Tariq sostiene entre sus manos un ejemplar de El Islam en los tiempos modernos, una obra en castellano escrita por Riay Tatary, español de origen sirio y presidente de la Unión de Comunidades Islámicas (Ucide). El texto reflexiona sobre el encaje de los musulmanes en las sociedades occidentales y el papel de la educación en la formación personal de los jóvenes. Es, en cierto modo, una guía de viaje hacia la integración, un manual para la coexistencia pacífica y una reivindicación de la identidad religiosa. Todo en uno.
El camino trazado por Riay Tatary es también el camino de miles de musulmanes que, como Tariq, hacen de Almería su casa y buscan en el Corán una inspiración “para una vida en paz, una vida de la forma correcta”. Según un informe de Ucide, con cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), en Almería residen actualmente unos 74.000 musulmanes. De ellos 18.000 cuentan con la nacionalidad española y el resto son extranjeros.
La Umma La provincia tiene el mayor porcentaje de seguidores del Islam de toda Andalucía en relación a su población total. Municipios como Almería, Níjar, La Mojonera o El Ejido son referencia en este indicador y acumulan el grueso de los 40 centros culturales y mezquitas censadas por el Observatorio del Pluralismo Religioso en España, órgano adscrito al Ministerio de Justicia. Así pues, el Islam es para Almería mucho más que una referencia histórica sostenida por los muros de La Alcazaba.
Ahora bien, la comunidad islámica almeriense es muy diversa y compone un mosaico enorme. Tariq pertenece a una pequeña tesela conocida como Dawate-e-Islami. Su imam es Shahbaz Ali Butt, nacido en Pakistán y líder religioso de la mezquita Jamia Masjid Faizan e Madina. Una traducción libre de su significado sería: la luz que ilumina el trabajo de la comunidad hacia el bien.
“Dawate-e-Islami es un movimiento islámico internacional, pacífico y no político nacido en Pakistán”, señala Shahbaz Ali Butt mientras muestra un certificado del gobierno pakistaní. Surgió en los años 80, tiene presencia en 195 países y en España creció desde Barcelona y Valencia como servicio a la Umma o comunidad de creyentes. En Almería tiene su mezquita en la calle Calar Alto, muy cerca del anfiteatro de la Rambla Federico García Lorca, en un local antes ocupado por servicios de la Cruz Roja.
Un cartel de fondo verde da la bienvenida en la fachada exterior a la Oficina Cultural Islámica Faizan e Madina. “Aquí pueden venir todos los musulmanes, no sólo la gente de Pakistán”, explica el imam. Sólo cambia el idioma de las plegarias al Profeta. “Hablo en urdu, en árabe y, a veces, en español”.
Es viernes y en el día grande decenas de zapatos ordenados en el pasillo esperan a sus dueños, marroquíes, argelinos, subsaharianos o paquistaníes, que rezan sobre la alfombra azul estampada con arcos de tonos cobrizos de la mezquita.
La sede se mantiene con la implicación de los fieles y dispone de una cuenta bancaria para donaciones. Es humilde y acogedora y parece un espacio que trasciende a los rezos. En el fondo cuenta con una biblioteca en varios idiomas y una pequeña despensa “con alimentos y bebida para quien pueda necesitarlo”.
Shahbaz Ali Butt lleva en el país unos 15 años y participa de forma constante en oraciones, charlas y debates sobre el Islam, tanto en Almería como en otros puntos del país (enseña vídeos colgados en Internet de sus intervenciones en actos nacionales en una moderna tablet de color blanco). Repite, no obstante, las líneas rojas marcadas por Dawate-e-Islami. “Nada de política”.
No a la violencia El imam no responde a preguntas sobre atentados, agresiones o amenazas. “Nada de política”. Todos sus mensajes están orientados a la vida religiosa , sin reproches a otras confesiones, sin radicalismos, con una pausa acorde a la tranquilidad de la mezquita. Sólo palabras sobre el Corán, el Profeta y la educación de los jóvenes en el respeto.
A su lado, un veinteañero de origen magrebí, con un acento árabe casi imperceptible, ahonda en la filosofía de la Umma y los principios de Dawate-e-Islami. “El Islam es una religión de paz, defiende la paz y rechaza la violencia”, apunta con pasión. Su tono refleja la indignación de quien se considera utilizado por los yihadistas.
La Unión de Comunidades Islámicas de España describió ese sentimiento en un comunicado tras el ataque terrorista al semanario francés Charlie Hebdo en París el pasado mes de enero: “Ya estamos hartos del secuestro de nuestra identidad que es esencialmente cordial y pacifista”. “Muchas de esas caricaturas expresan o insinúan ideas contrarias a la historia de un personaje que mueve la sensibilidad de 1.500 millones de personas”, indicó Riay Tatary, pero “no justifica de ninguna manera un acto criminal o delictivo”.
Voces de la comunidad islámica en Almería, como Abdellah Zaitoumy, presidente de la Asociación Almohamadia por el trabajo social y los derechos humanos, con sede en la Comarca de Níjar, rechazan enérgicamente la violencia. “Los terroristas no saben qué significa el Islam, no tienen ni idea”.
Dawate-e-Islami no entra en el debate, sería contrario a sus motivos y orígenes, pero sus comportamientos posicionan a esta comunidad en el lado de los buenos, sobre las bases de la paz. Quizás sea esa la luz a la que se refiere el nombre de su mezquita.
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