Una pedanía almeriense recupera su romería tras 60 años de olvido y lucha

Los vecinos resucitan esta tradición para pedir agua y servicios básicos a la instituciones

Arriba la antigua talla de la Virgen en su altar, abajo la iglesia-escuela en la actualidad.
Arriba la antigua talla de la Virgen en su altar, abajo la iglesia-escuela en la actualidad. La Voz
Marina Ginés
09:37 • 03 dic. 2024

Este sábado, un trozo de historia olvidada volverá a latir en las calles de una pedanía almeriense. Tras seis décadas, la Virgen de la Inmaculada volverá a vivir su día grande en una romería que celebrará no solo la tradición, sino también la resistencia y la lucha por un futuro mejor en Cuevas de los Ubeda. Aunque este pequeño pueblo, situado a 25 kilómetros de la capital, parece alejado del bullicio de la ciudad, sus vecinos siguen luchando por lo que consideran justo: el reconocimiento, la atención y los servicios básicos que merecen.

La historia de Cuevas de los Úbeda es la de un pueblo marcado por el paso del tiempo y la falta de recursos, pero que se mantiene firme. Hoy, con apenas 4 o 5 matrimonios residiendo de forma permanente, más de 100 personas se agrupan cada vez que se celebra una festividad para mantener viva la esencia de su comunidad.

Hace más de 60 años, la construcción de la conocida como ‘Iglesia-Escuela’ dio inicio a las primeras procesiones en honor a la Virgen de la Inmaculada. Gracias a la dedicación de la maestra Doña Rosita, que compró la primera imagen de la Virgen, el pueblo celebraba sus fiestas con unión y alegría. Sin embargo, hoy, la iglesia ya no es más que una ruina. La figura de la Virgen fue donada a otra parroquia y nunca más regresó a las calles del pueblo.

“Siempre le preguntaba a mi abuela por qué en todos los pueblos se celebraba la Virgen y en el nuestro no”, comparte un vecino, con la emoción a flor de piel. Esta romería, para muchos, es mucho más que la recuperación de una tradición perdida: es un símbolo de unión y esperanza.

Al no poder recuperar la imagen original, los vecinos han decidido restaurar la festividad con sus propios medios. Entre todos, han recaudado dinero para comprar la nueva talla de la Virgen, el manto y la ropa, y así devolverle a la Virgen de la Inmaculada el lugar que le corresponde en su pueblo.

Este sábado, la jornada comenzará con el rezo del rosario. A las 12 del mediodía, los vecinos acompañarán a la Virgen en una romería impregnados de polvo y sol, pero llenas de un inmenso sentimiento de orgullo y esperanza. Para ellos, la imagen representa más que una figura religiosa: es un símbolo de resistencia, de memoria y de lucha por un futuro mejor.

El trasfondo de esta celebración va más allá de la devoción. Los vecinos han organizado esta fiesta para reivindicar los servicios mínimos que cualquier pedanía debe tener. Aunque han solicitado en varias ocasiones al Ayuntamiento agua potable y alumbrado público, aún no han recibido respuesta.

“Sabemos que somos un pueblo pequeño, pero pagamos impuestos como todos. No tenemos ni contenedores en las calles. Qué menos que recibir esos servicios básicos, no pedimos 50 farolas, pero quizá 5 o 6. Tener agua potable también es muy importante”, lamenta uno de los vecinos.

Esta fiesta es la excusa perfecta para reunirse y celebrar el Día de la Virgen de la Inmaculada, patrona del pueblo. Pero, como insisten, no deben olvidar que hay gente empadronada allí que no está recibiendo los servicios esenciales. “Es un derecho, no puede haber un pueblo sin agua en el siglo XXI”, afirman.

“El precio simbólico de 10 euros por persona cubre los gastos de flores, banda y comida. Pero esto es más que una fiesta, es nuestra forma de reivindicar que seguimos aquí”, comenta un organizador. La jornada culminará con una gran paella compartida, en un gesto de unión que refleja el verdadero espíritu de la pedanía. Además, los vecinos planean crear una asociación de vecinos para que sus voces se escuchen y sus derechos se respeten.

La romería, que ha vuelto con fuerza, promete quedarse. Es un recordatorio de que, aunque la realidad sea dura y el pueblo haya sido olvidado por las instituciones, su gente sigue luchando por lo que les pertenece. Cuevas de los Úbeda ha resurgido no solo como la sede de una fiesta perdida, sino como un símbolo de resistencia. A pesar de que la iglesia que los vio nacer como comunidad esté en ruinas, su espíritu sigue intacto. En este rincón de Almería, aunque el camino sea largo y lleno de obstáculos, la fe, la lucha y la esperanza no se apagan.










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