El periódico que acentuó mi vocación

Mi infancia a mediados de los sesenta transcurría pegada a un periódico, La Voz de Almería

Redacción de La Voz de Almeríá.
Redacción de La Voz de Almeríá. La Voz
Antonio Torres
07:00 • 01 abr. 2019

Antonio Torres



Director de Canal Sur Almería



Me convertí en periodista por ser hijo de cartero repartiendo las pocas suscripciones de los periódicos, leyendo, y vendiendo periódicos al tiempo que repartía las cartas con mi bicicleta Orbea, heredada de mi hermano Ginés. Soy periodista por eso y escuchar la radio a todas horas.



Leche y tinta. Mi infancia a mediados de los sesenta transcurría pegado a un periódico. En aquellos resfriados infantiles que curábamos con leche caliente, cama y los cuidados indecibles de nuestros padres, había un elemento esencial que contribuía a mi pronta recuperación: LA VOZ DE ALMERÍA. Aquel periódico de mi infancia que con esa marcada fragancia a tinta aumentaba mi emoción febril por las letras. Mi querida madre me traía la leche y el chocolate Kitín; mi añorado padre me proporcionaba el periódico cada día. Y yo creía estar en el paraíso de los dioses a pesar de la malura, porque nada más podía anhelar un niño de Los Gallardos: mimado en cama y a la vez viajando a todos los rincones de la provincia, y más allá, con las historias de aquellos redactores que endiosaba y que, con el paso de los años y perseverancia, logré conocer y emular.



El inolvidable Manuel Román escribía las crónicas del Almería y nos acercaba los triunfos del Real Madrid, el club que dominaba Europa. Los relatos de sucesos me dejaban boquiabierto, por esas narraciones literarias, esa forma de contar las cosas que hacían de un incidente vulgar un cuento corto de fantasiosa imaginación. No dejo de pensar en las imágenes de las inundaciones de 1973 que leía en el instituto de Vera.



Escribí las primeras crónicas sobre Los Gallardos y la comarca de Vera que me atreví a enviar a la redacción o llamar por teléfono a cobro revertido. Verlas publicadas era algo mágico. Recuerdos que permanecen vivos en la retina, hoy día, con cada desayuno. No puedo evitar mirar mi taza, ahora oscurecida por el café, y aspirarme las páginas de La Voz, ya sin ese olor de antaño. Y así cada día me vienen a la memoria mis padres, mi infancia y todas esas emociones entremezcladas con la actualidad, gracias a una publicación que tanto ha dado a la provincia de Almería. Feliz 80 aniversario para los que están y para otros que lo hicieron posible.



Y a los que no están en este mundo y que dejaron lo mejor de ellos. El medio dio el paso por lo digital. Fueron un ejemplo de la mano de su actual directo de adelantarse en España a lo que es una redacción multimedia. No se huele a tinta. Sí a calor humano y a profesionales que piensan en la inmediantez de las redes sociales, en el sonido y la imagen. Un medio en el que su actual director, Pedro Manuel de la Cruz Alonso y su equipo, ha contribuído muchísimo para que siga sintiendo ese espacio como algo mío, la prolongación del pasillo de mi casa. 



Conocí a grandes profesionales que trabajaron de forma honesta. El añorado fotógrafo Manuel Manzano casi siempre recordaba que el primer trabajo profesional con el que se estrenó en el periódico fue a finales de febrero de 1983 cuando recibimos una llamada en la redacción de LA VOZ DE ALMERÍA, última hora, desde Turre que resultó una tragedia. Manzano se subió inmediatamente a mi primer vehículo, un Seat 850, para llegar de noche a la localidad. Fue justo enfrente de la gasolinera de Cepsa que está a 200 metros de la casa del editor Juan Grima. Falleció Juan Diego Cervantes Balastegui, sepultado entre las dos paredes de una zanja con la que pretendía llevarse el agua de la boquera hasta sus tierras en la Alberquilla. Toneladas de tierra lo dejaron sin vida. Afortunadamente, su hijo Juan Diego, logró salvarse y un empleado quedó medio enterrado, solo con la cabeza fuera de la tierra, y su afortunado rescate tardó varias horas por el trabajo de cirujano que realizaron las máquinas, con potentes focos portátiles, para evitar el peligro de desprenderse la pared. Fue nuestro primer sufrimiento solidario con los vecinos y familiares llenos de pánico. Como diría el maestro de periodistas Ryszard Kapuscinski lo primero que hay que hacer es trasladarse al lugar de los hechos para describir sin contaminación.


La pasión por el periodismo nos puso de nuevo, a la pareja profesional Manzano-Torres, en el camino de un suceso que acabó bien. En marzo de 1984, María Dolores, la secretaria del gobernador civil Tomás Azorín, me llamó para informar del secuestro de una niña de 10 años. Tras cinco días de preocupación de toda la sociedad, la niña fue rescatada por la guardia civil y detenido el pastor de Laujar Andrés Durán quien retuvo y ocultó a la niña por una venganza contra el padre de la pequeña. Recuerdo la primera noche del secuestro cuando recorrimos la sierra de Cacín, junto a varias patrullas de la guardia civil. Era tal el compañerismo y la ilusión por el periodismo que hasta el diseñador del periódico Alfonso Lázaro se nos unió en el trabajo de búsqueda, llevando a primera hora del día siguiente pan de Fondón y embutidos de Canjayar a un cortijo en plena sierra alpujarreña. Fue una experiencia de todo tipo y rodeado de compañeros que eran amigos. Dí las primeras noticias del secuestro para toda España por las ondas desde la redacción cuyo director era Gonzalo Padrón.


En la primavera de 2019 el objetivo sigue en buscar la verdad y contarla. Y no perder la confianza de los lectores que siguen en el papel y llegan en avalancha a las ediciones digitales. Los periodistas siempre estarán para evitar ruidos interesados. La vocación sigue intacta para afrontar nuevas décadas en el decano de la prensa provincial.



Temas relacionados

para ti

en destaque