Cuando Federico García Lorca fue asesinado entre Víznar y Alfacar no solo falleció el creador de Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba sino que fueron arrancadas de cuajo decenas de historias que ya crecían como enredaderas en la mente del poeta y dramaturgo granadino. Una de ellas hablaba de la amistad entre un joven y un burrito y tenía un desenlace tan árido como la España de la época. Ahora, cuando acaban de cumplirse 81 años de la muerte del genio de Fuente Vaqueros, el director y guionista Juan Francisco Viruega (Almería, 1982) va a intentar capturar en la pantalla la esencia de aquel proyecto en Domesticado, producción que rodará esta semana, durante cuatro jornadas, en el desierto de Tabernas y en el paraje Las Lomillas, en Gádor.
“Hace unos años escuché por la radio una tertulia entre varios historiadores en la que hablaban de los libretos que Lorca dejó esbozados y sin desarrollar antes de la sublevación militar en julio de 1936. Una de las historias que le obsesionaron en sus últimos meses de vida fue un capítulo de la crónica negra española, que al igual que con el crimen pasional de Níjar acontecido en 1928, el autor pensaba convertir en tragedia”, relata Viruega sobre el germen de Domesticado.
La idea del autor de Poeta en Nueva York, según ha podido leer también a Ian Gibson, era llevarlo a escena en una obra de teatro con marionetas. Sin embargo, el desenlace ideado por él y el que se verá en el cine se alejan, pese a compartir el mismo tono amargo. “El espíritu de Domesticado intenta recuperar el objetivo dramatúrgico de Lorca: idear un imaginario visual y sonoro para narrar una historia de amor, amistad, sangre y venganza, explotando los símbolos iconográficos del poeta”, señala en la memoria de producción el responsable de cortometrajes como Postales desde la luna.
Con este proyecto, el cineasta -director del Grado Oficial en Cinematografía y Artes audiovisuales de la Escuela Universitaria TAI, en Madrid, y del Almería Western Film Festival de Tabernas- vuelve a ponerse tras la cámara cuatro años después de su último cortometraje, Solsticio, y mientras está inmerso en la preproducción del que será su primer largometraje, La mar desierta.
Ejercicio de estilo
De hecho, Domesticado quiere ser un ejercicio de estilo antes de afrontar esa esperada ópera prima, que también quiere filmar en similares paisajes de la provincia de Almería. “Ambas historias están ambientadas en la misma época, el comienzo de los años treinta, y comparten un lenguaje estético, ya que vamos a rodar en formato medio (1:1) o cuadrado”, explica.
En esta historia, “con resonancias del oscurantismo y el atraso de comienzos del siglo XX, que pueden encontrarse en la obra de Miguel Delibes, Ramón J. Sender o Camilo José Cela”, Juan Francisco Viruega quiere explorar el “pudor” que existe en la relación entre un padre y un hijo cuando la madre muere. En mitad de un paisaje “desértico y rocoso”, el chaval, al que dará vida el abulense Nacho Sánchez (premio de la Unión de Actores al mejor actor revelación por la obra La piedra oscura), encontrará la amistad en un burrito perdido. Una relación que su progenitor, el granadino Sebastián Haro (15 días contigo, A cambio de nada), no comprenderá y que tendrá un triste desenlace en un entorno marcado por “el hambre y la sequía”.
“Me interesa mucho la relación que se establece entre el padre y el hijo, dos personas a las que el paisaje parece aislar del resto del mundo, del espacio y del tiempo. Vamos a rodar sin diálogos, dándole mucha importancia al sonido ambiente”, detalla.
El reencuentro con un paisaje y un equipo
Con Domesticado, Juan Francisco Viruega regresa a la dirección y se reencuentra con los paisajes de Almería en los que ambientó sus dos últimos cortometrajes, Postales desde la luna (2012) y Solsticio (2013). Pero además, este nuevo rodaje le va a permitir volver a trabajar con un equipo compuesto por gente de la tierra, a excepción de los actores protagonistas y el director de fotografía (el malagueño Alberto Centeno, Biznaga de Plata en el Festival de Málaga por La isla del viento).
Así, los créditos son una perfecta hoja de ruta para conocer el talento del audiovisual almeriense, que ya ha roto las fronteras de la provincia. Entre ellos, Kiko Medina (jefe de producción), Miguel Morales y Noe González (ayudantes de producción), Cristina Serena (ayudante de dirección), Pablo Miralles (segundo ayudante de dirección), Irene Garcés (script), Fernando Contreras (dirección artística), Rafa Alcaraz (ayudante de arte), Pepe de la Rosa (segunda unidad) y Jesús Martín (maquillaje y peluquería).
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