Almería debe ser tratada como una isla… hasta que deje de serlo

Carta del director

Imagen vía satélite de Almería.
Imagen vía satélite de Almería. La Voz
Pedro Manuel de La Cruz
21:32 • 11 may. 2024

Le apuesto diez contra uno a que usted ha sido víctima, de forma directa o indirecta, de la situación de aislamiento al que han condenado a Almería de forma cada vez más acusada y ha tenido que soportar encrucijadas similares a las que voy a hacer referencia, todas ellas reales, y que me han comunicado personas que las han padecido. Continúen leyendo y se verán reflejadas.



Arantxa decidió pasar quince días de vacaciones en la capital. Viajó desde San Sebastián a través de Madrid. El interminable laberinto ferroviario le hizo insoportable la llegada. Para regresar buscó otras alternativas menos agotadoras. Optó por ir hasta Málaga en Bla Bla Car, desde Málaga a Madrid en AVE y de Madrid a San Sebastián en bus. Insufrible.



Cristina hace un master en Madrid y aprovecha los puentes y algún fin de semana que no hay clase para regresar a Almería. Lo ha hecho en tren, en avión, en bus y en Bla Bla Car. El precio del avión y los horarios de un tren de un solo viaje al día le acaban desalentando cada vez que piensa en bajar.



Paula trabaja en Madrid. Después de explorar todas las posibilidades ha decidido hacer el viaje en Bla Bla Car. Ya ni mira el tren y, mucho menos, el avión. Sus compañeros de viaje son siempre almerienses, de cualquier edad, que están en su misma situación.



José Antonio tuvo que viajar a Bilbao con urgencia por una causa familiar de extremada gravedad. Después de una hora buscando alternativas decidió ir en taxi a Málaga; allí cogió el AVE a Madrid y, desde allí, en bus a Bilbao.



Si Cavafis hubiese vivido en Almería quizá no se hubiera atrevido a escribir su maravilloso Viaje a Itaca. Desde aquí los viajes no están salpicados por experiencias fascinantes. Son un suplicio. Salir de Almería en tren o avión es arriesgarse a ir por un desfiladero minado de tarifas dispuestas a robarte la cartera o a obligarte a cambiar de diligencia en la primera traviesa defectuosa del camino.



Por tren y avión Almería lleva decenios encerrada en un laberinto del que es imposible salir si no tienes una cuenta corriente a prueba de las balas de las tarifas de Iberia o una paciencia solo superada por Job (y, a veces, ni por el personaje bíblico).



El balance de los últimos cuarenta años es desolador: contamos con menos trenes con Madrid y Sevilla y menos aviones con la capital de España que en los años 80. Una evidencia que nadie niega. Un insulto que ningún político ha tenido capacidad de evitar. Una injusticia ante la que ningún representante ha reunido la valentía de rebelarse con el rigor y la contundencia que exige la decencia y el imperativo ético y político a que están obligados por haber sido elegidos por los ciudadanos. Ni el PP ni el PSOE han hecho nada, o casi nada, por revertir esta realidad. Las únicas propuestas que han hecho han sido- y continúan siendo- cuando estaban apostados en la oposición, nunca lo hicieron cuando estaban en el gobierno, que es el que decide o puede influir en quien decide. De Vox y Podemos, mejor no hablar. Ellos con la bandera y populismo tienen con qué entretenerse. La patria es una unidad de destino en lo universal y el poder un cielo al que hay que tomar por asalto. Teología de mercadillo para consumo de tontos.


Los socialistas construyeron las autovías y están construyendo el AVE; con retrasos injustificados en la A92 y con celeridad en la alta velocidad. El PP ni eso. En las obras del AVE lo único que pueden exhibir es que cerraron los túneles de Sorbas. Poco cemento en siete años de gobierno. Y eso que el superministro (¡qué acierto de Aznar!) Rodrigo Rato anunció que Almería estaría conectada con el Euromed por Murcia en 2005. ¡En 2005!


Pero como nada hay más inútil que aferrarse a las cosas detenidas, lo que hay que plantearse ahora es qué están dispuestos a hacer hasta la llegada de la Alta Velocidad.


Desconozco si sus señorías han pensado qué hacer para acabar con esta marginalidad que tanto lastra los intereses de los ciudadanos. Como les supongo ocupados con el futuro inmediato de su permanencia en el Parlamento- a ver qué pasa hoy en Cataluña y sus efectos- les sugiero que se pongan de acuerdo todos los representantes ciudadanos en todas las instituciones para reivindicar dos medidas urgentes de sentido común: la primera, que el segundo tren con Madrid, el de la tarde, no tenga que esperar hasta noviembre, como está previsto, sino que se adelante a junio, como va a suceder en otras provincias; la segunda, que exijan que el aeropuerto de Almería cuente con más vuelos con Madrid operados por otras compañías, además de Iberia y, en todos los casos, que la provincia sea considerada como una isla, con el tratamiento de tarifas que eso conlleva.


Almería está separada del resto de España por un ferrocarril infame y unas tarifas aéreas insoportables. El AVE podrá acabar con esta marginalidad, pero, mientras tanto, hay que hacer algo.


Hacer política no es ir a Madrid a pulsar un botón, manifestarse contra la amnistía, aclamar o atacar a Sánchez o ponerse la banderita en la muñeca. Hacer política es defender los intereses ciudadanos. Y en el tema de las comunicaciones de Almería gestionar el “mientras tanto”. Es más cansado que el gritar “que te vote Txapote” o “Pedro no te vayas”, pero es más eficaz. Y, para eso, han sido elegidos.


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