Jonathan Moya acusa a Raúl Ríos, exculpado por un juez, de planear la venta de la niña Míriam Cuerda

El acusado dice que se llevó a la menor para asustar a la madre y que luego recibió una oferta para venderla

Javier Pajarón
20:31 • 16 nov. 2015

Jonathan Moya González  de 28 años entró en la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Almería escoltado por dos agentes de la Policía Nacional, con las manos sujetas por esposas y la cara cubierta por una braga negra. Tomó asiento a la izquierda de su abogado defensor, el penalista José Ramón Cantalejo, frente a los miembros del jurado popular seleccionado sólo unos minutos antes.




Moya volvía al banquillo de los acusados. Esta vez no se enfrenta a cargos por la apropiación indebida de un coche de segunda mano, delito común en su expediente que le ha costado ya media docena de condenas, sino por la acusación del secuestro y asesinato de la niña onubense Míriam Cuerda de 16 meses.




Tres años después del hallazgo del cadáver en el fondo de una balsa de riesgo de Abrucena, en el interior de una bolsa de deportes cargada con 15  piedras, el joven fiñanero ocupaba plaza en el banquillo, ante un abismo de 29 años de prisión, según la petición de la acusación particular ejercida por el letrado Julián Cazorla.




Jonathan Moya escuchó inclinado hacia delante y con ligeros gestos de desaprobación el relato de hechos del fiscal y del abogado de Gema Cuerda, madre de la niña onubense. Luego, tomó la palabra en el inicio de un interrogatorio que se prolongó hasta las cuatro de la tarde del lunes.




Tres ideas
Su versión (la última ofrecida) mezcla elementos de sus anteriores comparecencias, pero refuerza tres ideas principales que, además, fueron cuestionadas por el fiscal y por la acusación particular durante la primera sesión del juicio.




En primer lugar, Jonathan Moya asegura que intentaba asustar a la madre cuando se llevó a la niña el 20 de diciembre de 2012 en una carretera comarcal entre Gérgal y Alboloduy. “Reconozco que me llevé a la niña sin el permiso de Gema, pero sólo le quería dar un susto, no quería hacerle daño ni nada de eso (...) Nos peleamos varias veces”, explicó el acusado. “Luego me enteré que tenía más hijos y que trabajaba en un club de alterne (...) le comenté a Concha (madre de Gema y abuela de la menor) que había que darle un susto”, añadió.




En segundo lugar, Moya niega una agresión “voluntaria” a la pequeña de La Palma del Condado (Huelva). “En el cortijo había una mesa, le estaba cambiando los pañales y me giré para coger unos leotardos y entonces escuché el golpe (...) la niña se cayó y se golpeó en el lado izquierdo”, expuso a preguntas del fiscal. “Le eché agua y la puse en el sofá, se quedó como dormida, sin conocimiento”.




Esta segunda idea fue desmontada por el fiscal. Mostró las imágenes del cuerpo de la menor en una pantalla (Moya no quiso mirarlas y se negó a hablar sobre ello en dos ocasiones) y señaló golpes en la frente y en el lado derecho de la cabeza de la pequeña, que no coinciden con la versión del acusado y apuntan a una agresión.


Y en tercer lugar, Jonathan Moya señaló a Raúl Ríos, un antiguo amigo de Almería, como responsable directo de la muerte. Dice que fue Ríos quien cubrió la cara de la pequeña con el plástico (la autopsia señaló después que la bebé estaba viva y murió realmente asfixiada) y quien la tiró a una balsa de riesgo cercana a Fiñana en el interior de una bolsa de deportes.


Además, asegura que Ríos le ofreció un plan para intentar vender a la menor. “Raúl saltó la valla por la puerta y yo le pasé la bolsa donde iba la niña”, señaló Jonathan Moya. “Me dijo que podíamos vender a la niña, que por los niños pagan mucho, que es como un secuestro exprés y que no pasaba nada porque luego los ‘tangábamos’ (a los compradores de la niña)”, continuó.


Archivado
Esta tercera confesión del acusado choca con la evolución de la instrucción judicial. Aunque la Guardia Civil arrestó a Raúl Ríos por encubrimiento del crimen en diciembre de 2012, el juez instructor acabó por archivar las acusaciones y ordenar el sobreseimiento del caso por falta de pruebas. La Fiscalía no se opuso.


Durante tres años de investigación no se han encontrado restos biológicos de Ríos ni testigos de su participación en los hechos, más allá de unas conversiones por WhatsApp que las partes descartaron. De hecho, Raúl Ríos está citado en el juicio por el crimen de Míriam Cuerda como testigo y, en ningún caso, como acusado.


El Ministerio Fiscal pide para Moya 6 años de cárcel por detención ilegal y 20 años por un delito de asesinato. Mientras, la acusación particular solicita penas de 9 años y 20 años respectivamente, así como una indemnización de 300.000 euros.
El abogado de la defensa, José Ramón Cantalejo, admite la participación de Moya en la detención ilegal de los hechos y reduce las circunstancias de la muerte a unas lesiones involuntarias. Pide, en total, tres años y medio de prisión. “No tiene antecedentes de violencia, no es un asesino y no hubo dolo”, aseveró en su informe inicial. “No tuvo voluntad, nunca quiso hacerle daño a la niña”.


El juicio se prolongará durante toda la semana con declaraciones claves como las de Guardia Civil o la madre de la fallecida, Gema Cuerda. La onubense prestará declaración esta mañana para relatar su versión sobre el secuestro de la menor el 20 de  diciembre de 2012 y su relación sentimental con Jonathan Moya, que ayer admitió que la conoció por Internet y con una identidad falsa. “Juan, un rejoneador”.



Temas relacionados

para ti

en destaque