La diligencia que venía del desierto

Bernabé Navarro García tenía el servicio de diligencias entre Tabernas y Almería

Bernabé Navarro, el hombre de la diligencia, en una fotografía hecha en el estudio del prestigioso retratista Mateos.
Bernabé Navarro, el hombre de la diligencia, en una fotografía hecha en el estudio del prestigioso retratista Mateos. Eduardo de Vicente
Eduardo de Vicente
20:09 • 06 ago. 2024

En enero de 1880 empezó a funcionar una línea directa de transporte para pasajeros entre Tabernas y Almería. Era un coche-diligencia con tiros dobles de caballos propiedad de la empresa de don Pedro Fernández Muñoz y Compañía



Para dar el mejor servicio al público, los propietarios contrataron al mayoral más acreditado de la provincia para que guiara los caballos. Se llamaba Antonio Mateos y era conocido popularmente con el seudónimo de ‘El Valenciano’, famoso por ser el conductor de ‘El Trueno’, que estaba considerado uno de los carruajes más rápidos de aquellos tiempos y también el más atrevido, capaz de desafiar los malos caminos y los temporales. 



‘El Valenciano’ era uno de los pocos cocheros de la época que se habían atrevido a recorrer de noche las estrechas veredas que llevaban a Canjáyar. Hacer el servicio por aquellos senderos de la sierra acreditaba a cualquier conductor y le concedía un prestigio de por vida. Pronunciar el nombre de ‘El Valenciano’ era un seguro para los pasajeros, por lo que se dieron casos de personajes importantes de la época que exigían a la hora de contratar una diligencia para hacer un viaje complicado, que estuviera manejada por el considerado cochero.



En sus últimos años conduciendo coches de caballos, ‘El Valenciano’ estuvo al servicio de un joven empresario instalado en Tabernas. Se llamaba Bernabé Navarro García y además de su excelente preparación para los negocios, traía la experiencia que le daba el haber sido mayoral en su tierra. Era un hombre valiente, alto, fuerte, y con ganas de hacer carrera en esa aventura que para él y su familia supuso abandonar Lorca para venirse a un pequeño rincón de la provincia de Almería.



A comienzos del siglo veinte, Bernabé Navarro potenció el servicio de diligencias con dos coches diarios a la ciudad. Todos los días, a las cinco de la mañana, salía el primer carruaje desde el parador de Las Angustias. Don Rafael Guirado Díaz, que durante décadas fue propietario de dicho parador, se había asociado con Bernabé Navarro para la explotación de la línea y había montado un negocio paralelo de hostelería que le dio bastante rentabilidad. A las cuatro de la mañana ya lo tenía abierto para servir los desayunos a los viajeros.



La diligencia a Almería salía antes de que amaneciera para poder llegar a la ciudad poco después de las ocho de la mañana. Eran más de tres horas de viaje en las que el coche iba cogiendo y dejando pasaje en su tránsito. Paraba en todos los pueblos del camino, no sólo a recoger viajeros, sino también para hacer encargos y subir a los cosarios que al menos un par de veces en semana, se encargaban de ir a la ciudad para cumplir con los recados de los vecinos. En cada pueblo había al menos un cosario. Cuando alguien necesitaba una medicina o comprar algún artículo que sólo era posible  encontrarlo en la ciudad, recurría al cosario para que le hiciera el servicio. Los cosarios hacían compras, traían cartas para entregarlas en mano y repartían noticias como si fueran reporteros. 



Cuando Bernabé Navarro se quedó con los coches de Tabernas y posteriormente con la línea de diligencias que llegaba hasta Berja y el Poniente, se encargó también de organizar el servicio de cosarios en las fondas de la ciudad. Al cosario de Tabernas se le podía encontrar o dejar el recado en la posada de los Alamos, la más famosa de la Puerta de Purchena. Por la posada del Príncipe, en Obispo Orberá, pasaban los cosarios de Cobdar, Tahal y Ugíjar



En la calle de Jovellanos había dos posadas, la del Catalán, donde paraban los cosarios de Garrucha y de Roquetas, y la del Capricho, cuartel general de los cosarios de Dalías, Lubrín, Albuñol y Uleila. En la posada de San Rafael, en la calle Marco, operaban los cosarios de Lucainena de las Torres y Darrical y en la misma calle, en la posada llamada la Rosa, se podía encontrar al cosario que hacía la ruta de Níjar y sus aldeas


La diligencia de Tabernas paraba cinco minutos en cada pueblo y diez minutos en el paraje de los Baños de Alfaro, antes de llegar a Rioja, para el avituallamiento de los caballos. En aquellos primeros años del siglo pasado, los más de treinta kilómetros que separaban el pueblo de la ciudad se hacían por rutas que apenas habían cambiado durante siglos, la mayoría caminos de tierra que en los días de lluvia se ponían intransitables. A veces, si la tormenta era fuerte y salían las ramblas, los coches se quedaban aislados y el servicio se suspendía. 


Bernabé Navarro vivió la revolución que supuso el cambio, lento y progresivo, de las viejas diligencias de caballos a los primeros vehículos con motor que llegaron a Almería para dedicarse al transporte de pasajeros.  Su hijo, Bernabé Navarro Sierra, que desde los dieciocho años ya era conductor, fue de los primeros que condujeron un coche de motor en Tabernas, antes de entrar de chofer con Alsina Graells.


Temas relacionados

para ti

en destaque