Tenía la boca pequeña, como la nariz, unos ojos redondos como una luna llena y media sonrisa instalada sobre unos labios de carmín donde solo se echaban de menos las palabras. Parecía que se iba a poner a hablar de un momento a otro; parecía que aquella mirada a medio camino entre la alegría y la tristeza trataba de decirte algo; parecía que quería rozarte con sus manos y abrazarte.
La Mariquita Pérez fue la muñeca de lujo de la posguerra, una revolución en el mundo del juego infantil que iba a enterrar a las pobres y desfasadas muñecas de trapo que fueron envejeciendo en los antiguos baúles de las familias. Se trataba de una muñeca que estableció un nuevo sentido del juego, el significado de la muñeca en sí, sus vestidos que iban cambiando, sus complementos que se podían comprar sueltos, su condición de niña que le concedía el estatus de ser una amiga de sus dueñas.
Las primeras Mariquita Pérez que vinieron a Almería las traían de Madrid por encargo para las hijas de las familias pudientes que podían permitirse los cerca de veinte duros que costaba el juguete en 1941. Tener una Mariquita Pérez era un signo de distinción, un detalle que marcaba diferencias en una ciudad tan llena de pobres como era Almería en unos tiempos donde la única aspiración de la mayoría de las niñas era que sus padres les compraran para Reyes una humilde muñeca de cartón de las que diseñaban en el taller de doña Nieves Pérez Rodríguez. Fue una fábrica de muñecas que instalaron en 1945 en la calle Navarro Rodrigo, frente a la Compañía de María, donde llegaron a trabajar doce muchachas y dos técnicos, y en la que en los tiempos de mayor apogeo se llegaron a confeccionar cuarenta muñecas diarias.
La Mariquita Pérez se puso de moda en Almería a mediados de los años cuarenta, cuando una tienda, ‘La Cigüeña Blanca’, la trajo en exclusiva como el gran regalo para Navidad. “Mariquita Pérez, que bonita eres”, repetían con insistencia los anuncios de los programas de radio locales. Porque la Mariquita Pérez fue una muñeca vinculada desde su origen a la radio, tanto que llegó a tener su propio programa que se emitía a nivel nacional con el nombre de ‘Los Jueves de Mariquita’. El programa se realizaba los jueves porque era la tarde en la que los niños de la posguerra no tenían colegio. Las madres y sus pequeñas compartían una hora de radio semanal y muchas enviaban fotografías de sus hijas con la muñeca entre los brazos para participar en el concurso en el que se premiaba a la niña que más se parecía en el vestuario y en el peinado a su Mariquita Pérez.
‘La Cigüeña Blanca’ era una tienda dedicada a las confecciones para señoras y niños que se hizo célebre en Almería por su apuesta en exclusiva por la Mariquita Pérez. La tenían como una reina, como el artículo más atractivo del negocio y la exponían permanentemente en uno de los escaparates como reclamo de pequeños y mayores. Todos los días del año la muñeca estaba asomada a las vidrieras del establecimiento luciendo su amplia colección de vestidos y peinados.
Cuando llegaban los primeros meses de cada curso escolar, las Mariquita Pérez de Almería aparecían vestidas con los uniformes de los colegios femeninos más importantes de la ciudad. Por Feria, las adornaban con trajes de gitana y en Semana Santa las disfrazaban de mantillas.
En los días de Navidad se formaban colas ante el escaparate de la tienda y eran muchas las niñas que sabiendo que nunca podrían tener aquella muñeca de lujo se desahogaban mirándola e imaginándola en sus juegos.
La Mariquita Pérez llegó a ser tan famosa que a veces recibía un trato más parecido al de una persona que al que le correspondían por su simple condición de muñeca. En el verano de 1947, con motivo de la celebración de la verbena popular que cada año organizaba la Asociación de la Prensa en la Terraza del Tiro Nacional, el gran aliciente que los organizadores utilizaron como gancho para llenar la sala fue el sorteo de “una preciosa Mariquita Pérez por gentileza de la Cigüeña Blanca”.
Tal era el atractivo del juguete que hasta la tómbola de La Caridad, que fue uno de los acontecimientos más importantes de la Feria de 1949, tuvo que recurrir al tirón de la Mariquita Pérez en su campaña publicitaria. Aquel año, las muchachas de la Juventud Femenina Católica donaron a la tómbola catorce trajes de la colección de Mariquita Pérez.
En los talleres de corte y confección de la ciudad, las modistas realizaban muchos vestidos de encargo para que los luciera la muñeca de moda y no había carta de Reyes Magos en la que las niñas no pidieran la Mariquita Pérez, aunque fuera un sueño imposible para algunas. Cuando la Mariquita Pérez llegaba a una casa no tardaba en convertirse en un miembro más de la familia.
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