Nada más entrar al auditorio Maestro Padilla todo hacía presagiar que las cosas no iban a ser como se venían anunciando. Sonrisas donde en teoría tendría que haber habido seriedad; tristeza y desconcierto donde tendría que haber alegría. Un correo electrónico remitido a las 9.00 horas de ayer desde el gabinete de presidencia de Ciudadanos, concretamente de José Manuel Villegas -el número dos del partido a nivel nacional-, dirigido a Miguel Cazorla, dio una vuelta de tuerca al pleno de investidura del Ayuntamiento. Un Miguel Cazorla entre enfadado y dolido anunció que el comité no le autorizaba el pacto con el PSOE y que tendría que abstenerse en la votación. Quienes tenían que saberlo ya lo sabían. Juan Carlos Pérez Navas, Rafael Esteban y Luis Rogelio Rodríguez-Comendador recibieron la noticia dos horas antes del pleno.
Tras las palabras de Cazorla, las enhorabuenas para unos y los pésames para otros. Y aún así, los populares no estaban convencidos de tenerlas todas consigo. Hasta el último segundo han contenido el entusiasmo que llegó al final, sobre todo porque cuando ha habido que contar los votos de los concejales para saber quién iba a ser alcalde, las abstenciones se hacían de rogar -el voto fue secreto- y llegaron al final del recuento. No en vano, el saludo entre el alcalde y Cazorla antes justo del pleno fue frío: un apretón de manos rápido y sin palabras.
El patio de butacas del auditorio era un hervidero. Según en qué momento aplausos moderados (para el PP) o entusiastas y de ánimo(para los socialistas e IU). De los aplausos a los abucheos e incluso a los insultos. La peor parte se la llevó el concejal de Ciudadanos Miguel Cazorla, para quien no hubo respiro.
Cada vez que se dio ocasión porque tenía que levantarse para jurar la Constitución o se le nombraba, una parte de los asistentes le perdía el respeto. Hasta el punto de que Cazorla en una ocasión se dirigió al patio de butacas diciéndoles con la mano “no” varias veces con gesto muy serio, para reprochar la actitud que algunos mantenían con el.
Ha sido, seguramente y contra todo pronóstico, uno de los días más complicados de su vida.
Cuando todo acabó y después de que Rafael Esteban (IU) tuviera que pedir silencio y llamar al orden a los asistentes, emoción visible en muchos concejales del PP, que dejaron entrever las lágrimas y el alivio, después de haber estado conteniendo la respiración y rogando a no se sabe quién que las abstenciones los hicieran gobernar otros cuatro años.
Por cierto, el cambio de alcalde provocó algunas notorias ausencias. La consejera de Salud y la delegada del Gobierno, Sonia Ferrer, faltaron.
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