Joven soltero de ojos verdes, bien parecido, conocido en el barrio del Zapillo por el apodo de ‘Palitos’, no busca novia. José Antonio fue mejor corredor ciclista individual de montaña en Cocentaina, Alicante. Después de un largo recorrido por España y el norte de África como profesional del forjado, disfruta reparando bicicletas y solo, quiere ser feliz solo.
¿Estaba subido a la bicicleta cuando lo pillaron por prófugo?
¡Nooo! (se ríe). Me enviaron la carta a la calle Tejar para que me incorporara al servicio militar. En ese tiempo nos trasladamos a la calle Abrucena y mi padre se olvidó de empadronarnos en la nueva casa.
Entonces, ¿no le tiraron de las orejas?
Pues no, fue mi cuñada quien encontró la carta en el antiguo buzón, fechada tres meses antes. Fuimos rápido al Gobierno Militar y les contamos lo que había pasado. No hubo ningún problema.
¿Dónde hizo la mili?
En Melilla, en el Grupo de Regulares 5. Participé como voluntario en un equipo de supervivencia en el desierto del Sáhara durante 45 días.
¿En esas pruebas había menús para militares?
En esas pruebas comías lo que pillabas, lagartos, serpientes... la orina la utilizábamos para no deshidratarnos. Era pura supervivencia.
Luego se quedó trabajando en el norte de África.
Trabajé en Marruecos y en Argelia montando hangares, y en muchos lugares de España. Allí sólo había té y agua. Para tomarte una cerveza tenías que desplazarte 200 kilómetros a un bar que regentaba una española.
¿Cómo entró en contacto con el ciclismo?
Me vine a Cocentaina, en Alicante. Allí conocí a Vicente Belda, de Kelme. Competí en ciclismo de montaña. En una edición me clasifiqué como mejor corredor individual. Disfrutaba viendo los paisajes. La montaña también tiene sus caídas, y no te digo de los riesgos durante el descenso.
¿Esas caídas duelen más que la despedida de una mujer?
¿Eh? A mí las despedidas de una mujer no me duelen. De momento estoy soltero y no quiero complicaciones.
Con la vida tan saludable que lleva, seguro que se lo disputan algunas como Mina y Mónica Naranjo cantando ‘Él se encuentra entre tú y yo’.
Yo soy yo, y soy yo. Esta vida está hecha de problemas. Ya he tenido tres parejas. Las mujeres de mi edad coquetean conmigo pero yo no quiero saber nada. Dan problemas, te quieren controlar. Mi vecina, la que acaba de pasar, dice que son los hombres los que dan problemas. (Se pone serio). Oye, explica tú esto, no quiero que haya malos entendidos.
¿A usted no le contaron que el amor duele?
No me enseñaron de pequeño a nada porque me crié solo. Aprendí yo mismo todo y estoy encantado, no necesito a nadie.
¿Recuerda las sintonías de la Vuelta Ciclista a España en los 70?
¡Hombre!, ‘September’ de los Earth, Wind and Fire y luego, ‘Goodnight Tonight’, de los Wings. ¡Qué tiempos!.
¿Algún consejo para los ciclistas de la carretera?
Yo estoy con los ciclistas, pero a veces no hacen cosas normales. No se puede invadir la carretera, hay que ir de uno en uno para permitir los adelantamientos.
¿Cómo se organiza el día a día?
Soy feliz viviendo solo. Desayuno y como en el bar, voy a mi taller a reparar bicicletas y a diseñar rejas. Luego me doy una vuelta con la bici, pongo la lavadora, soy muy sencillo; organizo mi casa yo solito.
¿Tiene nostalgia de los tiempos jóvenes?
¡Huy!. Yo era un play boy de los buenos, un bailón de las discotecas Samantha, Play Boy y Tomy, de Almería. Me conocían en todos los sitios.
¿Bailaba simulando que tocaba una guitarra?
Como todo el mundo en los ochenta. Lo sigo haciendo. Pongo a Led Zeppelin y me monto la fiesta en mi casa.
¿Cuál es su sueño por cumplir?
Me gustaría que se creara en Almería una Escuela Taller de Forja para poder enseñar el oficio a los jóvenes y que aprendan a trabajar el hierro, diseñar y fabricar rejas.
¿Quién le enseñó el forjado?
Me enseñó una persona muy sabia. Le comenté que me gustaba la forja y me dijo: ‘si sabes hacerlo, tienes que diseñar cosas tuyas y llevarlas a cabo, al final aprendes’.
¿Por qué le llaman ‘Palitos’?
De pequeño era muy delgadillo. Jugaba con mi pandilla a los pistoleros y nos teníamos que poner un nombre, como a mí me gustaba jugar con los palos de las artes marciales, mis amigos me pusieron ‘Palitos’.
¿Qué hace cuando llega a casa por la noche?
Me ducho, ceno y me tumbo en el sofá. Veo películas de pistoleros, no me gustan las noticias. También recuerdo a mi madre cuando de pequeño me ponía las sandalias, me daba un bocadillo de pan con aceite y me lo comía sentado en la puerta de mi casa. Y de mi padre, Juan Matarín, era técnico de los televisores Philips, él fue el primero que compró en El Zapillo una televisión en blanco y negro.
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