Van cayendo como fichas de dominó, uno a uno, sin prisa pero sin pausa, dejando un poco desamparado el paisaje urbano del centro de Almería. “Allí donde hay un ambulante de diarios o baratijas está la vida misma”, escribió Galdós en Misericordia, quien aprovechaba las tertulias que se formaban en esos tenderetes, entre señores y criadas, entre comerciantes y limpiabotas para rellenar libretas.
Van besando la lona del cierre forzoso, estos negocios a pie de calle, dejando atrás otras épocas en las que ‘quien tenía un quiosco tenía un tesoro’. No es un fenómeno exclusivamente almeriense: en Madrid han caído las ventas de los quioscos de prensa más de un 70%, según los datos de la Federación Madrileña del Comercio.
En el centro de la ciudad, el goteo de clausuras de quioscos está siendo continuo estos últimos años, arreciado por la crisis sanitaria del covid. En el cambio de onda está el crecimiento de la lectura en pantalla digital y también en la falta de relevo generacional en algunas concesiones.
Uno de los que cerró hace ya unos meses es el Quiosco Torres, en Obispo Orberá, que se traspasa por una cifra cercana a los 30.000 euros. Su propietaria es Lola Torres, junto a su hermano Julio, en segunda generación, quien asegura que “el negocio hasta ahora se iba manteniendo, pero en mi caso cerramos porque se queda una persona sola y ya se hace inviable mantenerlo, la publicidad de los escaparates nos ayudó bastante para poder continuar”, señala la regente de este quiosco situado en un lugar privilegiado de Almería, con más de medio siglo de actividad.
También hace meses que bajó la persiana el Quiosco del Aguila, junto al patio de deportes del Instituto Celia Viñas. “El negocio lo lleva ya mi hija Beatriz, cerró con la pandemia y no ha abierto porque, la verdad, la venta está muy floja”, argumenta Manuel del Aguila, quien reconoce que aún no sabe si volverá a levantar el tenderete. Otro de los puestos más populares, el de Alberto el argentino enfrente de Carrefour, tuvo que cerrar por razones biológicas en plena pandemia. Y también cerró recientemente el Quiosco Natividad, de la familia Garbín en el barrio de Artés de Arcos, que le daba mucha vida a esa placeta.
Antes aún lo hicieron el Quiosco Silva, en la Plaza Urrutia y el de la Plaza Marqués de Heredia, al margen de otros en la Rambla, en la Avenida de la Estación y en el entorno de la calle Padre Méndez.
Como mal menor, algunos de los templetes, donde antes medraban montañas de periódicos y revistas, se han reconvertido en floristerías como el Quiosco Plaza, el más antiguo de la ciudad, o en tiendas de bisuterías (Tararí kete ví) como el Milán y antes aún de Bonillo. También hay quioscos que aguantan mejor dedicados a la relojería como Troyano o El Canario o a souvenir y productos típicos de alimentación. El cambio de negocio de un kiosco de prensa a otra actividad tienes sus limitaciones legales y las concesiones se renuevan cada cuatro años.
Aguantan, por ahora, como náufragos en una isla del nuevo Paseo, quioscos como el de la Puerta Purchena, el de Toñi bajo el ficus centenario y el que hay enfrente del Círculo, También el de Fernández, junto a Rueda López, o el de Oliveros, entre otros.
Nueve serán derribados
El Ayuntamiento de Almería ha declarado extinguidos siete quioscos de prensa, uno de libros y otro dedicado a la venta de flores. Así lo comunicó ayer la portavoz del Gobierno municipal María del Mar Vázquez. Son los situados en Carretera de Ronda, junto a Cruz Roja, en Avenida Padre Méndez (calle Santiago), calle Alcázar, Avenida de la Estación (que era de la familia Amizián), Rambla Federico García Lorca, Obispo Orberá (Circunvalación del Mercado, Obispo Orberá, Rambla (entre Plaza Circular y General Segura) y Rambla frente a calle Terriza. Si los concesionarios no desmantelan, será el propio consistorio quien se haga cargo.
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