Seguro que muchos de ustedes ya disfrutan del descanso vacacional, y si no, están a punto de hacer las maletas. Es, por tanto, el momento perfecto para anotar algunos consejos para el cuidado de nuestra mente.
Vacaciones. Tiempo de relax, de tranquilidad ¿por qué ponerle peros?
Las vacaciones suponen cambios en las rutinas cotidianas y en las actividades que realizamos. Eso requiere un periodo de adaptación. Además, la rutina del trabajo permite estructurar el día de una manera mucho más clara, mientras que durante el verano todo queda más abierto. Aunque pueda parecer que tener horarios menos estrictos o actividades diferentes debe ser relajante, puede serlo para unos y para otros no.
¿Hay que preparar nuestra mente para desconectar de la rutina diaria?
Es cierto que nuestra mente trabaja mucho tiempo casi en "piloto automático". Se trataría de notar cómo nuestra mente está con gran actividad mientras nosotros nos dedicamos a hacer lo que nos gusta sin exigirnos resultados de ningún tipo. Sería algo así como entender que nuestra mente es lenta en cambiar su forma de dirigirnos y organizarnos la vida.
Ahora está de moda hablar de estrés pre-vacacional. ¿Es eso, una moda?
Desde mi punto de vista es una moda, que si nos empeñamos convertiremos en un problema. En el caso del estrés pre-vacacional se trata de la tensión por preparar y adaptarse al cambio, no sólo en uno mismo sino en el conjunto de la familia, tratando de ajustar los diferentes intereses y necesidades. Y esto no siempre es fácil.
¿Romper con el día a día no es aliciente?
Romper con la rutina es recomendable, es más fácil si se cambia de lugar, si el lugar de vacaciones elegido tiene alicientes para todos los que van a desplazarse y convivir en este periodo, si el lugar escogido cumple con las condiciones que uno espera.
¿Nos creamos unas expectativas demasiado altas y eso luego acaba en frustración?
Puede ser que en ocasiones esto se produzca, especialmente si esperamos vacaciones de folleto de agencia, o de spot televisivo. Posiblemente la mejor actitud sea estar abierto a que surjan las experiencias y disfrutar de ellas. Si hay contrariedades, éstas forman parte de la experiencia.
Siempre se dice que es la época de mayores rupturas ¿Qué hay de mito o realidad en eso?
Antes de que empezara la crisis económica los datos señalaban un incremento de las demandas de separación tras las vacaciones, principalmente las de verano, pero también otras (como las de Semana Santa o Navidad). En este momento no conozco los datos, aunque parece claro que el periodo vacacional pone a prueba las relaciones de todo tipo (de pareja, familiares, entre amigos,…).
Y si superamos el verano… luego llega la vuelta al trabajo; otro estrés. Esto no para…
Esto no para porque esto es la vida, cambios, tensiones, adaptaciones, desarrollo de capacidades y recursos... Estos procesos no pueden concebirse como problemas sino como periodos que requieren una mayor atención para atravesarlos con naturalidad.
¿Habrá que pensarse eso de irse de vacaciones?
No, las vacaciones son la posibilidad para detenerse y disfrutar y hay que aprovecharlas.
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