Angie Denis y Laura Canis vienen de dos mundos completamente diferentes, con un pasado muy distinto y las dos llegaron a su actual puesto de trabajo por razones muy dispares. Sin embargo, tienen algo en común: son las dos únicas mujeres maquinistas de 21 conductores en la residencia ferroviaria de Almería.
La pala y el carbón, enormes y grasientas máquinas de vapor, interminables turnos y largas temporadas fuera de casa, sumados al hecho de que ‘la mili’ era la forma más fácil para acceder a la conducción de un tren, relegaron el mundo ferroviario exclusivamente a los hombres durante décadas, haciendo perdurar la idea de que no era un sector para mujeres en el imaginario colectivo hasta casi el día de hoy.
Sin embargo, estas dos chicas han demostrado que no hace falta nada más que un poco de sacrificio, una buena formación y cualificación, fe y confianza en una misma para cambiar la perspectiva de este sector.
Nunca vio un tren
Angie Denis nació en Paraguay, un país cuyo desarrollo ferroviario quedó seriamente dañado por la Guerra de la Triple Alianza. “Nunca vi un tren hasta que llegué a España con una beca para estudiar económicas”, explica la paraguaya, que ahora se ha convertido en todo una celebridad al ser la primera y única mujer en conducir un tren de todo Paraguay.
Llegar a los mandos de una de estas gigantes máquinas fue una decisión que realmente tomó de un día para otro. “Un día estaba charlando con un amigo y me comentó cómo era este trabajo. Yo al principio me mostré reacia porque no tenía ninguna noción sobre este mundo, pero me atreví y casi inmediatamente inicié el curso necesario para hacerme maquinista”, cuenta la de Paraguay.
Por su parte, Laura Canis es natural de Málaga y su vida siempre ha estado ligada a las vías del tren. “Mi padre llegó al puesto de mando de Málaga y mi abuelo estuvo en los talleres de Renfe, pero yo realmente vengo de magisterio y pedagogía”, explica la malagueña. No obstante, Laura necesitaba un cambio. “Yo trabajaba en guarderías privadas, cobrando el sueldo mínimo, lo cuál con 20 años está bien, pero cuando quieres empezar a construir un futuro estable no es lo mejor”, cuenta.
En este sentido, su padre la animó a empezar los cursos necesarios y después de meditarlo, Laura se decidió a dar el paso. “Sabía perfectamente dónde me metía”, dice.
Autoboicot
Muchas de las mujeres están de acuerdo que en ocasiones piensan que ciertos sectores laborales no son para ellas debido al desconocimiento que tienen sobre el propio sector. Algo similar sucedió tanto con Angie como con Laura. “Aprobé los exámenes teóricos, pero hasta que no hice mi primera práctica, en la máquina, sobre la vía, no sentí que ese trabajo era para mí, es que hasta entonces no había conocido la ingeniería. Desde entonces lo
amé”, recuerda Denis.
Sin embargo, Laura es consciente de que este trabajo es “desconocido” para mucha gente. “Siempre que digo que soy maquinista la gente me pregunta cómo he llegado hasta ahí. Muchos no saben que para llevar un tren todo el mundo puede, al igual que sacarse el carnet del coche”, explica.
Y es que todavía hay mucha gente que alucina al descubrir que el tren no se conduce solo, pero mayor es su sorpresa al ver que es una mujer la que lo hace. “La gente todavía no concibe que una mujer sea maquinista. De hecho, cuando me ven se creen que soy la novia del conductor”, cuenta Angie Denis.
Doble filo
Un status quo del que deriva la sensación de que a las mujeres maquinistas no se les toma tan en serio como a sus compañeros varones. “He experimentado situaciones en las que he tomado una decisión y he percibido que se me cuestionaba solo por llamarme Laura y no Pepe”, cuenta la malagueña, a lo que añade que constantemente se ve sometida a una absurda presión porque siente que tiene que que estar siempre demostrando el doble. “De todas formas, aunque tú sepas sacarte las castañas de fuego, casi siempre viene el comentario de “Ay, pobrecita”. Sin embargo, esto también es un arma de doble filo, porque de forma inconsciente se les exige más a nuestros compañeros solo por el hecho de ser hombres y se les compara con nosotras en el sentido de “mira ella lo ha hecho y tú no”, cuando jamás se hacen comparaciones entre ellos con este fin”, comenta Laura.
Siguiendo la premisa de: “Si estás cualificada, lo estás y ya está”, estas dos maquinistas, de las cinco que ha llegado a haber en Almería a lo largo de ocho años, abren la perspectiva a las demás jóvenes a un trabajo desconocido a la par que maravilloso, donde mueven a miles de pasajeros y remolcan más de 3.000 CV de potencia.
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