¡San Valentín ya está en Almería, solo va a estar unas horas pero estar, estará, Saecios!
La ciudad se llena de amor, parejas felices, besos, decoraciones en los escaparates, besos, plazas decoradas con globos rojos, paraguas, candados oxidados por el paso del tiempo y flores. Más besos, cajas de bombones de un lado para el otro, rosas y ramos súper coloridos, tartas, besos, reservas en hoteles para el casquete de fin de fiestas etc., etc... ¡Siempre la misma historia cada 14 de febrero! ¡ARRGGGHH!
Dicen que los almerienses somos especiales, somos seres enamoradizos desde el primer día de noviazgo, sorprendemos constantemente a nuestra pareja e incluso nos gusta verla feliz. ¡Qué es mentira! Que se nos olvidan siempre los momentos importantes en las relaciones, menos mal que ahí esta Facebook para recordarlo... Claro, te recuerda eso, una escapada de fin de semana, 2 anillos, 4 ramos de flores y la cajica de la Presley. Los bombones saecio, los bombones… esto sí que acaba con tu San Valentín por 2.364 euros sin iva, y el mundo se te cae encima...
Lo primero de todo, es marcar bien los tres tipos de almeriense:
1. Los que regalan más a su pareja y se sienten mal.
2. Los que regalan menos y quedan mal.
3. Los que dicen: “oye Saecio, mejor no nos regalamos nada, que esto es un invento de El Corte inglés, San Valentín es todos los días del año contigo churri”.
Que ta quedao tol rollo fenomenal, tó mu poeta… ¡pero tú lo que eres es un tieso!
¡Regálale a la chiquilla una pulserita del Pandora, o un fin de semana a Marina Dor, que te ha aguantao en época de exámenes!
Tenemos que tener cuidado también con esas relaciones que estamos comenzando, con menos de una semana de noviazgo. Desde aquí recomendamos a los Saecios primerizos que, si no conocéis mucho a vuestra pareja, cuidaíco con un “te invito a cenar Saecia”.
Se conocen casos de niñas de 1,45 y delgaditas que van a un restaurante y se comen dos entrantes, un plato de pasta, 2 cachos de entrecotte a la brasa, 3 mendrugos de pan con sobrasada y un tiramisú mezclado con tarta de tres chocolates. Y cuando salen del restaurante dicen: “bueno y ahora un McFlurry de esos, ¿no?”.
Es cierto que en este tipo de fechas vendemos nuestra alma al consumismo, ¡todo nos llama la atención y queremos sorprender a esa persona que te aguanta los 365 días del año!
El odiar o no el día de San Valentín, en mi caso, depende única y exclusivamente de un factor. Ese factor mide metro sesenta y tiene una sonrisa de estas que hacen que pierdas el norte, haciendo que acabes hablando en diminutivo y dedicándole nombres que serían propios de un pastel.
Vas subiendo el paseo y te gusta todo de todas las tiendas, no hay discriminación de ninguna clase, te gustan los tenis, perfumes, anillos, el paracetamol de la farmacia, pipas del kiosko de las pipas, un conjunto de braguitas de Intemisisisis… Echas un euromillón, te metes en la charcutería de Carrefour y compras un cuarto de chopped pork, unas gafas último modelo rechulonas de la óptica y así sucesivamente... Cuando te vienes a dar cuenta, la tarjeta del BBVA está temblando y en números rojos, pero como es San Valentín todo está permitido.
Yo espero que le guste lo que le he organizado, he reservado mesa en la Cabaña del Tío Tom, dos tapas de esas combinadas con su bebida a 2.80, y un pedazo de perfume en promoción que he comprado en Druniss del Paseo, que la han dejao to guapa… que parece aquello una discoteca. Acto seguido me la llevaré allí al final del paseo Marítimo, pegado al recinto antiguo de la Feria, por si cae la breva y vemos aparecer al Santo... ¡Está la cosa complicada Saecio! Que nooooo… que es broma. ¡Que yo soy un señor! ¡Nos vamos de restaurante del taco gordo! (L)
Y no quiero terminar este artículo sin acordarme de todos los solteros, y además en este grupo meteré también a todos los resentidos que adoptan distintas posturas véase:
- El amor no existe (hola bebé).
- El amor es una mierda (ya que liarse cada fin de semana en el Campanilla con 7 desconocidos sí que es precioso).
- ¡El Feliz cuernos a todos! (relax baby, relax).
- El soltero con su perro en lo alto del sofá (este sí que es mi verdadero amor).
¡Esto es lo que tenemos Saecio! Y tú, ¿en qué lado estas?, ¿dónde irás a celebrarlo?
Por cierto, sigo sin saber el significado de los semáforos del Cañarete, si alguien lo sabe que nos lo haga saber cuánto antes, que estamos en un sin vivir constante...
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