‘La Almunya del Sur’ es un jardín botánico creado por dos jóvenes emprendedores almerienses, amantes de las plantas y de la naturaleza, que han hecho de este espacio único, situado en medio de los invernaderos de El Ejido, su lugar de trabajo y su medio de vida.
Si bien fue hace una década cuando este proyecto verde comenzó a ver la luz, no fue hasta hace dos años cuando sus impulsores, Manuel Sánchez y Carlos Collado, decidieron abrir al público las puertas de este paraíso terrenal ubicado en el núcleo de Tarambana. Como explica Manu, “nos hemos ido dando a conocer poco a poco, a lo largo de este verano nos han visitado ya unas 2.000 personas y desde que empezamos esta andadura unas 20.000”.
Así, durante el recorrido de este punto turístico, los visitantes pueden ver in-situ la gran diversidad vegetal con la que cuenta este jardín que, en la actualidad, alberga 1.500 variedades de plantas procedentes de los cinco continentes entre estanques, albercas, acequias y senderos a lo largo de sus 2.500 metros cuadrados de extensión.
Plantas exóticas
Entre las especies que crecen y se cultivan en él, destacan plantas tan poco comunes como el cedro Himalaya, macasar, plantas autóctonas protegidas, árboles frutales, plantas aromáticas o las exóticas como palmáceas, bambúes, cactáceas y suculentas. Asimismo, hay un espacio dedicado a las hortalizas más tradicionales de cualquier huerto como son las habas, guisantes, calabazas, lechugas o coles.
Además, el jardín ha recibido visitas de turistas de otros países, como Alemania, Francia o Reino Unido, así como procedentes de diferentes puntos del panorama español. “Todos los que vienen se sorprenden de que un jardín de estas características esté ubicado en medio de El Ejido ya que la mayoría lo considera una zona casi desértica”, subraya Manu Sánchez.
Biodiversidad
El objetivo que persiguen sus precursores con la apertura al público de estas instalaciones es el de “fomentar y divulgar el mundo botánico, estudiar la asociación entre las diferentes plantas y ver cómo se comportan para facilitar la no utilización de productos químicos”, detalla.
Y es que tanto Manu como Carlos han conseguido que ‘La Almunya del Sur’ tenga un ecosistema particular muy respetuoso con el medio ambiente. “En los estanques tenemos ranas para que acaben con los mosquitos y la disposición de las plantas está hecha para conseguir el mayor ahorro posible, así como para trabajar codo con codo con la lucha biológica”. En esta línea, este jardín trata de aprovechar al máximo los recursos naturales disponibles. Una biodiversidad que ha favorecido el equilibrio en el proceso de mantenimiento gracias a la optimización de los caudales hídricos o el aprovechamiento de los restos de poda para el abonado y nutrientes del suelo, lo que ha generado la llegada de insectos, anfibios o distintas especies de mariposas que están siendo, hoy por hoy, objeto de estudio por parte de investigadores en esta materia.
En cuanto al recorrido, que tiene una duración de dos horas aproximadamente, comprende varios espacios entrelazados por una red de senderos que envuelve al visitante en un mar de experiencias sensoriales. “Lo más importante son los beneficios para la salud que aporta el jardín, hay quienes vienen a leer un libro, a relajarse, a desconectar del trabajo, de la rutina, de los problemas en general o a disfrutar del paisaje”.
Sostenibilidad
La explotación cuenta también con varios espacios para poder sentarse y disfrutar de las vistas, así como un rincón donde ofrecen conciertos cada fin de semana en verano.
Para Manu y Carlos lo más importante es que el visitante capte la esencia del jardín botánico, es decir, que sepa que ‘La Almunya del Sur’ promueve valores de respeto al medioambiente y genera una concienciación social cuya finalidad es la de ganar en salud y sostenibilidad.
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