Cuando salió la querida A.D. Almería

Se cumplen 53 años del nacimiento del club fundado por Ángel Martínez

En esta imagen aparece el jugador Amarilla, que se vistió por última vez de rojiblanco aquella temporada.
En esta imagen aparece el jugador Amarilla, que se vistió por última vez de rojiblanco aquella temporada. La Voz
Eduardo de Vicente
20:07 • 16 jun. 2024

Después de las desapariciones del Atlético de Almería y del C.D. Almería, en poco más de una década, eran pocos los aficionados que creían de verdad que en esta ciudad podía llegar a echar raíces un club de fútbol. 



De niño, siempre me sorprendió una frase que se repetía a menudo y que decía: “Aquí no hay afición para poder mantener un equipo”, y quizá por ello estábamos condenados a las decepciones continuas a no tener un club que le diera nombre y prestigio a la provincia como ocurría en ciudades tan cercanas como Granada o Murcia. 



¿Qué tenía Almería para que ningún proyecto cuajara?  La respuesta era siempre la misma: faltaban apoyos, el apoyo de la afición que siempre dudaba a la hora de sacarse el abono y el apoyo de las empresas que nunca hicieron causa común para echar una mano en los momentos que más falta hacía. Así, todo dependía siempre del loco de turno, del aventurero que se jugaba su dinero en el fútbol y que acababa haciendo las maletas y huyendo antes de que le costara la ruina.



Con este panorama, con esa sombra latente de dos desapariciones consecutivas, nació, en el mes de junio de 1971, un nuevo proyecto, una nueva ilusión y un nuevo desengaño, la A.D. Almería, a la que tanto quisimos.



Al frente estaba un joven empresario de la construcción que con la marca Remasa empezaba a sonar fuerte en la ciudad. Era Ángel Martínez, el nuevo presidente, el que una mañana de verano apareció en los periódicos anunciando que tras la fusión de Plus Ultra y Pavía había llegado el momento de un nuevo club que pronto nos representara a todos en categoría nacional.



Ángel Martínez, que había empezado su relación con el fútbol apoyando al modesto Arenas del Zapillo, se reunió de un grupo de amigos y hombres del deporte entre los que estaban Domingo Morales  Moreno, Joaquín Carretero Rodríguez, Carlos Ruiz Miras y José García Hueso.



El primer paso que dio la nueva directiva fue buscar un local para montar la sede, que quedó instalada en el número dos de la calle Álvarez de Castro. Sin tiempo para pensar demasiado, se buscó un entrenador, recayendo la responsabilidad en Santiago Errazquin, y se comenzó a montar una plantilla partiendo de jugadores de la tierra que habían destacado en las últimas temporadas como Zapata, Reyes, Cayuela, Maxi, Rojas, Carmona, Morilla, Mirlo y Bartolo, entre otros.



En la primera temporada, 1971-1972, se partía de lo más bajo, que era la categoría de Primera Regional, con la idea de dar el salto inmediatamente a Tercera División. Se contaba con un presupuesto que rondaba los cuatro millones de pesetas, pensando que con este dinero había grandes posibilidades de lograr el objetivo. 


El primer fichaje que realizó la A.D. Almería fue el del guardameta Pedrosa, que también fue el más caro. Venía del Linense con la aureola de convertirse en uno de los pilares del equipo. Poco a poco se fueron sumando nombres de jugadores: Juanín, Bartolo, Mirlo, Alfonsín, Chacón, hasta formar una plantilla amplia y costosa. Las nóminas de los futbolistas en aquella primera temporada superaba la cantidad de 90.000 pesetas mensuales. 


Uno de las últimas incorporaciones fue la de Florencio Amarilla, que venía como figura después de haber triunfado en el CD. Almería unos años antes, pero que ya no volvería a recuperar su condición de ídolo local por culpa de los años y de las lesiones.


A pesar de las ilusiones que generó el nacimiento del nuevo club, la respuesta no fue la esperada y la afición falló a la hora de retirar su abono. Costaba muchos esfuerzos recaudar el dinero todos los meses para pagar los sueldos, pero el equipo siguió adelante y consiguió el ascenso a categoría nacional tras una eliminatoria igualada frente al San Fernando.


Fue el comienzo de una hermosa y trágica historia en la que en diez temporadas los aficionados vivimos el sueño de pasar de Regional a Primera División para acabar desapareciendo.


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