La presión policial provoca una caída radical de la marihuana en Almería

Almería abandona poco a poco la pesada carga de la marihuana. La presión policial y judicial ejercida en los últimos años provoca una caída radical del cultivo de cannabis en la provincia. Los indicadores actuales muestran menos decomisos, menos enganches irregulares, menos detenidos y menos incidentes graves vinculados a la producción de marihuana. Un triunfo (¿parcial?) de la lucha contra el tráfico de drogas.

Hay síntomas claros de un agotamiento de la vía almeriense. El primero y más importante por volumen es la desaparición de las grandes plantaciones exteriores, generalmente ubicadas en invernaderos o huertos cercanos a naves de parajes rurales. La mayoría estaban dedicados a plantaciones de cáñamo, una variedad del cannabis a priori con bajos índices de THC.

El Registro de Explotaciones Agrarias y Forestales de Andalucía (REAFA) anotó en los años 2020 y 2021 nada menos que 260 cultivos de cáñamo industrial en la provincia de Almería. La campaña a tres bandas entre Guardia Civil, Fiscalía Antidroga y Administraciones arrasó con las plantaciones y en 2022 solo se comunicó a la Junta de Andalucía una nueva explotación.

Policía Nacional y Guardia Civil decomisaron 630.273 plantas de marihuana en 2021. Las cifras de 2022, a la espera del informe del CITCO (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado) anticipa un descenso muy significativo.

Un asunto diferente en la situación de los cultivos caseros. Almería se había convertido en la principal productora de marihuana (junto a Granada) gracias a la capacidad para aprovechar el sistema de los invernaderos de hortalizas para hacer crecer cannabis. Sin embargo, con este modelo agotado por las constantes operaciones y por la amenaza de los ‘vuelcos’ (robos de drogas entre organizaciones), los cultivos indoor se quedaron solos. Hoy representan el grueso de las aprehensiones. Y el sol ya no es tan importante. Dicho de otro modo, da igual colocar una lámpara en un piso okupa de El Ejido o de Tarragona.

Los informes policiales apuntan a un desplazamiento de las producciones clandestinas a otros puntos del país. En el norte, por ejemplo, la salida ‘natural’ hacia Francia, Alemania o Países Bajos es más segura para las organizaciones. Menos distancia, menos riesgo de encontrar controles.

Menos enganches

Otro síntoma es la caída de los enganches ilegales. Según datos oficiales de Endesa, los expedientes por fraude eléctrico han descendido un 55 por ciento desde el año 2019 en la provincia de Almería. Aunque el indicador no recoge únicamente las acometidas vinculadas a la marihuana, sí apoya la caída de la producción detectada por las fuerzas de seguridad.

“Cada plantación consume, de media, como 80 viviendas. Los sistemas de iluminación y ventilación utilizados para acelerar el crecimiento de las plantas necesitan electricidad las 24 horas del día y la obtienen mediante enganches ilegales que provocan situaciones de gran riesgo eléctrico”, señalan fuentes de Endesa. “Estas sobrecargas hacen que actúen las protecciones de los centros de transformación o que se quemen líneas subterráneas o incluso centros de transformación afectando a los vecinos de las zonas próximas”.

En Almería, solo en el último año, se abrieron 2.275 expedientes de fraude con 17,2 millones de kilovatios hora defraudados, de los cuales 4,5 millones están vinculados a las plantaciones de marihuana, según estadística de la compañía eléctrica.

Según el balance de criminalidad del Ministerio del Interior, los delitos de tráfico de drogas descendieron en 2022 ligeramente (un 0,8 por ciento), si bien las operaciones contra hachís han ganado importancia tras años de cierto aletargamiento en la costa de la provincia de Almería.