorín volvió a la arena política almeriense como candidato por el aguerrido distrito de Sorbas, sustituyendo al fallecido candidato José de Igual, por el Partido conservador.
Buscó el apoyo del cacique Carlos Garcia-Alix, negoció con el liberal Luis Silvela, y derrotó al hacendado Frasquito Soler y después al productor cinematográfico Juan Figuera, hasta 1920, que permaneció como diputado sin hacer casi nada por una tierra a la que tomó como pretexto para ganarse las lentejas impulsado por el trampolín de sus lentejuelas de buen escritor.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/198903/cuando-azorin-fue-diputado-por-sorbas-y-purchena