Cuando los traficantes abrieron el portón de la finca de 11.000 metros cuadrados en el paraje Los Collados de Oria, los agentes de la Guardia Civil del puesto de Albox esperaban ya ocultos al otro lado de la rambla. Los investigadores habían calculado un cultivo de 1.500 plantas de marihuana, alimentado por sacos de fertilizante y un sistema de riego por goteo con una moto-bomba.
El cannabis estaba al aire libre y era visible en la ladera con relativa facilidad, entre otras matas y pequeños árboles del entorno. Nada especialmente sofisticado, más allá de la ubicación recóndita en la Sierra de Oria, a 1.300 metros de altitud.
Los sospechosos salieron de la propiedad y, antes de subir a la furgoneta gris azulado aparcada en el acceso, se quedaron mirando fijamente a la posición de los agentes en la lejanía. “Allí, una cabeza”, señaló uno de ellos. Iba a empezar la persecución.
Los guardias civiles, temerosos de toparse con armas de fuego, dieron el alto y los traficantes corrieron hasta el vehículo. La furgoneta golpeó con el retrovisor a un agente mientras derrapaba marcha atrás y, en la arrancada, obligó a otro a lanzarse sobre la arena de la rambla para evitar el atropello. El sol apretaba el 23 de septiembre.
El suceso engorda una larga lista de episodios de violencia vinculados al tráfico de marihuana, aunque cobró peso específico con la identificación. Apenas 27 horas después del incidente, agentes de la Benemérita arrestaban en el puesto de Huércal de Almería a A. G. alias Álex, el presunto propietario de la plantación descubierta en Oria y considerado como un potente traficante de cannabis, crecido en la nueva hornada de mercaderes de la hoja.
En el registro efectuado a las 12.15 horas con orden del Juzgado de Instrucción Único de Purchena, los agentes elevaron el decomiso por encima del calculo inicial hasta las 2.052 plantas de cannabis, unos 720 kilos de peso en bruto.
Álex se sabía perseguido por la Guardia Civil. Había alquilado la furgoneta en una empresa especializada en la capital y era cuestión de tiempo su arresto. Así, optó por inventar una historia rocambolesca y acudió al cuartel para denunciar el robo de su vehículo, presentándose como víctima. Allí mismo, en el cuartel, fue detenido.
Casos conectados El joven todavía no ha cumplido la treintena, pero los investigadores le sitúan como algo más que un presunto traficante a pequeña escala. A. G. está considerado como principal acusado de una de las mayores operaciones contra el narco realizada por la Policía Nacional en la barriada de La Cañada de San Urbano en los últimos meses, fechada entre septiembre y octubre de 2019 y todavía a la espera de juicio.
Aquella intervención, bautizada como Operación Sinse, ganó notoriedad por el arresto de un agente de la Policía Local de Carboneras (supuestamente con un papel secundario, según la investigación) y, más aún, por el tiroteo ocasionado el 3 de septiembre de 2019 a las puertas de una finca donde fueron heridos por arma de fuego un padre y su hijo.
Las diligencias apuntan que el suceso se produjo en un intento de ‘vuelco’. “La causa de los disparos fue presumiblemente un vuelco de droga, o lo que es lo mismo, la creencia de que los tiroteados pretendían apoderarse de la marihuana oculta en una de las viviendas de la organización”, señala el sumario de la Operación Sinse, al que ha tenido acceso LA VOZ.
Álex fue señalado como el capo de una red de plantaciones clandestinas de marihuana que presuntamente confluían en su mando. La Comisaría en Almería informó del decomiso de 3.580 plantas de marihuana, aunque el recuento de las aprehensiones que aparece en el sumario eleva el botín a 7.500. Como adelantó este periódico, todos los investigados en la Operación Sinse se encuentran en libertad desde principios de año a la espera de la evolución del proceso
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