Queda poco más de una semana para que llegue junio, mes en el que arranca la temporada alta para los negocios que durante la época estival reciben con los brazos abiertos al turismo, sobre todo en lugares de costa como Almería. La hostelería se prepara a conciencia para estas fechas, en las que los comercios ven incrementado su volumen de trabajo y por consiguiente sus ingresos, aunque desde hace unos años, sobre todo tras la pandemia, los empresarios de este sector se han visto afectados por la cada vez más difícil búsqueda de personal.
Restaurantes, bares y cafeterías planifican los duros meses veraniegos a lo largo de la primavera, fortaleciendo sus plantillas ya en Semana Santa como examen previo al verano, pero la carencia de camareros se ha convertido en una problemática cada vez más difícil de solucionar para gran parte de los hosteleros almerienses y de otras muchas zonas del país, puesto que es un problema de nivel nacional.
La hostelería, sin duda, es un trabajo de mucho sacrificio, estigmatizado por sus horarios y en algunos casos con unas condiciones laborales nada apetecibles por culpa de algunos empresarios que no respetan la normativa, pero es un sector, clave en la vida y la economía de un municipio, que está sometido a numerosos impuestos, conflictos con los vecinos y cambiantes normativas, entre otros muchos problemas.
Sin relevo generacional en la hostelería
"Leí una noticia que decía que en Cantabria habían llamado a 7.500 parados para trabajar y solamente 70 acudieron a las entrevistas. Eso creo que lo dice todo", comenta Pedro Sánchez-Fortún, presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de Almería (ASHAL), que también pone como ejemplo que "en San José, que la hostelería es de temporada, los hosteleros nunca han cerrado dos días en semana y ahora lo hacen, porque no hay personal para cubrir esas horas y no encuentran gente".
El representantes de los hosteleros de Almería recuerda que "el perfil de camarero de antes, el de toda la vida, se perdió con el 'boom' inmobiliario, cuando muchos se fueron a cobrar más a la construcción". Asegura que "no se hizo un relevo generacional en la hostelería", sector en el que "se trabaja cuando los demás se divierten" y eso es "un hándicap de este trabajo para los jóvenes". Trabajar fines de semana y festivo no es plato de buen gusto, pero es una profesión en la que, entre otras cosas positivas, se libra en días "en los que no hay agobio para ir a los sitios".
Sánchez-Fortún destaca que en Almería hay aproximadamente ahora unos "6.000 demandantes de empleo que han estado vinculados con el sector hostelero" y que de todos ellos "unos 2.700 está cobrando alguna prestación". En base a esas cifras, queda claro que el verdadero problema no es que no haya personas para trabajar sino que la mayoría "no quiere hacerlo".
"Faltan profesionales, respeto y cultura del trabajo"
Uno de los muchos hosteleros afectados por la falta de personal de cara al verano, que reconoce que "cada año es más complicado encontrar gente que quiera trabajar". Regenta un popular restaurante en El Zapillo y, según su experiencia desde que abrió las puertas de su negocio en 2017, explica que "no solamente falta profesionalidad, también respeto y cultura del trabajo".
Este joven emprendedor del sector detalla que "desde la pandemia de COVID-19 cada año tenemos más dificultades para buscar a gente que le interese trabajar. Nosotros tenemos extranjeros porque es gente que realmente lo necesita, trabaja para poder vivir bien aquí y por eso vinieron desde sus diferentes países".
No maquilla que "la hostelería es un trabajo muy duro y además muchos hosteleros se aprovechan del trabajador". En el caso de su restaurante, los sueldos que se pagan van acordes con el convenio y la mensualidad neta por 40 horas de trabajo a la semana (de martes a domingo) es de aproximadamente 1.350 euros netos. Las horas extras, que se pagan aparte, a 10 euros. "Con estas condiciones, que no las ofrece todo el mundo, seguimos con dificultades en encontrar gente", admite el empresario de un negocio que en verano sube una hora a la semana el trabajo a sus empleados y , evidentemente, también repercute en sus nóminas.
El 'hándicap' del desplazamiento en el Cabo de Gata
"Últimamente la gente tiene muy poca formación y es exigente con el sueldo. Es decir, pagas buen sueldo pero a alguien que realmente te toca enseñarle porque viene de otra actividad laboral. Es cierto que el horario es duro y en esta zona hay que tener en cuenta que tienen que desplazarse desde otros sitios para venir a trabajar. Eso complica las cosas", comenta Antonio, cuya familia tiene un conocido restaurante en La Isleta del Moro, zona que, al igual que las del resto del Parque Natural, viven claramente del turismo veraniego.
Considera que "la hostelería de la mano del turismo es siempre un colchón para la gente que estudia, que se queda sin trabajo o que necesita estar dado de alta para el paro. Es decir, todo el mundo la usa, pero muy pocos sienten vocación y la cuidan".
Erika, que regenta otro negocio hostelero en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, asegura que "quedas con alguien para una entrevista y ni se presenta. Muchos dicen que saben y luego no es cierto. Encima quieren ganar más que el dueño. Y eso que nosotros pagamos muy bien al trabajador". También ve como un 'hándicap' el problema del desplazamiento, puesto que "si no tienen coche o son de la zona, al no haber alojamiento aquí, es difícil que vengan". Por otro lado, comenta que en muchas ocasiones le han llegado a decir que "están cobrando el paro y nos piden que no les demos de alta", algo que "ni se nos pasa por la cabeza".
La otra cara de la moneda
Ana María Carmona es una joven de 26 años que, después de trabajar tres años en la hostelería, y pese a estar actualmente sin empleo, tiene claro que "hasta que no encuentre un lugar en el que paguen un sueldo decente de mínimo 1.600 euros, que es lo mínimo para lo duro que es y lo que tienes que aguantar, no me planteo volver a ese sector". También se queja de que muchos hosteleros "te dicen de trabajar 30 horas a la semana pero te dan de alta 12 y así es normal que la gente rechaces esos empleos".
Por otro lado, hay que tener en cuenta el tema de la formación. Cada vez los negocios hosteleros buscan un perfil más profesional, ante la exigencia de la clientela, y algunos demandantes de empleo como Mar Muñoz, de 32 años, considera que "en muchos sitios que ofrecen muy buenas condiciones ponen requisitos cada vez más altos y los responsables de estos bares no están dispuestos a enseñar a la gente que empieza en la profesión".
Fotografía de Minervastock de Deposit Photos.
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