Domingo, 17 de noviembre de 2024, mediodía. Como un mazazo recibimos la fatal noticia del fallecimiento de nuestro amigo y compañero Wenceslao Mellado Vergel (Almería,1960 – 2024). Su lucha ejemplar de los últimos siete meses contra el cáncer acabó al filo de la preparación administrativa de su jubilación. Ha sido la suya una trayectoria vital intensa donde la grandeza, máxima expresión de la excelencia y de la generosidad, y la bondad, en su más elevada consideración, marcaron sus 64 años de existencia.
Wenceslao, Wences, que había nacido un 1 de julio en Almería, era sencillo, cercano, amable, exquisito en las formas, riguroso, honesto, servicial y conciliador. Desde joven demostró una madurez ejemplar. Las circunstancias, orfandad de padre, hicieron que tuviera que asumir responsabilidades familiares como hijo mayor, de manera modélica, como bien reflejaron sus propios hermanos y familia en la despedida que le dedicaron tras el oficio religioso del lunes, 18 de noviembre (al final reproducimos el texto).
Con mucho esfuerzo alcanzó una sólida formación, se licenció en Empresariales, y se incorporó a la carrera administrativa en noviembre de 1981, formando parte de la plantilla del Catastro, hasta 1986. Logró aprobar las oposiciones al cuerpo de Gestión de la Hacienda Pública y en abril de 1986, junto a su compañera Fátima Maturana, se incorporó a la delegación del ministerio de Economía y Hacienda de Almería. Superado el periodo de prácticas, en mayo de 1986, tomó posesión como jefe de negociado. En enero de 1992 pasa a formar parte de la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT), como jefe de sección y posteriormente como jefe de servicio. Siempre, desde los principios, encuadrado en la dependencia de Gestión Tributaria, donde coordinó parcelas propias como las de censos y requerimientos, recursos o información. En total, su trayectoria profesional, sumaba 43 años y 18 días. Era uno de los decanos en la plantilla de funcionarios y su huella, por su dedicación y entrega al trabajo, es imborrable en la delegación desde el último tramo del siglo XX hasta nuestros días.
El 8 de marzo de 2019, en plena pandemia, recibió la distinción medalla por Méritos Relevantes, que concede la Presidencia de la AEAT, en reconocimiento a su contribución profesional de forma sobresaliente en la “consecución de los objetivos” de la Agencia Tributaria. El acto, vía videoconferencia, estuvo presido por el director de la AEAT, Jesús Gascón. En aquella ocasión, se puso de relieve la “exquisita profesionalidad” de Wenceslao Mellado, actuando siempre con “prudencia, competencia y espíritu de colaboración con el resto de dependencias y áreas de la delegación”. Junto a la distinción, recibió un video donde sus compañeros, que no pudieron asistir al homenaje, le mostraron el cariño, admiración y aprecio que le tenían.
Wenceslao Mellado, a lo largo de sus más de cuatro décadas de servicio a la administración, hizo gala de una honestidad intachable y de una lealtad a la institución y al trabajo ejemplares. Siempre estuvo movido por atender con las mejores soluciones a los planteamientos de los contribuyentes, buscando y hallando las herramientas y medios más oportunos y eficaces para atender sus demandas en las condiciones más ventajosas. Si la amabilidad presidía sus relaciones con los ciudadanos, aún más significativa era en el trato cercano con los compañeros a los que ayudaba y aconsejaba con rigor, paciencia y mesura. Su sonrisa atrapaba y su generosidad era desbordante con todos. Ni un mal gesto, ni una palabra altisonante.
Como jefe ha marcado otra época y estilo en la Agencia Tributaria, sabiendo formar un auténtico equipo con todos los que estuvieron bajo su dirección. Con humildad, compañerismo y sabiduría robusteció un servicio más que preparado para afrontar la gran trasformación digital que vive la administración con la implantación integral del expediente electrónico. En un ambiente cordial y de camaradería formó un grupo humano donde todos eran y se sentían importantes. De ahí que llegara, por parte de sus subordinados, a calificar cariñosamente al colectivo como ‘Rancho de la uve doble’, por la W de su líder, Wences.
Humildad, sencillez
Los elogios hacia la persona y profesionalidad de Wenceslao siempre fueron una tónica por parte de amigos, conocidos y compañeros. A raíz de su fallecimiento afloraron múltiples anécdotas y comentarios donde reflejaban la “humildad y el ejemplo que representaba para todos”, “su espíritu de servicio y el poder resolutivo para encontrar soluciones y resolver situaciones difíciles ante el fisco de números contribuyentes”, “era más un amigo y compañero que un coincidente laboral”, “una bellísima persona que ya descansa en paz”, “un ser insustituible en su entorno de amistades y en el plano profesional”, “nos dejan los mejores, los auténticamente buenos y grandes” o “siempre en primera línea, atendiendo al ciudadano y a los propios funcionarios, su labor, a veces, no reconocida, era fundamental en la información tributaria en Almería”.
Las muestras de cariño y admiración se multiplicaron en marzo de 2019, cuando en plena pandemia, sus compañeros, de forma masiva, como ha quedado reflejado, le dedicaron un sentido homenaje en soporte audiovisual, que llegó a llenarle de emoción y agradecimiento.
“Wences es la bondad”, texto que reproducimos a continuación, sirvió a la familia para despedir a su ser querido:
“El exceso sin freno, de una bondad que venía prendida en sus genes y de la que no supo desprenderse para ser libre. Su niñez venía bañada de inteligencia y de niño bueno. Yo que viví detrás de sus pasos, siempre tenía la ventaja de tener un hermano mayor que dejaba huella. Esa huella que marcaba, aunque la intentaran borrar. Nos enseñaba con su ejemplo. Tímido y coherente hasta su final. Primogénito, se saltó la adolescencia, por necesidad obligada, por la muerte anunciada de nuestro padre. Y con 17, sin ningún carné, se hizo cargo del timón en medio de una tempestad que hacía temblar los cimientos de una familia a punto de quebrarse. Y nos enseñó que la responsabilidad no sabe de edades. Y él, de un 25 de septiembre, al día siguiente. se hizo hombre. Y nos sacó de un mar que amenazaba con ahogarnos. Siempre fue el salvavidas de nuestra madre, y Ella, que era el puerto donde acudíamos a cobijarnos, lo acogía para aliviar sus penas. Con esa complicidad, que en secreto ellos conocían, lo admiramos como merecía. Como un faro de luz intensa y generosa. Esa generosidad le impedía juzgar a nadie. Y justificaba cualquier acción, por injusta que fuera. Su condición humana fluía de su bondad. Y su espacio lo llenaba de calma y serenidad. Y un día sonrió y después la soltó. Y nos dejó con la duda de su felicidad. Y con la tranquilidad de su libertad elegida. Caminará junto a mi hasta que un día me reúna con él, y siga demostrándome que sigue siendo mi ejemplo. Aunque el tiempo no ha respetado tu existencia, descansa y donde estés. Sigue alumbrando nuestras vidas”.
Para quienes compartimos con Wenceslao más de tres décadas de trabajo intenso en la administración tributaria, codo con codo, día a día, es doloroso decir adiós a una persona a la que se le tenía tanta empatía, cariño, respeto y consideración. Siempre estará en nuestros corazones y en nuestra memoria, en la de todos los que le hemos querido. Nuestra más sincera condolencia a su familia, en especial a su esposa, hijos y hermanos. Descansa en paz, amigo y compañero.
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