Las calles que bautizaron en 1950

El crecimiento de la ciudad obligó a retocar el callejero y a darle nombre a las nuevas calles

En el barrio de la Chanca la construcción de viviendas en las pendientes del cerro con la aparición de nuevas calles obligó a ponerle nombres.
En el barrio de la Chanca la construcción de viviendas en las pendientes del cerro con la aparición de nuevas calles obligó a ponerle nombres.
Eduardo de Vicente
17:56 • 09 mar. 2023

En el mes de noviembre de 1950 el Negociado de Estadística del Ayuntamiento de Almería presentó un proyecto de nueva rotulación de calles y plazas ante el crecimiento que había experimentado la ciudad. Habían surgido nuevos barrios y nuevas calles y era necesario designar a todos aquellos lugares que no tenían nombre, así como modificar los que tenían nombres duplicados.



Una de las zonas más afectadas por esta modificación fue el barrio de la Chanca, donde cientos de familias vivían sin la referencia del nombre de una calle y su número correspondiente, lo que dificultaba su localización. Cuando el cartero subía por las empinadas cuestas del Cerro del Hambre o por las Canteras no llevaba escrito en el remite un destino localizado, sino el nombre de ese cerro, por lo que para entregar la carta tenía que ir preguntando a los vecinos. Con la reforma del callejero nació un barrio nuevo en la zona de las Canteras Viejas, donde las calles se llamaban únicamente calles y travesías. La primera calle fue bautizada con el nombre de Anzuelo. A la segunda la llamaron Bitácora y a la tercera, Botalón. La primera travesía se convirtió en la calle Brújula, a la segunda le pusieron el nombre de Lancha y a la tercera, el de Lance, todos nombres relaciones con las faenas del mar, el oficio al que se dedicaba la mayoría de los habitantes del barrio. A la prolongación de la calle Capitana la llamaron Potera y a la travesía, Buzo.



En el Cerro del Hambre nacieron nuevas calles: Fogue, Jábega y Mamparra, y en el populoso barrio del Reducto se decidió bautizar a todo ese entramado de callejones que desde el cerro de la Alcazaba desembocaba en la calle del Encuentro. Nacieron así los callejones Hélice, Eslora, Estacha y Estribor.



Las modificaciones llegaron también al centro de la ciudad. A espaldas del Ayuntamiento, a la vieja calle Carmen se le llamó Juez, por encontrarse allí las dependencias del arrestro municipal; la plaza donde desembocaba, que también llevaba el mismo nombre, se lo cambiaron por el de Administración Vieja.



A la Plaza de Castaños la rotularon con el nombre de Granero, dejando el apellido del célebre general para la calle que comunicaba dicha plaza con la Catedral. Un caso muy curioso era el de la estrecha calle de Demóstenes, que nacía a los pies de los muros de la Alcazaba y desembocaba por el sur en la calle de la Almedina. La calle de Demostenes escondía un callejón por el norte y una plazoleta por el sur, a los que el Negociado de Estadística acordó denominarlos de otra forma para que tuvieran identidad propia. Así nacieron el callejón Colorín y la Plaza Galeno.



A la calle que unía la de Cervantes con la de Velázquez le cambiaron el nombre. El antiguo, el de  calle de la Fuente, fue sustituido por el de Beatriz de Silva, fundora de la orden de la Inmaculada Concepción. 



La Plaza de Marín fue bautizada como Plaza del Monte, por la oficina del Monte de Piedad y Caja de Ahorros que le daba vida a toda aquella manzana. La calle del Matadero, entre la Plaza Vieja y la calle Hércules, recibió el nombre de la Música, en homenaje a la banda municipal que tenía allí su local de ensayo. 



A la calle Real le dieron dos nombres para diferenciar el ramal que desembocaba directamente en la calle de las Tiendas. Este último tramo fue denominado como calle Real de las Tiendas y el resto de la calle siguió llamándose Real de la Cárcel.


En la zona de la calle de Granada, en la manzana de la calle de San Lorenzo, nacieron las travesías de Aberroes, Murillo y Moro y en el barrio playero de Villagarcía aparecieron las calles de Poeta Durbán, Poeta Fermín Gil y Quesada.


Al pasar la cárcel, camino de Los Molinos, el callejero también fue modificado. A la antigua calle de San Luis le llamaron Callejón de los locos y al hasta entonces Callejón de San Luis le pusieron Manicomio


En el Tagarete, cuyo nombre denominaba a una gran manzana, surgieron las calles Cinco Flechas, Victoria, Cruzada, Ferrocarril, 24 de junio y Amanecer, así como la Plaza del Pilar.



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