El día del Pilar era una bendición que nos caía del cielo. Después de un mes y medio de clases ininterrumpidas, aparecía en el almanaque, marcado en rojo, el 12 de octubre que tanto nos gustaba porque nos regalaba unas pequeñas vacaciones en ese tramo del primer trimestre que ya empezaba a hacerse insoportable.
El día del Pilar, al menos en mi colegio, empezaba un día antes, cuando el maestro también nos concedía una tregua, seguramente porque estaba tan alto de las lecciones como nosotros, para dedicarle un par de horas a recordar tan importante fecha. Recuerdo que la festividad venía rodeada por un halo de épica cuando el profesor nos hablaba de la figura del Cid Campeador, de las conquistas de los Reyes Católicos y de las naves que cruzaron el océano para descubrir América. Nos gustaban mucho aquellas historias novelescas y cuando salíamos del colegio y nos íbamos a jugar a la calle, nos colocábamos en el papel de Cid y nos poníamos a guerrear con los palos de las escobas contra los infieles de la otra calle. El día del Pilar, el de la Hispanidad, el de la Raza, era un día de grandes alegrías: no había escuela, salía a desfilar la Guardia Civil y muchos estrenábamos la ropa de invierno, porque en octubre siempre refrescaba y había que echar mano de la rebeca para salir a la calle.
Mi generación, los que pasamos por la escuela a finales de los años sesenta y los primeros años de la década siguiente, no tuvimos que padecer los excesos de patriotismo y raza que imperaban en épocas anteriores, cuando en el colegio y en el instituto se tenía que estudiar la llamada asignatura de Política.
La asignatura de Formación del Espíritu Nacional, como se llamaba oficialmente, llegó al Bachillerato en 1940. Durante más de veinticinco años estuvo presente en los institutos con desigual importancia. Empezó siendo una disciplina fundamental y terminó convirtiéndose en secundaria, o como antes se decía, en una ‘María’.
El primer libro de Política que llegó a los centros educativos fue ‘Así quiero ser’. Recogía todos los fundamentos de la nueva ideología, con continuas exaltaciones a las figuras de Franco y de José Antonio Primo de Rivera. El objetivo era formar “al niño del nuevo Estado”, en una patria “una, grande y libre”.
El texto les enseñaba a los jóvenes conceptos considerados entonces como “indiscutibles’, como que “el Caudillo es siempre el ciudadano mejor, el más selecto, el superior”, y por lo tanto, “sólo responde ante Dios y ante la historia”, decía en uno de sus capítulos. Los niños, recién llegados al instituto, cantaban a coro frases como “yo quiero una España imperial que me recuerde la de los Reyes Católicos”. Las niñas tenían su propios libros de Política, donde las adoctrinaban para hacer de ellas “la mujer ideal”, dentro del contexto que el régimen dejaba siempre a la mujer, que era el de la familia.
Con el paso de los años la asignatura fue perdiendo el furor de los primeros tiempos y los símbolos se fueron quedando por el camino. La mejor muestra del cambio de época llegó en 1958 cuando la editorial Doncel sacó al mercado el libro ‘Vela y Ancla’, donde además de las espléndidas ilustraciones de Celedonio Perellón, se incluían textos de Azorín, Baroja, Unamuno y Machado, entre otros grandes escritores, que eran la esencia de la obra, por encima de las obligadas alusiones al régimen, que habían pasado a un segundo plano.
En Almería, muchos de los profesores que impartían Formación del Espíritu Nacional solían dar también Educación Física. Algunos de ellos se formaron en la Escuela Nacional de Mandos de Madrid y tenían la titulación de Instructor Juvenil. En el instituto masculino se encargaban de la Política profesores muy reconocidos en su época como Francisco Salmerón Herrera, Francisco Herrerías y Rafael Pinazo. Por el ‘Celia Viñas’ pasaron Natalio Pascual Sarmiento, Luis Jesús Salvador, más conocido por ‘Luje’ o José Cerrudo, que además de las clases de Política era una atleta integral y hacía exhibiciones con las anillas para deleite de sus alumnos. La Formación del Espíritu Nacional desapareció de los planes de estudios con la Ley General de Educación de 1970 que implantó la EGB y el BUP.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/263772/las-alegrias-de-cada-12-de-octubre