En 1975 a la Delegación de Educación y Ciencia se le presentó un problema con el colegio nacional Obispo Diego Ventaja que hasta entonces había venido funcionando en un caserón de la calle de la Reina que se había quedado pequeño y anticuado para recibir a los niños del barrio. Unos años atrás ya se había buscado una medida de urgencia habilitando como aula del centro la antigua escuela de Seises, en la calle del Cubo, pero las condiciones que ofrecían tanto el colegio de la calle de la Reina como la improvisada escuela trasera de la Catedral, no reunían las condiciones que exigían las autoridades educativas, por lo que al terminar el curso 74-75 hubo que buscar otra alternativa, un edificio dentro del barrio que tuviera capacidad al menos para cuatrocientos alumnos.
Fue entonces cuando el delegado de Educación se puso en contacto con el Obispado para pedirle que le cediera, al menos por un año, el edificio propiedad de la Iglesia que existía en la calle Cervantes, entre el viejo caserón del Diocesano y el convento de las Puras. Se trataba de un piso de cuatro plantas que había construido la diócesis en 1964 con la idea de que allí se instalara un hogar sacerdotal para acoger los numerosos sacerdotes ancianos y enfermos y que hasta el verano de 1975 había estado funcionando como una parte más del colegio Diocesano, que al terminar ese curso fue trasladado definitivamente a la finca del Seminario Menor, en la Carretera de Níjar.
Teniendo en cuenta estas circunstancias, los edificios propiedad de la Iglesia que habían estado funcionando como centros educativos en el entorno de la Plaza de la Catedral se quedaron vacíos, por lo que desde el Obispado no pudieron oponerse a la petición de Educación y Ciencia y se vieron obligados a ceder el piso de la calle Cervantes, que en el curso 75-76 se inauguró como colegio nacional Diego Ventaja.
El acuerdo establecía una cesión por dos años, pero se hizo a regañadientes, ya que desde la diócesis se seguía barajando el proyecto de obrar en toda aquella manzana de viviendas para levantar un gran hogar sacerdotal y bloques de viviendas para particulares con cuyos beneficios se pudieran costear las obras. Así, cuando terminaron los dos cursos acordados del Diego Ventaja en el nuevo edificio, las autoridades eclesiásticas le hicieron saber al delegado de Educación que los niños tenían que abandonar el centro para el curso siguiente.
En el verano de 1977 la opinión pública dio a conocer a la sociedad almeriense que un colegio tan importante como el Diego Ventaja, donde estudiaban más de cuatro cientos niños, estaba al borde de la desaparición ante las exigencias del Obispado de recuperar su edificio. Eran tiempos de cambio, con la Transición dando sus primeros pasos y con una conciencia social a flor de piel que hacía que los problemas, por pequeños que parecieran, acabaran siendo compartidos por la ciudadanía. La posible desaparición de este centro escolar levantó una auténtica polvareda y fueron tantas las quejas que llegaron desde todos los sectores, que la Iglesia se vio obligada a prorrogar la cesión del edificio de la calle Cervantes, evitando así la desaparición de uno de los colegios con más historia de la ciudad, un centro que nació en los años de la posguerra.
Originalmente, el colegio se llamó Graduada de niños Obispo Diego Ventaja y echó a andar en octubre de 1944. Estaba situado en un antiguo caserón de la calle de la Reina, entre la el colegio de San José y la tienda de comestibles de Rafael Fenoy. El colegio ocupaba el piso alto y estaba formado por seis aulas donde se impartía enseñanza Primaria. Además, contaba con un aula para párvulos en la calle de La Almedina, que durante años fue conocido popularmente con el nombre de ‘escuela de los cagones’, en virtud de la edad de sus escolares. No era la única clase del colegio que estaba fuera del centro. En la calle Arráez existía otro aula del ‘Diego Ventaja’ que se creó para aislar a los alumnos enfermos de tracoma y que después, desde mediados de los años cincuenta, acabó convirtiéndose en una clase de recuperación a la que mandaban a los niños que presentaban problemas de aprendizaje.
En los años sesenta, cuando el colegio Diego Ventaja se quedó pequeño, cuando la demanda de alumnos duplicaba la capacidad de la escuela, hubo que habilitar otra clase externa y se hizo en lo que había sido la antigua escuela de Seises, por lo que durante años el Diego Ventaja estuvo funcionando con la escuela matriz de la calle de la Reina y sus tres aulas de apoyo, hasta que en 1975 se trasladó al edificio del Obispado de la calle Cervantes.
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