A finales de los años sesenta el viejo y maltrecho cauce de la Rambla, frontera que separaba la ciudad, se acercó un poco más a la vida de los almerienses con obras tan importantes como la construcción de un Parque Infantil de Tráfico, la puesta en marcha de dos pistas polideportivas y la instalación de un circuito con pistas de prácticas para los conductores de automóviles que aspiraban a sacarse el carnet.
La puesta en marcha de las pistas de las auto-escuelas llegó con polémica, ya que existía una orden de la Comisaría de Aguas que impedía el estacionamiento de vehículos en el cauce, un escenario peligroso, expuesto continuamente a los efectos de las riadas. A pesar de que el lugar no parecía el más apropiado, las auto-escuelas consideraban que era el sitio perfecto porque estaba en el mismo centro de Almería y además la puesta en funcionamiento de estas pistas contribuía a mejorar el aspecto de la Rambla, que ofrecía la imagen en algunos tramos de un auténtico vertedero.
Fue una época en la que el cauce se llenó de coches, no solo los que utilizaban las auto-escuelas para sus clases, también los coches de los vecinos de aquella manzana que aprovechaban el abandono y la soledad del lugar para aparcar libremente. La vieja Rambla, en la que habíamos visto circos, teatros, carreras de atletismo, kioscos y espectáculos de Feria, se transformó de pronto en el paraíso de las auto-escuelas y allí trabajaban a destajo, a veces hasta de noche, debido a la alta demanda de clientes que soñaban con tener en sus manos el ansiado carnet de conducir en un tiempo donde todo el mundo quería tener coche.
No fueron las únicas pistas que se montaron en el cauce. En 1969, en plena fiebre de la campaña ‘Contamos contigo’, que pretendía inculcar en la juventud el amor al deporte, se aprobó el proyecto de instalar un escenario con dos pistas polideportivas en la misma Rambla para uso y disfrute de toda la ciudad.
En el mese de junio dieron comienzo las obras, que contemplaban también la construcción de casetas para los vestuarios. Para ponerlas en marcha, la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes aportó una subvención de quinientas mil pesetas. Los trabajos se prolongaron durante varios meses, pero antes de que estuvieran completamente terminados, la tormenta del mes de enero de 1970 se los llevó por delante, convirtiendo las pistas recién hechas en un erial. El agua arrastró también el presupuesto destinado para las pistas y dejó el proyecto a medio hacer de por vida. Las dos pistas polideportivas humanizaron durante aquellos años la Rambla de Belén, aunque nunca llegaron a estar terminadas ni contaron con los vestuarios que contemplaba el proyecto sobre el papel.
El gran proyecto de humanizar nuestra maltrecha Rambla se completó unos meses después con la puesta en marcha del Parque Infantil de Tráfico en el último tramo del cauce. Las obras se iniciaron a toda máquina, ya que había que tener acondicionado ese trayecto de cauce para que sirviera de escenario a las finales de los Campeonatos Nacionales de Tráfico en categoría infantil. Los trabajos se dejaron en las manos del contratista don José Herrada Delgado, con un presupuesto inicial de cerca de un millón y medio de pesetas, cantidad que se quedó corta cuando finalizaron las obras.
Se eligió el tramo sur del cauce, frente a la Plaza Circular, para instalar allí un espacio lúdico destinado a los juegos de los niños y a la reivindicación de la educación vial, que a finales de los años sesenta empezaba a considerarse una materia más en los colegios. Pero las buenas intenciones de las autoridades no tardaron en chocar de frente con la realidad y toda la tramoya del cauce acabó expuesta a los temporales de lluvia que imponían su ley llevándose todo por delante.
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