Enrique de Amo Artero, catedrático de Matemáticas de la UAL, respira en la jungla universitaria. Pero no solo. De izquierdas. Católico. Activista social. Formador de doctores. Abuelo. Futbolero. Investiga números que cabalgan hasta los infinitos.
60 años. En forma. ¿Se lleva bien con agosto?
Estupendamente: cargar energías para el nuevo curso y disfrutando a tiempo completo de pareja, hijas, nieta...
Niegue o afirme este axioma: ¿El docente es mejor cuanto más se acerca a la jubilación?
Me quedan muchos años. Los estudiantes tienen siempre la misma edad, ¡y yo ya tenía más de 40 años cuando nacieron! Hay un salto generacional que nos da referentes sociales distintos a ambas partes. El objetivo es descubrir si hay un interés común de enseñanza-aprendizaje.
Escuela de futuros doctores. ¿Cómo surge el reto?
La llegada de un nuevo rector coincidió con una situación profesional dedicada a la docencia e investigación, tras mis dos mandatos como decano de la Facultad de Ciencias Experimentales. Su propuesta como director de la EIDUAL fue de inmediato una fuente de ideas nuevas desde el trípode de la movilidad, la internacionalización y la interdisciplinariedad. Se ha dotado al equipo que dirijo de nuevas incorporaciones, que están repercutiendo en una eficaz gestión.
Es un activista. De izquierdas. ¿Dónde nace ese compromiso?
Mi presencia en cualquier ámbito me ha llevado a la asunción de tareas de liderazgo personal y compromiso colectivo. Esto, desde una fe que se forjó desde muy joven en la Juventud Estudiante Católica (JEC), en el indisoluble lazo entre la reflexión y la acción (el “A Dios rogando, pero con el mazo dando”), me llevó a verme “a la derecha de Dios y a la izquierda de los hombres” (risas).
En la práctica, digo.
Mi práctica pública se vio envuelta en dinámicas de grupos de izquierda ideológica. ¿Podría hoy estar en en la derecha? No sé, pero la reflexión natural sobre el compromiso con la “res pública” de Descartes me ubicó en una gestión del bien común desde la mayoría social que representan los más débiles (...). No son últimos porque quieren, sino porque no se crean condiciones de acceso en igualdad para cualquier persona a los bienes que deben ser comunes.
22 de julio, el día que más se aproxima al número Pi. Y usted nació el 26.
La fracción 22/7 = 3,14... Es la mejor aproximación racional de Pi que nos ofrece el calendario. Y 26/7 = 3,71... ¡Es una barbaridad!
¿Comparte el teorema de Gôdel, el de los axiomas sobre Dios?
El Dios en el que yo creo es el de Jesús de Nazaret, el que nos dice dos cosas: ámate a ti y, después, a tu prójimo con esa misma vara de medir. Es el Dios que no puede perderse en ningún debate de ideas: es un Dios que nos urge para la vida en plenitud como hermanos y hermanas. El Dios de los filósofos es, siempre, un Dios a medida de las propias necesidades; como el Dios de los ateos. De Gödel, la idea que más me gusta es considerar “Dios existe” como uno de los “indecidibles” en construcción axiomática.
Usted es católico. Ha trabajado con el obispo Antonio. ¿Qué le dice a los profetas del negacionismo?
A quien no quiere oír ni ver no se le debe insistir. Aquí cobra todo su significado el Jesús que en la cruz supo descubrir que, quien obra mal, lo hace antes por ignorancia que por maldad.
Empiezan a ponerse de moda los científicos creyentes.
El diálogo Fe-Ciencia es muy fecundo, y solo puede darse y entenderse desde el respeto mutuo a los ámbitos que le son propios a cada uno de ellas. Cada una sabe de sus límites. Desde el magisterio de la Iglesia se tiene muy claro, con cualquier Papa, que cada avance científico ha de valorarse como una nueva realización del proyecto de Dios que habrá que saber incorporar al cuerpo de producción teológica, si fuese el caso.
¿Cómo se puede acabar con el tópico de que un comunista está obligado a no creer en Dios?
No me preocupa en absoluto: con los tópicos se vive mucho mejor. La práctica de la vaguedad intelectual está muy extendida y promocionada. Esta es una de las cosas que se cura leyendo y escuchando; y no estamos ahora para ninguno de estos asuntos.
Su vida está siendo rica, pero no exenta de golpes. El último, el de su madre. ¿Qué tiene de ella Enrique de Amo?
Se cumplirán dos años en octubre; y comenzamos este verano enterrando a mi hermana. Todos nuestros seres nos dejan huella: la de una madre es indeleble. La de mi madre fue descubrir que, con esfuerzo y dignidad, se puede lograr todo (...). Y siempre riendo.
¿Qué se cura con la lectura?
La ignorancia, la impaciencia, el egoísmo.
¿Y con los números?
El “anumerismo”. Bajo la capa del comentario absurdo de “Soy de letras”, nos perdemos saber leer las noticias y los datos de un periódico o comprender nuestro significado absolutamente infinitesimal en el universo.
Hablando de tópicos. Le gusta Antonio Machado.
Su Juan de Mairena es una pieza impresionante. ¡Cuánta sabiduría! Tenemos unos compatriotas brillantes (...), pero leer poesía de distintos países aún enriquece más.
Y el fútbol. Geometría pura.
Cómo en el fútbol un sistema del 4-4-2 o un 5-3-2 o un 4-2-3-1 ayuda a cubrir mejor los espacios en el terreno de juego es matemática pura (...). El deporte ha alcanzado un gran aliado en las matemáticas.
¿Con qué teorema podría probarse que no consiente en exceso a sus nietos?
Mi nieta me hace descubrir... ¡que es hija de mi hija mayor! Y que yo me basto para consentirla: educarla es tarea de ésta (risas). Pues tal vez me quede con el teorema del carácter local de la continuidad: “Si una función continua en un intervalo no tiene un cero en un punto, entonces tampoco lo tendrá en todo un entorno de ese punto...”. Porque “todo se hereda en esta vida”.
¿Qué base matemática explica un momento feliz en su vida?
Hace 16 años que estudio Teoría de Cópulas (risas). En serio: mi campo de investigación es el del Análisis Infinitesimal o Análisis Matemático: descubrir que el todo tiene esas pequeñas partes y cómo cada una de ellas es esencial para saber el resto. Saber sumarlas todas (...) es mi trabajo profesional y mi compromiso vital.
Como en Mates soy malo, ahí va: ¿Cuál es su idea de infinito?
¡Hay muchos infinitos! Y para las matemáticas (...) es una herramienta tan útil como extraña. Pero no solo lo encuentras en lo inabarcable, también en lo sencillo: entre el 0 y el 1 existe una infinidad de números. Del mismo modo, en la expresión de cada número, por ejemplo de Pi, se esconde la singularidad de su ser: una sola de sus cifras y ya tienes otro número diferente (...) ¿No me digas que no estamos ante una utopía?
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