Cuentan los anales que fue Francisco Fuente ‘Paco el piloto’ quien se inventó lo de ponerle un plástico al bancal en 1963. Puede que no sea del todo riguroso el dato, pero es lo que ha quedado en el acervo popular. De ahí que ahora se cumplan 50 años, medio siglo, de ese legendario y primerizo invernadero que propició la creación de la despensa de Europa. Aquello era una experiencia piloto, de ahí el mote del protagonista, aunque hubo otros nombres que no deberían quedar en el olvido en este ‘invento’ que se convirtió en un auténtico Eldorado meridional: hombres como Bernabé Aguilar, Leandro Pérez de los Cobos, Balanzá, Mendizábal, Juan Antonio Petit. Ellos y el esfuerzo y el sudor de miles de colonos y nativos son los que acuñaron este milagro.
Francisco Fuentes Sánchez (1922-1973), más conocido como Paco 'El piloto', representa a la perfección el ejemplo del hombre que se ha hecho a sí mismo, que con ingenio y trabajo ha superado las adversidades y los retos que la vida le ha puesto en el camino.
Antes de dedicarse por completo a la agricultura en su parcela, desempeñó otros trabajos. Fue pescador en los barcos del Puerto de Roquetas, después trabajó en la huerta de las salinas y estuvo con José Ojeda en 'La Ventilla', donde por el día trabajaba la tierra y por la noche la regaba.
En este periodo ya se había casado con María López Viciana, que siempre permaneció a su lado y apoyó en todo a su marido. Tuvieron tres hijos.
Paco, al que todavía no se le conocía como 'El piloto' sino como 'El viejo' por haber heredado el apodo de su padre, decidió participar en uno de los programas que en 1956 impulsaba el Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA). Le concedieron una parcela en El Parador, la número 24, y aquí nació su sobrenombre definitivo de 'El piloto' ya que en sus nuevas tierras se desarrollarían diferentes pruebas para obtener el mayor rendimiento a los cultivos, es decir, se trataba de una parcela piloto y entonces, pues como Paco 'El piloto' quedó bautizado.
Primero hicieron siembras de experimentación que no terminaron de funcionar como se esperaba: algodón, espárragos, maíz, garbanzos, fresa, claveles y más de doscientas variedades de judías. En una de esas muchas pruebas hicieron unos túneles de cabilla de unos cuarenta centímetros de altura (similar al actual cultivo de la fresa), y se dieron cuenta que las plantas crecían mejor. El IRYDA abandonó el proyecto de la parcela piloto al considerar que habían fracasado en su intento. Entonces Paco se quedó la finca por más de 700.000 pesetas de la época que tuvo que pagar a plazos. El lote incluía la parcela, la vivienda, una vaca, una yegua con carro para transportar los frutos, cerdos, doce gallinas y dos parejas de conejos.
Y a partir de aquí Paco empieza a experimentar, junto con los ingenieros agrónomos Bernabé Aguilar Luque y Leandro Pérez de los Cobos, con plásticos que utilizaban para cubrir los cultivos con el propósito de optimizar las cosechas. El primer intento se lo llevó el viento. Entonces perfeccionaron la aplicación de esta idea. Colocó el plástico en medio de dos tejidos de alambre sobre una estructura de hierro mejor fijadas al suelo. A la tercera fue la vencida. Ocurrió en 1963 con un terreno de cultivo bajo plástico de 500 metros donde sembró judía, pimientos y tomate. Esa cosecha le valió para saldar su deuda con el IRYDA sobre el invernadero anteriormente citado de 500 metros, e instalar otros 1.000 metros más de invernadero.
Un sobrino se sumó a su proyecto y comenzaron a hacer invernaderos para otros agricultores a partir de 1964. Entre los meses de junio a septiembre construían invernaderos y el resto del año producían en sus fincas. Roquetas, Vícar, La Rábita, Níjar, La Mojonera, Campo de Dalías..., veían cómo crecía la idea del invernadero. Le recomendaron patentar el proceso, pero, como recuerda su hijo José Domingo, “mi padre no quiso aprovecharse de la gente del campo que eran familias humildes que querían prosperar trabajando”. Paco 'El piloto' falleció el 2 de abril de 1973 con 51 años. No pudo ver cómo algunas de sus aportaciones propiciaron que Almería, la zona más árida de Europa, se convirtió en la despensa del Viejo Continente y en una de las vanguardias agrícolas más importantes del mundo. A veces la genialidad nace de ideas sencillas que solo unos elegidos son capaces de vislumbrar, Paco 'El piloto' fue uno de estos privilegiados.
Bernabé Aguilar Luque (1927-2009) es también una de esas personas desconocidas para la mayoría, sin cuya aportación la agricultura almeriense sería diferente, o tal vez ni existiría en los términos en que la conocemos.
Se doctoró como Ingeniero Agrónomo en Madrid y, como describió José María Verdejo Lucas para una publicación del Instituto de Estudios Almerienses: “Su primer destino fue en la Delegación Provincial del Instituto Nacional de Colonización (INC) de Almería donde se incorporó en marzo de 1956. En esta Delegación, bajo la dirección de Leandro Pérez de los Cobos y junto a Juan Cuadrado Martínez se le encargó la explotación de las zonas de “interés nacional “de la provincia: Campo de Dalías, Campo de Níjar, El Saltador de Huércal-Overa y el Higueral de Tíjola”.
Junto con sus compañeros Pérez de los Cobos y Cuadrado Martínez desarrollan soluciones que se tornarían imprescindibles para el éxito de cosechas en parcelas baldías hasta entonces. La primera de estas aplicaciones fue el cultivo enarenado que posibilitó sembrar todo tipo de productos hortofrutícolas.
Y en este progreso cualitativo Bernabé Aguilar aportaría su principal contribución al desarrollo del campo almeriense: el cultivo bajo plástico, el germen del actual invernadero de la provincia de Almería.
El primer invernadero en tierras almerienses se instaló en una parcela piloto, la número 24, que gestionaba Francisco Fuentes Sánchez, conocido precisamente como Paco 'El piloto', en el entorno de Roquetas de Mar. Ese fue el primer invernadero de Almería y de aquello se cumplen cincuenta años en 2013, una fecha clave que resulta necesario conmemorar y reivindicar.
Este adelanto técnico conocido como invernadero tipo 'Almería', supuso la máxima optimización de los recursos naturales de la provincia como el sol, y las temperaturas templadas y cálidas en comparación con otras regiones, sobre todo en épocas difíciles para sacar partido a la tierra como el invierno. El éxito del invernadero alcanzó tal magnitud que en un tiempo casi récord el Instituto Nacional de Colonización empezó a expandir este sistema de cultivo intensivo por pueblos de la provincia, especialmente en la zona del Poniente, con condiciones favorables para los colonos que gestionaban las nuevas parcelas.
Bernabé Aguilar continuó durante toda su carrera vinculado a la agricultura almeriense. Investigó las técnicas agrícolas aplicadas en otros países con un alto grado de investigación agrícola como Holanda o Israel. Ostentó el cargo de Jefe Provincial del Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA) hasta que se jubiló en 1990. Se casó con Purificación Arigo en 1960 y tuvieron dos hijos, Isabel y Bernabé.
Bernabé Aguilar Luque posibilitó con la ejecución de sus ideas que miles de familias hayan prosperado gracias a la agricultura y que en la actualidad Almería se erija en la despensa de Europa.
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