Mentar a los Hornauer en Chile es como en España a los Entrecanales o los Benjumea: una casta, un clan empresarial que lleva mandando en el sector energético desde hace casi cincuenta años, amén de otros intereses en el negocio hotelero, constructor, agrícola y ganadero.
El mascarón de proa de este buque insignia de las finanzas andinas, al otro lado del mundo, se llama Grupo Almería y porta la bandera de la ciudad del indalo. Miles y miles de millas de por medio y a unos ricos hacendados chilenos se les ocurre el nombre de una ciudad sureña y esquinada de Andalucía para abrir brecha en los negocios.
Este grupo empresarial está de actualidad en los ambientes empresariales españoles porque acaban de venderle a Gas Natural la Compañía General de Electricidad de Chile por un precio de 2.600 millones de euros.
El Grupo Almería, como uno de los principales accionistas con un 20%, se embolsa de una tacada la cósmica cifra de 520 millones de euros, más o menos lo que factura Cosentino vendiendo Silestone por el mundo durante un año.
Operación millonaria
Ha sonado fuerte el Grupo Almería en el sector energético mundial esta semana, con decenas de millones en juego, con brókers de los cinco continentes siguiendo la operación por la pantalla y alertando a sus clientes, al tratarse de la mayor OPA lanzada nunca en el país donde nació el médico Salvador Allende. Casi, solo casi, como un vídeo musical de Bisbal o una película de Ridley Scott, el nombre Almería, como ariete de esta macrooperación bursátil en Santiago, ha zumbado con brío en esos ambientes, por otra parte tan alejados de las playas de Cabo de Gata.
Por qué un grupo empresarial de tanta celebridad se autobautiza con el nombre de la tierra de los tempranos: la razón hay que encontrarla en un niño nacido en Almería un 3 de diciembre de 1919, que con diez años parte en un vapor con su familia rumbo a Buenos Aires y de allí a la floreciente cornisa chilena. José Hornauer López, hijo de un técnico alemán que llegó a Almería a trabajar en las minas y de una muchacha nativa, creció en las calles del centro de la ciudad junto a su hermano Juan. Eran los años 20, feliz década que empezó a truncarse en Almería con la crisis de la parra por la mosca blanca.
Ese año de 1929 volvieron a emigrar en masa miles y miles de jornaleros de todos los pueblos de Almería, principalmente al continente americano sin que la Cámara Uvera pudiera frenar la hemorragia de mano de obra que embarcaba rumbo a Nueva York o Montevideo.
Infanta Isabel de Borbón
La familia del pequeño José lo hizo con un pasaje de primera en el vapor Infanta Isabel de Borbón rumbo a la Argentina. Pusieron mar de por medio, mientras veían desaparecer en el horizonte los barcos de vela y las palmeras del Malecón. El almeriense fue creciendo en una tierra hasta entonces extraña. Se graduó con aplicación en el Instituto de Secundaria de Puerto Montt y se tituló como ingeniero civil electricista en la Universidad de Santa María en 1943, el mismo año en el que formó la sociedad Aspillaga&Hornauer y después Rhona, líder en trasformadores eléctricos y germen del actual grupo empresarial.
En sus memorias, dejó relatado el fundador de la saga, le marcaron las clases de un profesor suizo que les incentivaba a potenciar los propios proyectos y a ser creativos e independientes.
Cinco hijos
En 1951 contrajo matrimonio con Rosemarie Hermann con la que tuvo cinco hijos (José Luis, Ricardo, Carlos, Patricio y Claudio) y de ellos 20 nietos y cinco bisnietos con gotas de sangre urcitana.
En 2003 se jubiló tras fundar una decena de empresas de alta rentabilidad y ser vicepresidente de la mayor empresa de electricidad del país que transformó, junto a su hermano Juan y otras familias como Marín, Del Real y Pérez Cruz, en el actual hólding que acaba de adquirir la española Gas Natural.
Fue también fundador de la Asociación de Industriales de Valparaíso y entregó cincuenta becas mensuales a alumnos de su antigua Universidad. El Grupo Almería es dueño también de Alto Colorado, un campo forestal en Pichilemu y en la V región.
José Hornauer, el almeriense que marchó a la fuerza a tierras americanas como tantos otros, falleció en 2010, con casi 90 primaveras, en su casa de Viña del Mar.
A la vuelta de unos años, la empresa que nació de su talento emprendedor ha hecho multimillonarios a sus hijos y a los hijos de sus hijos, con un guiño en la solapa a la tierra que le vio nacer.
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