La movida primavera del año 81

Fue el año de la primera escuela informática y del trágico Caso Almería

La Escuela de Formación era entonces uno de los viveros más importantes de trabajadores, donde los jóvenes aprendían de verdad un oficio.
La Escuela de Formación era entonces uno de los viveros más importantes de trabajadores, donde los jóvenes aprendían de verdad un oficio.
Eduardo de Vicente
19:17 • 29 may. 2023

Empezamos la primavera mirando al cielo por culpa del viento y del frío y por la presencia de unos misteriosos ovnis que escogieron las tranquilas noches del marzo almeriense para conocernos de cerca. Era raro el día que no salía un vecino, desde el poniente hasta Vera, contando la aparición en la madrugada de unas luces sospechosas que cruzaban el cielo como si fuera una estrella gigantesca. 



La economía almeriense, que había empezado a despegar gracias a los cultivos intensivos bajo plástico, giraba en torno a la agricultura que seguía surgiendo con fuerza en los campos de El Ejido y Dalías. El gran reto entonces era consolidar este crecimiento y esperar la ansiada entrada de España en la Comunidad Económica Europea para contar con un mercado mucho más amplio. El futuro de la provincia dependía del campo porque era el único motor de desarrollo posible, además de la industria del mármol, que en 1981 vivió un momento clave con la constitución de la sociedad comercializadora ‘Mármoles de Macael’.



La pesca había comenzado a entrar en un período de crisis aniquilador y el viejo sueño de convertir Almería en un plató de cine se había quedado en un posibilidad lejana e inalcanzable, a pesar de que en aquel año se encendió una luz de esperanza con la llegada de una superproducción, Conan el Bárbaro, que dejó 400 millones de pesetas en la capital y provincia. 



Almería había entrado en la década dispuesta a vivir intensamente los nuevos tiempos, a disfrutar de los cambios continuos de la incipiente democracia y a saborear las emociones fuertes. Pero no todo el mundo estaba preparado para digerir las bocanadas de libertad diarias sin atragantarse. La delincuencia marcó aquellos días y en apenas dos meses fueron atracadas las sucursales del Banco Español de Crédito y del Banco Central, una joyería en La Almedina y varios comercios de Almerimar



Los delitos fueron una constante y se convirtieron en una realidad cotidiana. Mayo fue trágico con tres apuñalamientos mortales en una semana, los sucesos del Caso Almería, donde murieron tres jóvenes a los que la guardia civil confundió con terroristas de ETA, y el fallecimiento, en una reyerta, del boxeador Juan Torres Salmerón, acuchillado en la puerta de la bodeguilla de Los Molinos.



Para luchar contra este tipo de delincuencia, se creó la unidad del 091 de la Policía Nacional, con cuatro vehículos, conocidos como ‘Lecheras’, preparados para desplazarse con rapidez al lugar del delito. Eran tiempos convulsos, de continua agitación política y social.  Los 64 trabajadores de Talleres Cabezuelo, empresa dedicada a la fabricación de piezas de motores, fueron despedidos, y el ayuntamiento se echaba en contra a los comerciantes de la plaza ordenando el desmantelamiento de las barracas exteriores del Mercado Central.



La huelga de profesores de Bachillerato y la posterior de estudiantes, redujeron considerablemente el calendario escolar del curso. Los jóvenes almerienses del 81 seguían marchándose fuera a estudiar las carreras  que no se podían iniciar en el modesto Colegio Universitario de Almería que por entonces trataba de integrarse en la Universidad de Granada. Aquellos con más visión de futuro empezaron a instruirse en el manejo de los primeros ordenadores que llegaron a la ciudad de la mano de Alfredo Ruiz y Fernando Trigueros, que pusieron en funcionamiento la primera escuela de informática. Hace 25 años, un microordenador era un lujo inalcanzable que costaba 600.000 pesetas.



La vida  estudiantil se centraba, sobre todo, en los institutos. Dos de ellos, el Celia Viñas y el Nicolás Salmerón, fomentaron los estudios de nocturno, con más de mil alumnos matriculados. Era habitual que cada centro organizara los fines de semana sus fiestas, que eran la movida de entonces. El botellón no existía y la madrugada no era aún un territorio propicio para los adolescentes. En 1981 se consolidó la marcha en los pubes: César, Agamenón, Athos, El Rodeo, Vagón, Odeón...eran los templos más frecuentados por la juventud almeriense. A diferencia con los de hoy, a los pubes de entonces no se iba a bailar, sino a hablar, a escuchar música y a ver los vídeos musicales.


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