Desde que la pandemia de COVID 19 nos encerrara en nuestras casas y arrastrara una crisis económica de la que aún no hemos salido, los problemas de salud mental, al menos en lo que a los trastornos menores -como le denominan los profesionales- se refiere, han aumentado enormemente. Cierto es que a raíz del confinamiento y desde que personajes públicos de diferentes sectores de la sociedad han dado a conocer su propia experiencia con la salud mental -véase Simon Biles, Carolina Marín, Ricky Rubio o David Beckham- se ha ido rompiendo el tabú sobre la importancia de cuidar no solo nuestra parte física sino la psíquica y ha abierto la puerta para que aquellos que escondían sus problemas, se decidan a cruzar la puerta de un psicólogo por primera vez.
Hablamos con la directora de la Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario Torrecárdenas, Susana Miras, sobre la situación en la provincia de Almería, cómo reconocer cuándo tenemos un problema y los tiempos del proceso.
- ¿Cómo es la situación actual de la salud mental en Almería? ¿Ha crecido mucho tras la pandemia?
- Los datos son objetivos. Las derivaciones desde la Atención Primaria a las consultas especializadas de salud mental ha crecido tras la pandemia en un 35% en los adultos y en la parte infanto-juvenil en un 45%. La demanda ha aumentado muchísimo y claro, aunque se ha producido también un aumento de profesionales y de contrataciones, hay que tener en cuenta que formar a un profesional va mucho más lento que el efecto que ha tenido el COVID. ¿Cuánto tiempo tarda en formarse un psiquiatra? Tiene que hacer medicina, sus seis años, tiene que pasar por el MIR y luego tiene que hacer la especialidad de psiquiatría. Igualmente, para los psicólogos clínicos que tras su carrera de psicólogo han de hacer el PIR con una duración de 4 años para su especialidad. Un enfermero especialista necesita dos años de especialidad en salud mental.
- En salud mental tratan diferentes tipo de problemas. Algunos son más puntuales como puede ser una crisis vital y otros más complejos y permanentes como un trastorno mental grave.
- Son trastornos menores. Pero claro, ¿a qué le llama depresión?
- Defínala. ¿Qué es exactamente una depresión? ¿Cómo la reconocemos?
- Cada apersona es única, tiene su propia manera de ser, de relacionarse, de afrontar los problemas de la vida y por eso los síntomas varían mucho de una persona a otras. La depresión es uno de los trastornos dentro de los criterios que tenemos de diagnóstico y es verdad que en el trastorno depresivo hay muchas variantes, hay muchos grados, desde grave a más leve. ¿Y cuáles son los síntomas a los que tenemos que estar atentos? Los más importante es que cuando una persona sienta que durante un periodo mantenido de meses comienza a tener dificultades graves en el funcionamiento a nivel relacional, laboral y social en relación con muy baja energía, incapaz de hacer sus actividades de la vida diaria, y se merma su capacidad de disfrutar de la vida, incluso con pensamientos negativos inhabituales. En ocasiones, son los allegados los que perciben un cambio en su familiar. En este caso, debieran solicitar cita con su Médico de Atención Primaria, como para el resto de los problemas del ámbito de la salud.
- Nos notamos raros, sin ganas de nada, ni siquiera de relacionarnos pero ¿cuándo debemos ir al médico? ¿Cómo rompo esa barrera psicológica del ‘yo puedo solo’?
- Cierto que a veces ese sentimiento de no ser capaz de hacerlo solo, esa especie de vergüenza o estigma, el autoestigma que le llaman, nos puede llevar a frenar la petición de ayuda. Al comentarlo con una persona de nuestro entorno primero, ya es una ayuda, para solicitar ayuda en tu centro de salud para cuando decidas comentarlo con tu Médico de atención primaria que sabrá orientar a la persona en su salud, también en su salud mental y decidir conjuntamente que posibilidades de pruebas solicitar, apoyos y/o tratamientos. Ellos conocen cuando derivar al especialista en los casos necesario. Tenemos, además, coordinaciones con los centros de salud para pensar juntos cual es la mejor opción terapéutica para la persona afectada.
