Almería no se encuentra entre las provincias andaluzas con mayor presencia y uso de veneno en el campo. Además, los casos de cebos envenenados mantiene una tendencia a la baja, de forma que en 2017 solo se detectaron 2 posibles envenenamientos, frente a los 23 que se localizaron en 2010. La disminución de los casos ha sido progresiva, de forma que en 2016 ya solo se registraron 3 casos; aunque es cierto que también se redujeron el número de inspecciones, pasando de 50 en 2010 a 21 en 2016.
Los agentes de la Brigada de Investigación de Venenos, dependiente de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, son los encargados de rastrear, detectar y eliminar los cebos con veneno, que suponen un peligro para la fauna silvestre y animales domésticos, sin olvidar los peligros potenciales para la salud de las personas que puede verse afectada por la contaminación de fuentes y arroyos.
A lo largo de 2017 la BIVE ha realizado un total de 22 inspecciones repartidas por varios municipios de la provincia y, de ellas, en sólo dos casos se han levantado cebos sospechosos de contener sustancias envenenadas. Ambas muestras han sido remitidos al Centro de Análisis y Diagnóstico de la Fauna (CAD) para su análisis, esperando actualmente los resultados.
El primero de los casos se detectó al producirse un supuesto envenenamiento de perros en la localidad de Berja y, en el segundo, por la repentina muerte de tórtolas turcas en Turrillas, de lo que los agentes fueron alertados por un vecino.
En Almería, el equipo de la BIVE está formado por diez agentes de Medio Ambiente más un técnico de la Delegación, que coordinan las inspecciones y salidas al campo, estableciendo zonas prioritarias para la inspección, en función de la información remitida por particulares, cazadores u otros colectivos.
Ante la llamada de algún alertante por la presencia de cebos o animales muertos en extrañas circunstancias, los agentes de la BIVE se desplazan al lugar a inspeccionar la zona, realizando una inspección ocular del entorno y de la disposición que presentan los cadáveres, ya que la formación recibida les permite discriminar envenenamientos de otras causas de muerte.
Cierre del coto
Si del análisis de la zona se determina la presencia de cebos o animales supuestamente envenenados, los agentes hacen un levantamiento de los cadáveres, cebos y restos, preservando siempre la cadena de custodia, y se remiten muestras al laboratorio de referencia. En caso de que se detecte la presencia de veneno en un coto de caza, podría dar lugar a la suspensión temporal del coto o de parte de él, para prevenir episodios de envenenamiento posteriores o la afección a especies protegidas y cinegéticas, todo ello, independientemente de las sanciones que pudieran recaer en los responsables del uso del veneno. De hecho, el uso de cebos envenenados está tipificado como delito y es una infracción administrativa que puede acarrear una multa que puede ir desde 60.000 hasta 300.000 euros.
Como medida preventiva ante el hallazgo de cualquier animal encontrado muerto en extrañas circunstancias, desde Medio Ambiente se recomienda la puesta en conocimiento a los agentes o llamar al número de emergencias 112 y, por supuesto, no tocar ni mover nunca el animal del lugar donde se haya encontrado.
Nueva estrategia
Aunque el plan andaluz contra el uso de cebos envenenados ha logrado reducir en 50% esta práctica ilegal, la Consejería está elaborando una nueva estrategia para erradicar el uso del veneno. El nuevo documento prevé incrementar la Unidad Canina Especializada contra el veneno y sus acciones. En cuanto a la persecución del delito se intensificará la vigilancia, investigación y la coordinación con el Seprona, y se mejorará la interacción con los órganos judiciales.
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