Ramón Gómez Vivancos, el empresario total

Ha sido uno de los emprendedores genuinos en la historia económica de la Almería del siglo XX

Ramón Gómez Vivancos, nacido en la calle Ramos en 1933, en una foto de madurez.
Ramón Gómez Vivancos, nacido en la calle Ramos en 1933, en una foto de madurez. La Voz
Manuel León
22:39 • 30 dic. 2024 / actualizado a las 08:39 • 31 dic. 2024

Una de sus últimas apariciones públicas, antes de su fallecimiento el pasado viernes, fue el pasado verano en la inauguración del Museo de Empresarios Históricos de Almería en el Minihollywood de José María Rossell. Se le vio feliz, formando parte de ese elenco de grandes dinamizadores de la economía almeriense, a este emprendedor de postín al que Almería, su ciudad, le debe un reconocimiento.



Decían de Ramón Gómez Vivancos, nacido en la calle Ramos, en el Distrito Quinto en 1933, que fue el primer almeriense que probó la penicilina en los años cuarenta. Con nueve años, cogió una infección en las piernas que a punto estuvo de llevárselo al otro mundo. Su madre iba todos los días desde la pensión madrileña hasta el aeropuerto de Barajas a por el frasquito con el hongo de Pasteur y con eso logró salvarse, tras siete operaciones que le dejaron la rodilla como un Ecce Homo. 



Con la salud recobrada, Ramón se convirtió con los años en uno de los empresarios con más arrojo de la capital, como representante de casas comerciales, propietario de gasolinera y zonas de ocio y hasta impresor. El padre de Ramón Gómez, Antonio Gómez, era mecánico y llegó a Almería, procedente de Cartagena para montar la fábrica de hielo que se ubicó junto al Mercado Central. 



Se quedó en Almería y lo fichó la cofradía de pescadores para poner en marcha también la fábrica de hielo del puerto pesquero. Con quince años empezó Ramón de aprendiz en la droguería La Mezquita, en Rambla Alfareros, y por las tardes se hizo representante de efectos navales: vendía redes, cuerdas, cables de acero. Se le quedó pequeña Almería y se fue a vender a Málaga, Algeciras, Cádiz y Ceuta. Para sus nuevos afanes comerciales, necesitaba Ramón un vehículo y se compró un Triumph inglés, un lujito de la época. Servía género a los armadores, se metió también en Tánger, traía redes de nilón, cable de acero de Inglaterra, cuerdas de sisal y abacá de Portugal.



El joven emprendedor almeriense pegó un salto importante con la representación para toda España y Marruecos del ácido bórico para conservar la gamba La casa se llamaba American Potash Chemical Corporation. Los barcos de pesca almerienses iban entonces al norte de Marruecos a comprar redes, gasóleo, cuerdas y el ácido bórico, porque era más barato allí. 



Se enteró Ramón que en los países nórdicos habían inventado una máquina con poleas hidráulicas que subía los artes de pesca desde la mar. Se montó en un avión y se plantó en Copenhague, sin conocer a nadie y sin saber ni una papa de inglés. Hasta que dio con el fabricante en Bergen (Noruega). Se llevó a su hermano Cayetano, que era mecánico y allí estaban dos almerienses, haciendo pruebas en los mares del norte, en pleno mes de febrero. Compraron dos haladores que después transformaron y patentaron en Almería. 



Se acerca uno a Almería desde Levante y se encuentra al lado de la carretera, junto al Toyo, miles y miles de pitas enanas, un campo inmenso sembrado de este arbusto. La idea, entre otros, fue de Ramón Gómez, que en los años cincuenta se le ocurrió plantar estos pitacos y extraer el sisal para la confección de cuerdas y artes de pesca.



Poco después,  montó este emprendedor almeriense una gasolinera y un local en Bayyana que fue célebre por sus fiestas en la discoteca y terminó vendiéndola a Cepsa. Desde esa atalaya, frente al faro de San Telmo, instauró Ramón los sustanciales Premios Bayyana que se mantuvieron desde 1972 a 1988. En la nómina del Jurado aparecían nombres conocidos como Jesús de Perceval, Manuel del Águila, Pérez Company o Bartolomé Marín. Recibieron galardón personajes de todo tinte como Gómez Arcos, Emilio Campra, Tico Medina, José Ángel Tapia, José Barrionuevo, Goytisolo o el Trío Richoly.


Lo único que se le resistió fue Disneylandia

Ramón Gómez fue toda su vida un conseguidor, nada se le oscurecía. Fundó la escudería Costa del Sol y el Automóvil Club y consiguió traer a Almería el rally de Montecarlo. Fue uno de los artífices, a través de la Cámara de Comercio, de la creación de ferias como la Expoagro y la feria de la energía solar, pionera en España. Lo único que no consiguió fue que Almería tuviese un parque de atracciones de Disneylandia. Sin autovías no era posible.



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