Las casas que sobreviven del viejo barrio de Villagarcía

Sólo ocho viviendas aguantan a la sombra de los edificios en este histórico vecindario

Francisco G. Luque
13:21 • 23 nov. 2023

Hasta los años 70 fue un lugar alejado de la ciudad, de casas de planta baja, rodeado de cañaveral y a pie de playa, pero el crecimiento urbanístico de Almería fue devorando cada esquina de un viejo Villagarcía del que solamente sobreviven ocho viviendas. Son los vestigios de un vecindario al que sorprendió un desfile por la Avenida Cabo de Gata de los camellos que se usaron para el rodaje de 'Lawrence de Arabia' en 1962, cuando la Cafetería Habana era aún una barraquilla. Cuatro años más tarde sus gentes vieron también la llegada de John Lennon en Rolls-Royce por la calle García Cañas. Siempre ha sido un barrio con solera, un pequeño pueblo de cuatro calles que ha quedado escondido a la sombra de los edificios.



Pese a que ya toda esa zona se considera parte de El Zapillo, los vecinos más longevos mantienen vivo el nombre de Villagarcía, cuyas históricas fronteras las marcan las calles Cartagena y Quesada, que fue una boquera; la Avenida Cabo de Gata y el Paseo Marítimo. Ocho pequeñas manzanas y un corazón verde, el parque de Villa Pepita, donde estaba ubicado el gran chalet de Deogracias Pérez, dueño también de otras muchas casas contiguas que también fueron desapareciendo. 



Almería empezaba a mirar al mar, a valorar su encanto y a entender el concepto de turismo, por lo que zonas como Villagarcía se pusieron en el punto de mira de los constructores y desde mitad de los 60 comenzaron a levantarse bloques de viviendas y de apartamentos para el verano. El barrio, durante las siguientes tres décadas, sufrió un cambio radical y las típicas casas de planta baja empezaron a reducirse de forma imparable, llegando a sobrevivir a día de hoy menos de una decena. 



Los últimos reductos



La mayoría se encuentran en la calle García Cañas. Ahora es peatonal pero hasta mediados de los noventa era una vía que conectaba la Avenida Cabo de Gata con la playa, hasta el Delfín Verde. En su tramos norte se concentran cinco viviendas, la mayoría con varias reformas a sus espaldas. En ellas vivían Josefina Fernández Ruano (Número 45), Carmen Abad (Nº 43), María Ramón (Nº 41), esta regentada ahora por una familia granadina. En el número 39 vive la familia Nieto, justo al lado de la casa de los López Rodríguez, en cuyo bajo se encuentra la Frutería Villagarcía, negocio conocido como la tienda de Encarna. 



Pocos metros más abajo, en el cruce con Gibraltar Español (antiguamente calle Villagarcía), aguanta la llamativa vivienda de los Salas, que según datos catastrales data del año 1925, pero al parecer su origen es anterior a esta fecha, como comentan los mayores de la zona, los que compraban en la esquina de enfrente en la tienda de Manolico o, siguiendo dirección a la playa, en la panadería de Manuel Rosas, negocio que se conocía popularmente como el de Pepa 'la panaera'. Esta casa es una estampa de tiempos pasados



La más llamativa por su belleza, tanto por su estructura como por su cuidado jardín, es la de la familia Berenguel Papis en el número 25, construida por Juan Berenguel y en la que hubo una tienda de comestibles a mitad del pasado siglo. Aunque no existe un documento oficial que lo certifique, siempre se ha dicho que esta vivienda que data del 1925 fue diseñada por el conocido arquitecto Guillermo Langle. Encajada entre edificios, se ha convertido en un claro ejemplo de patrimonio arquitectónico almeriense, gracias a sus actuales propietarios Manuel del Pino y Carmen que han evitado que esta casa familiar sea sepultada por el poder del ladrillo y el cemento. 



Por último, frente a la Plaza Elena Pezzi, se encuentra la curiosa casa de la familia Fernández Berenguel, que desde 1936 mantiene sus ventanas y puertas de madera, destacando la de la cochera, aunque sus moradores la han pintado de diferentes tonos en las últimas décadas, siendo ahora de color salmón. Esta está ubicada junto a la ya desaparecida casa con porche en la que estaba la carnicería de María, a la que seguía la vivienda de Andrés Caparrós, donde se daban clases de mecanografía. 


Familias

Estas ocho casas mantienen vivo el recuerdo de aquel Villagarcía de planta baja, en el que todo el mundo se saludaba por unas calles a las que numerosos negocios de proximidad daban mucha vida. Ese barrio en el que estaba el corralón de 'Los Curicas', el chalet de Paco Romero (frente al actual supermercado Día del Paseo Marítimo), el taller de piedra y pilas de Los Carreños (donde está la oficina de Correos) o la Bodega de Las Dos Uves (ahora una tienda de decoración), la más popular en aquellos años. Un vecindario al que pusieron nombres, apellidos y muchas historias las familias Ventura, Berenguel, Luque, Salas, Rosas, Terriza, López, Sicilia o Caparrós, entre otros.


Ahora Villagarcía, un lugar rural que estaba a años luz del núcleo de la ciudad, es gracias a su cercanía con la playa y a la cantidad de servicios que haya una de las zonas más cotizadas de Almería, donde buscar un piso para comprar o alquilar es una tarea prácticamente imposible. Lo es por los precios y porque la demanda supera con creces a la oferta. 


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