Un estudio realizado en tres colegios de Níjar, Campohermoso y San Isidro y en el que se han recogido datos de más de 1.776 escolares de entre 3 a 11 años, revela el preocupante porcentaje de niñas y niños que sufre exceso de peso o, directamente, sobrepeso.
Del total de críos que participó en el informe -que se confeccionó durante los meses de abril y mayo de este año-, el 59,47% (1.055 alumnos) supera en kilos y en índice de grasa corporal lo que los percentiles indican como adecuado para sus respectivas edades.
El estudio, que contó con la autorización de los padres de todos los niños participantes, consistió en medir y pesar a todos los escolares y comparar los datos obtenidos con lo que establecen las tablas de crecimiento por percentiles.
El informe, realizado por el nutricionista Alejandro Nieto Galera y titulado “Obesidad infantil. Comienza en casa”, evidencia que más de un 18% de los niños de tres años que participaron en el estudio pueden considerarse obesos y que un 31,5% de esa misma franja de edad padece sobrepeso; que la cifra de escolares con obesidad va aumentando a medida que se incrementa la edad de los críos (el dato más alto se da a los 10 años, con un 34,5% de estudiantes obesos) y que más del 39% de los críos de 7 años (es la cifra más elevada del estudio) tiene sobrepeso.
El caso más extremo que encontró Nieto Galera durante la realización de su estudio fue el de una niña de 12 años, alumna de sexto de Primaria, que superaba los 90 kilos de peso.
Datos extrapolables
A pesar de que la investigación se ha circunscrito a esos tres colegios -radicados todos ellos en el término municipal de Níjar-, el nutricionista cree que los datos podrían ser extrapolables a la mayor parte de la provincia, puesto que diversos informes indican que la tasa de obesidad es mayor en zonas rurales. En la elaboración de su proyecto, el especialista observó que la mayoría de los niños llevaba en la mochila zumos industriales, bollería y bocadillos traídos de casa. “No vi a ninguno que comiera fruta y eso que vivimos en un entorno en el que se produce una enorme cantidad de fruta y verdura”, explica.
Entre sus recomendaciones para reducir las elevadísimas tasas de sobrepeso en los escolares nijareños, el nutricionista aconsejó a las familias reducir “a cero” el consumo de zumos no naturales, de bollos y de alimentos procesados como salchichas, pizzas, hamburguesas o pizzas. Todos estos alimentos son hiperpalatables: su sabor es extremo ya que, entre otros ingredientes, incorpora grandes cantidades de azúcar, grasa y sal, de fácil enganche para los paladares infantiles.
“Los resultados me sorprendieron hasta a mí. Siempre pensamos que nuestros niños no están ‘gordos’ y estos datos evidencian que no es así. Lo que está claro es que la obesidad infantil comienza en casa, que los niños desayunan fatal en el colegio, que hay una alta tasa de sedentarismo infantil y que el consumo de fruta y verdura entre los niños es muy bajo”, apunta.
En el otro extremo, dice, están las comidas ultraprocesadas que se consumen “casi siempre” acompañadas de un refresco azucarado.
Publicidad agresiva
El especialista señala que la publicidad de productos -él rechaza denominarlos alimentos- insanos en horario infantil es “muy llamativa y fuerte” y alerta de que un niño obeso será un adulto obeso “con mucha probabilidad”.
“No podemos culpar a un niño de su exceso de peso. El ambiente obesogénico al que están sometidos está determinado por los padres y por la industria de la alimentación, ya que un niño no va a comer lo que no coman sus padres”, afirma. López Nieto destaca en su informe la “gran importancia” que tienen en la obesidad infantil los llamados “factores ambientales”.
Estrategias en marcha
En la actualidad, en nuestro país hay medidas políticas en marcha como la estrategia Naos (que promueve la alimentación saludable y la práctica de ejercicio físico para evitar el sobrepeso infantil), el código Paos (de corregulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigidos a menores) o el programa Perseo (que lucha contra la obesidad en el ámbito escolar).
Sin embargo, ninguna de ellas termina de cuajar y aún no se ha logrado invertir la tendencia de prevalencia de la obesidad en niños que se viene detectando en los últimos quince años. “Creo que esto ocurre porque todavía la obesidad infantil se relaciona como una oportunidad de negocio más que como un problema de salud pública”, denuncia López Nieto.
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