Magdalena llega corriendo a su despacho de la calle Gerona, ha cambiado sus tacones por unas deportivas para ir más cómoda y rápida. Se oye su voz alegre y su risa desde que entra de la calle. Saluda a todo el personal, pregunta, responde preguntas mientras sobre la escalera. Llega cargada de historias, sentimientos, ganas de hablar. Cuando llegó a la presidencia de la AAEECC en Almería hace tres años quitó cortinajes, muebles que define como rococó: “no me veía ahí, me faltaba el aire”.
A usted la fichó una empresa de caza talentos ¿Por qué aceptó presidir la Asociación?
Me pareció tan interesante y que me daba una capacidad para ayudar a tantas personas que no me lo planteé. Creemos que la política se hace en otros lugares, pero hacer política es ayudar a las personas, para mí esa la verdadera política. Sobre todo si no conoces las necesidades de las personas difícilmente vas a poder implementar cuestiones que les ayuden en su día a día, y aquí se ayuda día a día a muchas personas.
Cuando llegó a la Asociación ¿qué le llamó más la atención?
Dos cosas, una las personas que vienen, la gente tan joven que llega con el miedo en la cara de pensar tengo cáncer y no sé qué va a pasar, el contacto directo con la muerte y con el dolor, y eso te hace que tengas los pies en el suelo para que te olvides de muchas estupideces que parece que tienen mucho valor y realmente no lo tienen.
¿Qué es lo más importante?
Sobre todo la prevención. No nos alimentamos bien, cada vez hay más población obesa. También es fundamental el papel de la ciudad, su concepción, todo influye y determina: el que vivamos en una ciudad o en otra hace que el porcentaje varíe. Necesitamos que la propia ciudad se transforme, la gente tiene que salir a caminar, que es la primera medida de la prevención, y también la dieta. En eso nosotros tenemos la suerte de vivir en Almería: no producimos frutas y verduras, producimos salud y exportamos salud al mundo.
Aquí conviven con la vida y también con la muerte. ¿Vivimos de espaldas a ella?
Creemos que somos seres únicos, excepcionales, y se nos olvida la realidad, que somos mortales. Los profesionales de aquí logran hasta que una persona se despida incluso de su mascota, que se vaya tranquila, con serenidad. Hay que aprender a morirse, es una de las tareas que tenemos pendientes.
¿Qué información tenemos de Almería respecto al cáncer?
Es la primera causa de muerte en nuestra provincia, es una cuestión que nos tiene que alertar para tomar medidas y corregirlo. Algo nos pasa porque la primera causa de muerte en nuestro país son las enfermedades cardiovasculares y aquí es el cáncer, tenemos mucha incidencia. Lo que nos dicen los oncólogos es que cada vez hay gente más joven, que puede deberse al elevado consumo de tabaco, a una vida sedentaria, cada vez nos alimentamos peor y vivimos de una manera muy acelerada. El año pasado se diagnosticaron 3.781 nuevos pacientes en Almería, es muchísimo.
¿Cuál es su principal objetivo al frente de la Asociación?
La prevención y la investigación. Mi preocupación es la alta incidencia, de hecho hemos redoblado en el hospital Torrecárdenas con dos psicooncólogas más, nos han tenido que aumentar un despacho extra.
Algo que le ponga contenta.
Pues por ejemplo que hemos aumentado un 25% de los socios. Cuando llegamos aquí había en torno a 5.500 y ahora estamos en 7.200. Aquí todo el dinero revierte en las ayudas económicas que damos. El cáncer no solo es una cuestión de salud, no todo el mundo puede afrontarlo. Me obsesionan los barrios donde hay personas con más vulnerabilidad social, porque el cáncer cuesta una media de 10.000 euros al año: dejas de trabajar, ganas menos, necesitas productos farmacológicos, prótesis, pelucas, cremas…Incidimos mucho también en que somos una provincia con mucha población inmigrante, nosotros sabemos de prevención, las mujeres sabemos que tenemos que autoexplorarnos, pero a lo mejor vienen mujeres con otra cultura en la que eso no se practica, y son almerienses, viven con nosotros, están con nosotros, enferman con nosotros, por lo tanto hay que enseñarles pautas nuevas que ni se les habían pasado por la cabeza.
Necesitan muchas manos para llegar a tanta gente.
Sí, y tenemos la suerte de tener a más de 800 voluntarios en la provincia, que son manos que te acompañan, que te hablan, que te ayudan. No podemos olvidar la soledad, no solo de los enfermos de cáncer. Somos una sociedad solitaria, creo que estamos en el momento más deshumanizado. La historia de la humanidad está basada en la cooperación, y estamos en un momento de absoluto individualismo; eso nos hace débiles, como seres humanos y como sociedad.
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