Huércal-Overa

Bayra sigue viva 499 años después

Los veratenses suben al Espíritu Santo para recordar a las víctimas del terremoto de 1518

Decenas de personas con traje de época ascendieron al Espíritu Santo.
Decenas de personas con traje de época ascendieron al Espíritu Santo.
Víctor Visiedo
20:35 • 05 nov. 2017

Bajo toneladas de tierra duerme, desde hace casi cinco siglos, una ciudad que fue importante plaza musulmana y estratégico lugar que los cristianos codiciaron durante décadas hasta hacerse con ella: Bayra.




Fue un 9 de noviembre cuando el suelo se estremeció reduciendo a escombros la próspera ciudad. Aquel pueblo construido sobre un cerro, en la frontera entre dos reinos y que apenas 30 años atrás había sido conquistado por Fernando el Católico, sucumbió ante la fuerza de dos terremotos aquella noche de 1518. 150 personas murieron, las viviendas quedaron destrozadas, y solo el aljibe logró mantenerse en pie.




Pero ayer por la mañana, Bayra volvió a la vida. Los veratenses volvieron a caminar sobre su suelo, portando la bandera rojo carmesí, para recordar a sus antepasados que perecieron en aquella fecha histórica que supuso el fin de la vieja Vera. El cerro recobró vida, como si sus ruinas, derrumbadas por la ladera en caótico desorden, volvieran a conformar la alcazaba, murallas y viviendas de aquel siglo XVI para recibir a decenas de personas ataviadas con ropajes de la época. Volvieron la música renacentista y las pavanas. Los romances de ciego y sonetos. La algarabía de una multitud, pero con un respetuoso recuerdo.




Subida al cerro
Por cuarto año consecutivo, veratenses unidos por el grupo de Facebook ‘No eres de Vera si...’ organizan dos subidas al Espíritu Santo en conmemoración del terremoto que asoló la ciudad en 1518. Ayer celebraron una subida diurna, repleta de actividades, y el jueves 9 de noviembre, por la noche, cuando se cumplan 499 años del seísmo, volverán a ascender al hogar de sus antepasados.




El objetivo de estas subidas es rendir merecido homenaje a aquellas 150 personas que murieron en una noche negra de la historia veratense, y que hasta hace cuatro años habían caído en el olvido. 




Ayer, decenas de personas se vistieron las ropas renacentistas y, junto al viejo aljibe, único edificio de la ciudad aún en pie, recitaron poemas, bellos romances, tocaron música y bailaron.




Allí, sobre los restos de la ciudad, Rodrigo de Zárate, un ficticio veratense del siglo XVI, resurgió del pasado para “dar homenaje y dedicar recuerdo a los que perdieron vida y haciendas, aquel martes maldito, del noveno día de noviembre, del año del Señor de mil y quinientos y diez y ocho”.




Tras él, un ciego trovador narró lo acontecido, recitando los bellos versos de un romance: “Las murallas, lienzos, torres,  descompuestas y atronadas. Quebrada la fortaleza.  Las viviendas asoladas, que cerca son de doscientas,  y sus cimientos a flor, que es difícil conocer  de todas su ubicación. Y de las bajas humanas, tragedia sin parangón. ¡Ciento cincuenta se lloran, de toda edad y condición! Sin contar con los lisiados, que el tal desastre causó. Según las crónicas dicen, se subieron del centón”.


Antes de continuar el ascenso para ofrendar flores a las 150 víctimas en la cima del cerro, hubo tiempo para que dos jóvenes bailaran unas pavanas al son de la música de flautas, pitos y panderetas.


Llegado el mediodía, se acallaron las voces, se silenció la música y las pisadas descendieron hasta la nueva ciudad. Bayra volvió a sumirse en su sueño de centurias, esperando la próxima visita de sus vecinos, prevista para el jueves. El próximo año, para el quinto centenario del terremoto, el cerro se convertirá en protagonista del ‘Año de la Cultura’. 


El jueves, solo la luz de 150 antorchas
Este próximo jueves, 9 de noviembre, cuando se cumplan exactamente 499 del terremoto que destruyó la ciudad, los veratenses volverán a subir al cerro. Durante su ascenso, el sendero quedará iluminado por 150 antorchas, una por cada víctima del seísmo. Después, al llegar a la cima, a las 11 de la noche, la imagen del Sagrado Corazón que corona la cima quedará a oscuras en un respetuoso minuto de silencio, justo a la misma hora en la que la tierra tembló sepultando para siempre Bayra.



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