El Pendón del brazo en alto y el cara al sol

En la posguerra se cerraba delante del Ayuntamiento con el himno y el saludo de Falange

Fiesta de la Reconquista de 1947 con la Banda Municipal tocando y el público saludando la subida del Pendón con los brazos en alto. FOTO BERNAL
Fiesta de la Reconquista de 1947 con la Banda Municipal tocando y el público saludando la subida del Pendón con los brazos en alto. FOTO BERNAL La Voz
Eduardo de Vicente
17:47 • 25 dic. 2024

La fiesta de la Reconquista de Almería no tuvo la continuidad necesaria como para llegar con fuerza, bien arraigada, a las nuevas generaciones. En los años treinta, coincidiendo con la República y con la guerra civil estuvo varios años sin celebrarse y cuando se recuperó otra vez, ya en la posguerra, se convirtió en un acto manipulado por los intereses políticos.



Los gobiernos municipales de la República apartaron la fiesta del Pendón de la vida de la ciudad para restringirla como un acto exclusivamente religioso al interior del templo. En diciembre de 1931 se prohibió la tradicional procesión cívica, lo que se repitió en 1932 y 1933. Las autoridades, siguiendo las pautas del concejal Pérez Almansa, consideraron que la llegada de los Reyes Católicos a Almería no era motivo de celebración, por lo que el Pendón de los monarcas no volvió a recorrer las calles. La privación del Pendón se mantuvo hasta que 1934 cambió el signo político en el Ayuntamiento. La destitución de los concejales de significación socialista e izquierdista tras el fracaso del movimiento revolucionario de octubre, trajo un nuevo equipo de gobierno municipal, que dio un giro a la derecha. 



El concejal Antonio Villegas Murcia, que en los años de la prohibición se erigió en estandarte en defensa de que la Reconquista se celebrara también con carácter civil, consiguió que el acto cívico volviera a celebrarse con la presencia de la corporación municipal al frente. El 26 de diciembre de 1934 el día de San Esteban recuperó antiguos esplendores y fue considerado como fiesta local. Ese intento de volver a recuperar la tradición se frustró en 1936. La guerra civil, que había  comenzado en el mes de julio, impidió que la fiesta del Pendón de los Reyes Católicos fuera celebrada en diciembre. 



Tres años de parón en la República y otros tres en la guerra dejaron muy tocada la celebración, que se vio manchada también por la política que quiso manejarla en bien de sus intereses. Por este motivo, las autoridades franquistas, nada más terminar la guerra y con Almería recién ‘liberada’, pusieron todo su empeño para que el Pendón se convirtiera en una de las fiestas mayores de la ciudad y aprovecharon de paso la oportunidad para comparar la victoria de Franco con los Reyes Católicos y la Reconquista.



En diciembre de 1939 rescataron los viejos estandartes y se echaron a la calle en el nombre de Isabel y Fernando y en el del propio Caudillo. Movilizaron a los miembros de Falange, a la Iglesia y al estamento militar y organizaron un acto político-religioso para el que se tuvo que improvisar una capilla provisional que habían construido los propios Padres Dominicos hasta que los templos, dañados por la guerra, estuvieran de nuevo operativos.



Aquel primer Pendón que se celebró después de la guerra tuvo como novedad la actuación de los coros y danzas de Falange, que cantaron y bailaron villancicos en la Puerta del Ayuntamiento. Como despedida del acto, la Banda Municipal de Almería interpretó el Cara al Sol con los asistentes cantando a coro con el brazo en alto. Antes, se habían vitoreado los nombres de los Reyes Católicos y de Franco, colocados a la misma altura en el contexto de la historia. Desde entonces, la fiesta de la Reconquista se convirtió en una exaltación del nuevo régimen, con Franco elevado a los altares, sentado al lado de Isabel y Fernando. 



En aquellos primeros años de la posguerra, el Pendón fue un acto multitudinario, aunque no espontáneo. Las autoridades procuraron una participación masiva que conseguían convocando a todas las jerarquías de Falange, a representaciones religiosas, a gestores municipales y provinciales, a los mandos del ejército y a las centurias falangistas, que terminaban la fiesta en la Plaza Vieja, delante de la fachada principal del Ayuntamiento, gritando a coro aquello de “Almería por los Reyes Católicos y por Franco. Arriba España”, mientras el estandarte trepaba hacia el balcón.




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