La aventura de F. J. M. G. el pasado fin de semana puede acabar con penas de cárcel y el pago de una importante sanción económica por presuntos delitos de simulación y extorsión. El empresario ejidense de 42 años de edad está acusado de fingir su propio secuestro para ocultar una escapada y obtener un botín de 50.000 euros de un negocio familiar.
La Policía Nacional imputa a F. J. M. G. dos delitos castigados con penas de prisión y, además, ha incorporado a las diligencias entregadas en el juzgado un informe con la valoración de los costes derivados de la investigación del falso rapto, más de 3.000 euros.
El objetivo es que la Fiscalía pueda pedir el ‘pago de la factura’ durante el proceso judicial y, de este modo, restituir a la Administración el dinero perdido por el sumidero de la persecución de delitos inexistentes. No en vano, las investigaciones son complejas y requieren de una importante dedicación de recursos personales y materiales que, además, se detraen de otros casos reales.
La denuncia emitida por dos empleados de F. J. M. G. en la Comisaría Local de El Ejido el pasado sábado movilizó un enorme dispositivo de seguridad. Las conversaciones de WhatsApp del teléfono de su esposa y una fotografía del desaparecido atado con una collar de perro en la parte trasera de un vehículo dotaban la denuncia de veracidad y exigían una intervención de urgencia.
La Policía Nacional activó inmediatamente a su negociador, un agente experto en situaciones de crisis, y desplazó desde Madrid a especialistas de la Sección de Secuestros y Extorsiones de la UDEV Central (Delincuencia Especializada y Violenta).
En una gasolinera La mujer de F. J. M. G. recibió mensajes con amenazas de muerte y la exigencia del pago de 50.000 euros, aunque, en realidad, el secuestro era sólo un teatro. “Estamos perdiendo la paciencia. Si notamos algo raro, te mandamos otra foto, pero sin dedos”, señala uno de los mensajes recogidos. “No más llamadas ... esto no es un juego”, presionaba en sus contactos.
Los agentes iniciaron un rastreo y hallaron el vehículo sospechoso en una ruta entre Almería y Málaga. Primero se detectaron indicios de su presencia en la N340 a la altura de Salobreña (Granada) y luego en la Autovía del Mediterráneo.
Las patrullas siguieron la trayectoria y agentes de paisano situaron el turismo en una estación de servicio en la A7. La operación no era sencilla y los agentes debían medir sus pasos ante la posible presencia de los secuestradores (la denuncia de los presuntos colaboradores, también detenidos, hablaban de ciudadanos rumanos).
Sin embargo, contra todo pronóstico, F. J. M. G. estaba solo, en perfecto estado de salud, sin rastro de torturas ni muestras de excesivo nerviosismo. Según fuentes oficiales, reconoció que trataba de ocultar una escapada de fin de semana.
La Policía Nacional respiró y tomó nota. Ha bautizado la intervención como Operación Aloha, palabra hawaiana utilizada para saludar afectuosamente a una persona, quizás, un nombre inspirado en el encuentro de los agentes y el desaparecido en esa gasolinera de la autovía. Aloha.
Extracto de la conversación por WhatsApp
VÍCTIMA: “¿Cuánto dinero tengo que juntar? No sé cuánto dinero queréis”
FALSO SECUESTRADOR: “50.000 euros”
VÍCTIMA: “¿Te puedo llamar y te explico lo de los 50.000 euros? Porque no los tengo”
FALSO SECUESTRADOR: “No más llamadas... si no, bloqueamos el teléfono. Esto no es un juego ”
VÍCTIMA: "¿Qué? No sé qué me dices”
FALSO SECUESTRADOR: “Estamos perdiendo la paciencia. Si notamos algo raro, te mandamos otra foto, pero sin dedos”
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