Almería es una de las provincias de España que acumula más horas de sol al año. Más de 3.300. Si a ello se le unen las altas temperaturas que suelen darse desde primavera hasta prácticamente las puertas del otoño, no es de extrañar que una zona de sombra esté más que cotizada por los ciudadanos y turistas que pasean por la capital. Una avenida 'escoltada' por grandes ficus y teñida de un amable color verde gracias a los árboles y su más que agradecida sombra, sin duda es un tesoro por estos lares. Por lo menos durante el día. Y es que a partir del ocaso, no es oro todo lo que reluce en esta importante arteria almeriense.
En el tramo que va desde la rotonda del Parque de las Familias hasta la altura de la calle Hermano Rufino, a lo largo de unos 650 metros aproximadamente, la penumbra se apodera de la Avenida del Mediterráneo cuando llega la noche. Árboles frondosos, que crean una especie de gigantesca cúpula vegetal de un lado a otro de la avenida, y gran parte de las farolas apagadas dejan a oscuras tanto la calzada como las aceras en esta zona que marca la frontera entre el barrio de El Zapillo y la Vega de Acá.
Las pocas farolas encendidas, entre ramas
"Cuando llego de noche del trabajo a casa y tengo que aparcar en las pistas, no se ve absolutamente nada. Tengo que ir atenta a cada paso porque no hay luz y algunas losas de la acera además están algo levantadas y puedes sufrir un tropezón. Para cruzar andando la Avenida del Mediterráneo hasta mi calle (Profesor Escobar Manzano), hay que tener mucho cuidado porque muchos vehículos pasan rápido a esas horas, algunos haciendo carreras, y no hay buena visibilidad para los conductores", explica Silvia, una joven madrileña que reside por motivos laborales en esta zona de Almería desde hace varios años.
En ese más de medio kilómetro de vía que se sume en la penumbra, se contabilizan alrededor de una treintena de farolas, de las cuales están actualmente en funcionamiento solamente un 20%. De esas que sí están encendidas, la luz que emiten no llega a alumbrar el espacio que están rodeadas por una maraña de ramas y hojas de los ficus. Se nota sobre todo en la parte derecha de esta avenida, subiendo desde el Auditorio Maestro Padilla, ya que están las grandes explanadas de las pistas deportivas, que tampoco están iluminadas.
A partir de las nueve de la noche, muchos almerienses salen a caminar o a correr por esta zona y desde los vehículos es difícil percatarse a partir de esa hora, sobre todo en los meses invernales -porque anochece antes-, que por esa acera que va junto al Parque de las Familias hay personas circulando. De hecho, cuando dos viandantes se cruzan en puntos que son notablemente oscuros es complicado que se reconozcan hasta que no están muy cerca.
Tropiezos, ciclistas y pasos de peatones
Otro de los peligros que provoca la falta de iluminación en este tramo de la Avenida del Mediterráneo son los tropiezos. Las grandes raíces de los árboles, como en otros muchos lugares de la capital, han ido levantando algunas losas de la acerca lo suficiente para que, para colmo además en la oscuridad, una persona pueda sufrir un percance. Este problema es evidente en la rotonda del Parque de las Familias, en la parte que está pegada a Unicaja y la hamburguesería Karbón, negocio que está cerrado por vacaciones y también se nota durante estos días la falta de su iluminación propia. También bajar caminando junto al IES Maestro Padilla es una actividad de riesgo que obliga casi a encender la linterna del teléfono móvil.
Además, cabe recordar que el carril bici también baja por esta avenida y, aunque es obligatorio que las bicicletas lleven luz para circular, sus usuarios deben estar muy atentos por si hay personas andando cerca de su trayectoria o cruzan por dicho carril. Cuando hay poca visibilidad, la capacidad de reacción y el margen de error se reduce drásticamente. Lo mismo ocurre con los nuevos pasos de peatones inteligentes, de los que también se pueden ver en este tramo carente de iluminación. "A veces ni funcionan y cuando lo hacen no creo que no tienen la luz suficiente como para que un vehículo que va a una gran velocidad pueda frenar si está cruzando un peatón", opina Silvia, una vecina que cree que "deberían podar de alguna forma los árboles para que sigan dando sombra, que se agradece, pero que no tapen las farolas".
Otra de las soluciones sería reubicar dichos focos o colocar algunas de otro tipo, quizás más bajas, que no se vean perjudicadas por la frondosidad de los ficus.
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