Unos vecinos decoran su calle a modo de protesta por el abandono de esta

Con guirnaldas, decoraciones hechas a mano, una mesa a rebosar de comida y una humeante plancha: así es como los vecinos de la calle del Cucarro han decidido recuperar la tradición de sus abuelos consistente en salir a la calle con sillas para disfrutar del buen tiempo y de la compañía de las personas del barrio. 

La idea surge con la mudanza de varios vecinos nuevos. Isabel López, vecina del Cucarro de toda la vida,  decidió que ya era hora de que se conocieran aquellos que vivían puerta con puerta. Así, hizo llegar a todo el vecindario un comunicado que contenía una cita y una petición.

El resultado de la cita fue una exitosa reunión social con comida, bebida y música de por medio. Por su parte, el de la petición es una calle decorada con originales adornos multicolores hechos a mano a partir de botellas de leche, plásticos de alimentos y otros materiales reciclados que permanecerá así hasta que “acabe la feria”.

“Nos reunimos para recuperar nuestras costumbres y tradiciones: la de salir a la calle con los vecinos a tomar el fresco y pasar las noches aquí, charlando”, explica Isabel, quien tras recorrer el mundo con una maleta regresó al barrio que la vio nacer. “No pude evitarlo, este es mi hogar”, reconoce.

 No es la única enamorada de su calle. José Ángel Miguel representa el relevo generacional característico de la zona: sus abuelos vivieron en el Cucarro, sus padres también y ahora es él el que disfruta del acogedor ambiente junto a sus dos hijas. Lamenta, sin embargo, que hay cosas que “han cambiado mucho”: “Antes te podías tirar dos horas para ir de la farmacia que hay al final de la calle hasta tu casa, porque estaban todas las vecinas en las puertas y te paraban para charlar. Ahora eso ya no ocurre, es lo que queremos recuperar”, recuerda.

Aunque el buen humor y la camaradería fueron la tónica dominante del encuentro, la reunión tenía un fin último, fruto de un problema que los vecinos necesitan solucionar: “Queríamos conocernos todos para hacer una petición conjunta al Ayuntamiento para que arregle la calle”, reconocen. 

“Lo que queremos con todo esto es reivindicar que esta calle está dejada de la mano de Dios. Pedimos un saneamiento total de la calle y no soluciones por parches”, explica Andrés Castro, que lleva más de tres lustros en la zona. 

Denuncian que los servicios de limpieza no pasan nunca por allí, por lo que tienen que “limpiar los excrementos de los perros” ellos mismos. Reclaman también que los basureros pasen más a menudo a vaciar los contenedores y que la luz de las farolas sea más intensa, ya que “es una zona muy oscura”. 

Pero si hay una mejora que consideran indispensable es la reforma de la propia calle a través de una obra: “Las aceras y la carretera cuentan con hundimientos, el asfalto está en muy malas condiciones y además creemos que todavía queda algo de amianto en las instalaciones del agua”, denuncia Castro, a lo que Isabel añade la poca accesibilidad de la calle: “Necesitamos que las aceras sean más transitables para nuestros mayores y para los discapacitados”. Ante las quejas de los vecinos, la respuesta del Ayuntamiento no se ha hecho de esperar: anuncian que la reparación se hará cuando llegue septiembre.