- ¿Cuáles son las principales patologías que se están encontrando ahora de las derivaciones? Me sorprende mucho el alto grado de jóvenes.
- Los adolescentes funcionan por imitación y las redes sociales son sus dioses hoy en día. Antes las derivaciones no eran tan frecuentes pero ahora detectamos problemas a la hora de gestionar el malestar y notamos un incremento de las autolesiones, de la ansiedad y la depresión. Además, suelen combinarse con problemas familiares, problemas también de aislamiento ya que no tienen contacto social y todo el que tienen es a través de un móvil y eso es muy insano.
Pero hay una cosa importante, ¿por qué ha aumentado la demanda? Por un lado sí que hay un incremento de la necesidad pero también la sociedad y la gente es más consciente de cuándo hay un problema de salud mental y busca ayuda. La sociedad está mucho más sensibilizada con el malestar psíquico. Se ha roto el tabú.
A mí la parte que me preocupa un poco más es la de los adolescentes y el cambio en la forma de relacionarse a partir de las redes sociales. Las redes sociales son maravillosas para estar conectados, para tener inmediatez y acceso a información, hacer amigos en otros lugares del mundo… pero no pueden convertirse en sustitutos de esa ‘red social’ que siempre hemos tenido alrededor, esos vínculos reales del día a día que tradicionalmente nos ayuda a sostenernos y que es algo que no se encuentra en los amigos virtuales. Son amistades complementarias pero no sustitutas. Es cierto que ahí la pandemia ha colaborado mucho a este cambio en la forma de relación porque estábamos solos en casa, pero hay que trabajar para salir de la plaza de Twitter y volver a la plaza del barrio.
- ¿En los adultos que ha influido más, la pandemia o la crisis económica que ha traído después?
- Yo creo que son ambas cosas. En salud mental cuando hay crisis económicas, crisis sociales, crisis importantes, aumentan los problemas, es así. Pero también es verdad que una respuesta solamente sanitaria no va a solucionar el problema. Cuando uno tiene un malestar porque no tiene vivienda, no tiene trabajo o condiciones muy malas es normal que aparezca un malestar y es difícil de lidiar con ello. Una respuesta inmediata a nivel social y/o laboral es más complicado que un tratamiento farmacológico o psicológico, ahí hay un sufrimiento detrás que desde salud se puede paliar en parte pero los problemas de otra índole también tendrán que ser solucionados.
- ¿Recurrimos demasiado a la medicación?
- Hay datos objetivos de ello. España es uno de los países que tienen una prescripción más alta en antidepresivos y en benzodiacepinas. Es cierto que las personas tienen un malestar y quieren una respuesta y a veces se le da una pastilla aunque se intenta que se le den otro tipo de respuestas. También ante la ansiedad uno puede apostar por talleres de relajación, por el ejercicio que funciona muchísimo, pasear al aire libre, técnicas de relajación, mindfulness, yoga o quedar con mis amigas que hace mil años que no las veo. Esta sociedad tiene que recurrir a las recetas de siempre. A lo mejor hay que dejar la plaza de Twitter y acercarse a las plazas del barrio. Eso son herramientas poderosísimas y las estamos perdiendo. Hay mucho sufrimiento detrás de los trastornos de ansiedad, detrás de los trastornos depresivos y detrás de malestares de la vida diaria aunque no haya un trastorno mental, hay que buscar atajarlo de la manera adecuada.
- Habría que trabajarlo de forma integral, quizá.
- Por supuesto, hay que trabajar en la prevención. Invertir en prevención es invertir en salud. Ahora hemos comenzado a trabajar en los colegios en bienestar, por ejemplo.
- Hemos hablado mucho de los trastornos menores, pero en su área trabajan con enfermedades más graves. Se ha roto el tabú de la salud mental pero ahí sigue el estigma.
- Los trastornos más graves de la salud mental no han sido los ganadores con este movimiento post pandemia. Sí que sigue habiendo estigma para estas personas. Yo creo que cada vez menos porque existe un movimiento que se llama ‘en primera persona’ en el que ellos salen a explicar y hablar de su trastorno y eso ayuda mucho a la propia persona y también a la población general para entenderles más y mejor, quitar prejuicios sobre que son personas agresivas, cuando eso no es así.
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