Por la tarde, cuando el sol empezaba a retirarse, el camión de la regadora cruzaba el puente de la estación y al llegar a la esquina de la avenida entraba en el recinto del Tiro Nacional para empapar el suelo de tierra y evitar que el polvo perjudicara la fiesta.
Los empleados, mientras el camión regaba la pista, colocaban grandes postes de madera de donde colgaban los farolillos y las luces de colores que convertían aquel escenario destartalado y fronterizo en un improvisado salón de baile al aire libre.
El Tiro Nacional formó parte del paisaje sentimental de nuestros padres y de nuestros abuelos, de aquellas generaciones de jóvenes de antes y después de la guerra civil, que bailaron, se enamoraron y disfrutaron de la sesiones de cine veraniego y de las verbenas en aquel local al aire libre que fue un refugio de recreo desde los años treinta.
El Tiro Nacional nació en un solar de antiguas huertas al otro lado de la Rambla. Ocupaba toda una manzana al inicio de la Avenida de la Estación. Entonces era un rincón retirado que formaba parte de la vega. La sociedad Tiro Nacional de España se había instalado en aquel solar para promocionar la practica del tiro, pero para rentabilizar su mantenimiento e integrarse con más fuerza en la sociedad, el lugar se fue convirtiendo en un centro de recreo donde se organizaban las mejores verbenas de la Feria.En 1931 decidieron construir una pista de baile y al verano siguiente se estrenaron una pista para la practica del tenis y otra para hacer patinaje. El 13 de agosto de 1932 se llevó a cabo la inauguración de este nuevo recinto deportivo, con una verbena a la que asistieron las familias más selectas de la sociedad almeriense.
Para inmortalizar tan solemne acto, el maestro Rafael Barco estrenó un pasodoble compuesto por él mismo dedicado al Tiro Nacional. Fue una velada inolvidable que convocó a media Almería en las inmediaciones de la terraza, sólo para ver la caravana de coches de caballos, todos engalanados, que llegaban desde todos los puntos de la ciudad cargados de invitados. La Avenida de la Estación se iluminó con bombillas y farolillos y la calle se llenó de puestos de garbanzos tostaos, de heladeros ambulantes y de vendedores de sandías y chumbos que acudieron a la cita para hacer negocio.
Desde entonces, el Tiro Nacional dejó de ser el recinto donde iban los aficionados y los reclutas a hacer practicas de disparo, y se transformó en el lugar de ocio de referencia de la ciudad. Cuando llegaba la noche de San Juan, se abría la terraza donde se daban dos funciones diarias de cine sonoro.
En agosto se celebraban las verbenas más multitudinarias y elegantes de la Feria y los bailarines más acreditados de Almería se reservaban sus mejores pasos para estrenarlos en el Tiro Nacional.
En aquellos años se hizo muy célebre Rafael González Úbeda, un joven estudiante de Medicina que tenía un enorme talento natural para el baile. Su presencia en la pista era un espectáculo y las muchachas de la época se disputaban ser la pareja de baile del ilustre doctor.
Rafael González Úbeda, que estuvo considerado como uno de los mejores bailarines de Almería, triunfó también en su profesión, consiguiendo una plaza como médico de la Beneficencia de Madrid y convirtiéndose en destacado profesor del Instituto Nacional del Cáncer. A pesar de tener que trabajar lejos de Almería, todos los veranos regresaba a su tierra y nunca dejó de cautivar a la gente con sus habilidades de danzarín.
Las noches de verano se llenaban entonces de verbenas, que llevaban la música por todos los barrios de la ciudad y a las principales terrazas de los clubes privados. La verbena del Tiro Nacional competía en elegancia y belleza con otra que en los años treinta se organizaba en la zona de la playa, donde se elegía a la Miss Costa del Sol, que era el nombre de aquella colonia de casas y villas que aparecían en el camino hacia el Zapillo.
La primera verbena que se celebró en Almería al terminar la guerra, tuvo como escenario la terraza del Tiro Nacional. Fue el 21 de mayo de 1939 y se organizó a beneficio de Frentes y Hospitales. Eran los años de Falange y el Tiro Nacional sirvió de escenario para las continuas reuniones que los militantes celebraban por cualquier motivo en su incesante labor propagandística.
Las mañanas de los primeros meses de posguerra en Almería olían al perfume militar de aquellas convocatorias en el Tiro Nacional donde se impartían clases de instrucción para niños y adolescentes que desfilaban como auténticos soldados.
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