La justicia del agua

Esperanza Pérez, alcaldesa de Níjar.
Esperanza Pérez, alcaldesa de Níjar. La Voz
La Voz
07:00 • 09 oct. 2018

Por Esperanza Pérez Felices






Alcaldesa de Níjar



Si en la literatura española hay un lugar que ha sido retratado una y otra vez como seco, necesitado de agua, limitado en sus posibilidades de crecimiento por la inexistencia del preciado líquido elemento, ese ha sido sin lugar a duda el campo de Níjar y, por ello, hablar de agricultura intensiva en esta zona y de las soluciones que se han dado a esa escasez tiene un doble valor. 



En primer lugar, hoy debemos elogiar que Níjar es un lugar en el que la tecnología, el avance en conocimientos de esta sociedad, ha permitido convertir ese secarral en un vergel al que ahora se mira desde toda Europa como la cuna de la agricultura ecológica intensiva.



En segundo término porque pese a las limitaciones y la injusticia del agua en este país, los promotores y ejecutores de ese milagro siguen padeciendo un muy costoso silencio ante sus reivindicaciones, pese a demostrar día a día que es posible otra realidad muy distinta a la que reflejaban las páginas de esos libros sobre los campos de Níjar, algunos de ellos pilares fundamentales de nuestra literatura.



El campo nijareño ha crecido encontrando ese mix entre los recursos hídricos subterráneos y el agua desalada. Y el campo nijareño es consciente de que al igual que en la mar hay vedas que permiten recuperar los caladeros, en el campo también tienen que haberlas para preservar, recuperar y garantizar los acuíferos.



Lo que el campo nijareño no puede permitir es que su esfuerzo no sea recompensado ni en mayor ni en menor medida, sencillamente igual a como se hace en otras zonas de España. Níjar compite en los mismos mercados que Murcia y otros lugares del litoral Mediterráneo donde la administración general del estado sí ha premiado, bonificado o subvencionado el uso del agua desalada. Los mismos mercados, productos parecidos, -los nuestros son principalmente ecológicos y cultivados en el entorno del Parque Natural de Cabo de Níjar-, pero distinta tabla de medir a la hora de ayudar, premiar o apoyar el esfuerzo del sector económico que tira del empleo en la provincia que más exporta de toda Andalucía.


Los agricultores de Níjar no sólo piden una bonificación de su inversión en agua desalada que puedan reflejar sus declaraciones a la hacienda pública. Claman justicia, exigen que sus administraciones les defiendan ante atropellos incomprensibles en un Estado que tiene que premiar la generación de empleo, el mantenimiento de los tejidos productos en los entornos rurales y, lo más importante, preservar la buena marcha de los sectores primarios como la agricultura no sólo por su peso específico en el PIB, sino porque es de los que mayor demanda genera en el sector servicios, que al fin y al cabo es el principal motor de nuestra economía.


El agua no puede esperar, y Níjar tampoco porque por encima de todo sólo pide justicia.


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