Emilio Molina Grima lleva toda la vida en la primera línea de la investigación científica, y sabe que este año se jubila, pero no para. Cuando le pregunto a qué se dedica en estos momentos, sonríe y abre los brazos. “Pues... trabajando para concluir dos tesis doctorales. Una es sobre Biorremediación de aguas residuales con microalgas, que incluye los fenómenos más importantes a los que está sometido el consorcio de microalgas-bacterias existente encargado de su depuración, su modelización y el contraste del mismo con otros modelos existentes”.
“Y la otra es sobre el desarrollo de superficies antibiofouling para la fabricación de fotobiorreactores. Son superficies transparentes que tengan propiedades antiadherentes, y también recubrimientos transparentes que puedan aplicarse en el interior de los fotobiorreactores, y que impidan, o retrasen, la formación de biofouling”.
“Pero, por otro lado”, añade, “doy clases de Reactores Químicos a los alumnos de Ingeniería Química, de Biotecnología de Microalgas a los del Grado de Biotecnología, de I+D+I y de Ingeniería de Procesos Aplicada a la Biotecnología de Microalgas a los alumnos del master de Ingeniería Química...”.
La trayectoria
Emilio nació en la estación de Linares-Baeza, pues su padre era ferroviario, pero a los pocos meses lo trasladaron a la de Almería. Y su trayectoria es impresionante. Emilio es licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada, doctor en Química por la Universidad de Granada, y fue Becario FPI en el CSIC, en el Instituto de Tecnología Química y Textil, en Barcelona.
En 1975 se incorporó al Colegio Universitario de Almería. Allí desempeñó su labor docente en el Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Granada, hasta 1993; y a partir de la creación de la Universidad de Almería, en el departamento del mismo nombre de esta. En 1993 alcanzó la cátedra de Ingeniería Química, y de 1994 a 2009 fue director de este departamento en la UAL.
Ha sido profesor visitante de las Universidades Ben Gurion (Israel), y Waterloo (Canadá). Entre 1974 y 1990 su investigación se centró en la transferencia de materia con reacción química simultánea y transmisión de calor, explica. “Y luego me centré en el área de la Ingeniería Bioquímica y Desarrollo de Bioprocesos, donde se ha formado un grupo de investigadores de referencia en este campo...”.
Sus actividades en el ámbito científico y tecnológico “cubren un espectro de bioprocesos y productos en diferentes estadios de desarrollo: investigación y explotación industrial”, agrega. Entre ellos, Emilio cita las “microalgas marinas para la producción y purificación de ácidos grasos poliinsaturados, lípidos estructurados, luteína, ficobiliproteinas, compuestos marcados con isótopos estables, compuestos con actividad antitumoral y producción de estándares de referencia a partir de dinoflagelados marinos, eliminación de CO2 de gases de escape, producción de biocombustibles y depuración de aguas residuales con microalgas”.
La investigación
También se refiere a la tecnología enzimática para la purificación de ácidos grasos poliinsaturados y el desarrollo de lípidos estructurados. “En estos años estamos centrados en desarrollar materiales y recubrimientos superficiales que eliminen o retrasen la formación de suciedad en las paredes de los fotobiorrectores que se emplean para el cultivo de microalgas”, explica.
Emilio, además, es el responsable del grupo de investigación de Biotecnología de Microalgas Marinas, que ha recibido los premios de investigación 2007 y 2015 del Consejo Social-Fundación Mediterránea de la UAL, por la transferencia de conocimiento a empresas de biotecnología. “He dirigido 19 Tesis Doctorales”, añade, “27 proyectos de investigación a nivel regional, nacional y europeo, y he colaborado en otros tantos con empresas nacionales y extranjeras”.
Es coautor de más de 270 artículos científicos, de 25 capítulos de libros, y de 14 patentes de invención. Entre otras distinciones, fue Secretario del Colegio Universitario de Almería de 1978 a 1980, miembro del Comité Ejecutivo de la Sociedad Internacional de Ficología Aplicada, y recibió el Premio de Investigación Científica y Técnica de la Diputación Provincial de Almería, y el premio GEPRONAT 2012, del Grupo Especializado de Productos Naturales de la Real Sociedad Española de Química a la Transferencia de Tecnología al Sector Industrial y a la Creación de ETB ́S.
Ha impartido conferencias internacionales en la National Science Foundation, de Estados Unidos, sobre los retos en la producción de biocombustibles de microalgas, y en Exxon Mobile, sobre procesamiento de la biomasa de microalgas para producción de biodiesel. Ha colaborado en la elaboración del Libro Blanco de la NSF ‘White Paper on Research Challenges in Energy Manufacturing from Algae’ (2009)...
Los comienzos
Llegó al mundo de la biotecnología de microalgas de la mano del profesor Camacho Rubio, recuerda. “Él creyó conveniente que en el CUA empezáramos a trabajar con microalgas marinas, pues por entonces la acuicultura empezaba a ser importante en España. Nuestro primer proyecto, sobre construcción de fotobiorreactores para la producción de microalgas, fue en 1987”.
Vuelve a sonreír al rememorar estos comienzos. “Era un campo nuevo para mí, y un poco raro en el ámbito de la ingeniería Química... Construimos una especie de pecera con dispositivos para el suministro de CO2 y el control de la temperatura. La instalamos en una caseta externa acristalada, e inoculamos una microalga marina empleada en acuicultura. Fue un proyecto que nos sirvió para darnos cuenta de muchas deficiencias que teníamos y que había que mejorar. La Fundación para la Investigación Agraria de la Provincia de Almería nos ayudó también, y gracias a ello pudimos contratar a otro becario, y, junto con los dos profesores que estábamos, ya empezábamos a tener algo de masa crítica...”.
LA GRAN IMPORTANCIA DE LAS MICROALGAS
El cambio climático y el agotamiento de algunos recursos estratégicos han puesto a la Ingeniería de Bioprocesos en la agenda política de los países desarrollados, afirma Emilio Molina. “Las microalgas son un pilar fundamental en la sostenibilidad de la vida en el planeta. No tienen raíces ni estructuras de gran tamaño y, así, la eficiencia fotosintética es mayor. Además de radiación solar, requieren del suministro de gran cantidad de CO2, y de fuentes de Nitrógeno y Fósforo para maximizar su productividad”.
“Con la gran disponibilidad de radiación solar en el sur de España, es factible producir 100 toneladas de microalgas por hectárea al año, consumiendo unas 30 toneladas de nitrato sódico, y dos de fosfato. Las formas solubles de Nitrógeno y Fósforo pueden ser de fertilizantes, con un consumo energético y generación de CO2 asociado a su producción. Y para evitarlo, es vital recuperar estos elementos contenidos en las aguas residuales, a la vez que se producen gran cantidad de biomasa...”.
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