La dura batalla por el cuerpo perfecto

Fanny Fernández se marcha a Moscú a competir en ‘Bikini Fittnes’, una modalidad del culturismo que requiere un cuerpo casi perfecto

La deportista almeriense Fanny Fernández.
La deportista almeriense Fanny Fernández.
Eduardo D. Vicente
14:44 • 22 nov. 2015

A la hora de modelar el cuerpo nunca es suficiente. Para un culturista o una practicante de Fittnes, la meta es una ilusión que siempre parece cercana, pero que se va alejando antes de llegar a rozarla. Como uno de esos sueños en los que uno está a punto de sacar a bailar a las más guapa de la fiesta, pero del que siempre se acaba despertando un segundo antes de darle el primer beso.




Se entrena desde una ambición insaciable y desde la certeza de que uno puede exigirle a su propio cuerpo aquello que creía que nunca le podía dar. El entrenamiento es una batalla diaria que no admite treguas. Un pulso entre tus deseos, tu cuerpo y tus posibilidades, un mano a mano sin concesiones. “Cada día quieres más. Te miras, ves como vas mejorando y sigues porque piensas que puedes llegar un poco más arriba”, reconoce Fanny, una almeriense que acaba de ganar el campeonato de Extremadura y que se está preparando para competir el próximo mes de diciembre en el Olimpia de Moscú.




Lleva tres años atrapada en esa dulce tela de araña que es la competición, un escenario al que se llega persiguiendo la perfección que nunca se alcanza aunque siempre esté a la vuelta de la esquina. Cuando se mira al espejo disfruta por lo conseguido y se dice a sí misma que ha valido la pena el esfuerzo realizado: las caminatas de madrugada, las cervezas a las que renunció, la dieta estricta donde un trozo de pan puede llegar a ser su peor  enemigo. 




Fanny practica el Bikini Fittnes, una modalidad del culturismo que trata de resaltar la feminidad en un cuerpo bien marcado, pero sin excesiva musculatura. Cualquier exceso puede ser una derrota; cualquier defecto te puede echar por tierra el trabajo de una larga temporada. “Es un deporte que te enseña a esforzarte, a ser más exigente contigo mismo, a obligarte cada día un poco más, a saber renunciar en determinados momentos a pequeños placeres como tomarte unas cañas y unas tapas con los amigos”, asegura.




Aunque las exigencias la obligan a estar todo el año alerta, entrenando y cuidando la comida, hay periodos en los que se puede relajar de vez en cuando y hacer un escarceo con lo que ellos llaman “comida trampa”, que no es otra cosa que saltarse la dieta y disfrutar de lo prohibido.




Después, cuando se va acercando la competición, el calendario se aprieta y tanto los entrenamientos como las comidas se vuelven más exigentes. “Las doce semanas antes del campeonato las suelo llevar a rajatabla”, me cuenta. Es entonces cuando empieza lo más duro, cuando ella misma se convierte en su propio sargento y no deja pasar una, ni un gramo de más. 




Se suele levantar antes de las seis de la mañana para estirar al máximo el día y aprovechar mejor los entrenamientos y las comidas. Recién levantada, en ayunas, se marcha a caminar si hace buen tiempo o se dedica a subir durante una hora los escalones de los diez pisos de su edificio. A las siete de la mañana afronta su primer desayuno que en periodo de dieta severa no va más allá de una mezcla de avena y clara de huevo, con un poco de fruta que suele ser piña o manzana. A las diez de la mañana vuelve a comer, mezclando verdura con proteínas. “Me gustan sobre todo los espárragos con atún”, apunta. Dos horas después vuelve al trabajo con el entrenamiento exclusivo de pesas que culmina con un batido de proteínas. 




Sin pan
En el almuerzo es fundamental comer con las cantidades justas. El pollo, el pavo, la ensalada, las verduras, el arroz, las patatas y el bonito están presentes a diario, pero en pequeñas cantidades para que no aporten ni un gramo de grasa. En muchos momentos echa de menos un trozo de pan crujiente, pero acepta la renuncia pensando en los beneficios.


La merienda es clave porque le permite realizar después una sesión fuerte de entrenamiento. “Suelo meter mucho las nueces, que son ricas en Omega 3, con un batido y un poco de fruta”, asegura, para tener el combustible necesario que le permita la sesión de cardio con la que cierra cada jornada. 


Ella, como la mayoría de los culturistas, considera necesario reforzar la alimentación con un batido de proteínas industrial porque “es la mejor forma de que no se te caiga el músculo que tanto trabajo te ha costado conseguir”.  
Hay otra comida más, la cena, donde el pescado y la verdura son fundamentales. Con esta forma de comer y con el entrenamiento riguroso, consigue que en esas doce semanas previas al campeonato su cuerpo se vaya transformando considerablemente: la grasa acumulada se va eliminando y la musculatura destacada sin sobresaltos y de forma proporcional hasta conseguir la armonía casi perfecta. “Suelo perder más de cinco kilos en esta fase, los necesarios para que destaquen los músculos sin excesos y conseguir una cintura lo más pequeña posible”, explica.


Superarse
La meta es el día de la competición, que es el momento de que otros midan tu esfuerzo. Todo el trabajo del año desfila en unos minutos encima de un escenario donde los cuerpos brillan en un Olimpo de aceite y maquillajes. Una atleta de Bikini Fittnes cuando aparece  en escena se  transforma en una diosa, al menos por un día.


Hay que estar también muy preparada para afrontar ese instante porque quedarse fuera de los primeros puestos puede significar un golpe moral difícil de superar. “Tienes que ir pensando que compites por superarte un poco más y si no consigues el resultado que esperabas, tienes que saber reponerte y al día siguiente volver al gimnasio con la misma ilusión”, explica Fanny mientras repasa delante del espejo el estado de congestión de sus cuádriceps.


Después de escuchar sus secretos en la alimentación y sus técnicas de entrenamiento, se puede pensar que con un poco de sacrificio y buena fe es posible ponerse a su nivel. Yo tengo que confesar que después de someterme a la dictadura de las pechugas de pollo y pavo, a los batidos de proteínas y al entrenamiento con pesas, me miré al espejo y comprendí que por mucho empeño que pusiera nunca podría tener el cuerpo que tiene Fanny. 
 



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