Marta Rubí
12:05 • 04 sept. 2011
Casi como una voz que salía del interior. Así describe Paco Álvarez la fuerza que le movía a actuar como lo hizo durante las tres horas que duró la espera desde que avistaron la patera a la deriva con nueve inmigrantes hasta que llegó la Guardia Civil y, poco después, Salvamento Marítimo.
Camino de una regata.
Los tripulantes del Marobe eran los encargados de transportar el velero hasta Melilla para participar en una competición junto a otros deportistas. “De hecho, íbamos a entrenar al día siguiente, pero no hizo falta; ya habíamos entrenado suficiente”, dice el armador, Salvador Piquer.
Las maniobras.
El esfuerzo físico fue enorme para Paco Álvarez y José Manuel Lechuga, que nunca habían navegado hasta perder de vista la costa. Cristina Campos los guiaba para que la patera se mantuviera siempre a barlovento “para que el fuerte viento los trajera hacia nosotros, no los alejara”.
Sin comer ni beber.
La solidaridad con los inmigrantes hizo que en ese tiempo no bebieran ni comieran nada, “para que no nos vieran”. “Sabíamos que no podíamos darles nada, que se pondrían nerviosos, volcarían, se ahogarían”, cuenta Paco. Tampoco se atrevían a hacerles fotos “como si fueran leones”, por lo que las imágenes que guardan son más bien de Salvamento; además existía una enorme dificultad para encuadrar la embarcación con olas de tres metros.
Guardia Civil y Salvamento.
Coinciden los cuatro almerienses en que les impresionó el trabajo de la Guardia Civil y Salvamento Marítimo: “Primero un helicóptero (“que supimos que era de Málaga”) y después un avión estuvieron permanentemente dando vueltas sobre la patera; aunque nos dijeron que nosotros no nos fuéramos porque podíamos dar coordenadas marítimas”, dice Paco. Cristina insiste varias veces en que es muy importante reconocer la labor que hicieron las fuerzas de seguridad y del trato que tuvieron con los inmigrantes al encontrarlos.
La inconsciencia de los pesqueros.
Los ocupantes de la patera explicaron que llevan cinco días a la deriva. “Aunque es imposible sobrevivir cinco días con ese sol, sin agua, comida”, dice Cristina. Y aunque se trata de conjeturas, la patrona, que ya ha tenido otra experiencia en este sentido, cree que la patera fue remolcada hasta las cercanías de la costa almeriense “y arrastrada luego por el temporal hasta allí”. “A remo no habían llegado”, dice Salvador, en referencia a que no llevaban motor. Por eso, la almeriense alerta de la “inconsciencia” de los pesqueros que remolcan a los inmigrantes y los abandonan. “¡Cuántos habrán muerto y no nos hemos enterado!”.
Camino de una regata.
Los tripulantes del Marobe eran los encargados de transportar el velero hasta Melilla para participar en una competición junto a otros deportistas. “De hecho, íbamos a entrenar al día siguiente, pero no hizo falta; ya habíamos entrenado suficiente”, dice el armador, Salvador Piquer.
Las maniobras.
El esfuerzo físico fue enorme para Paco Álvarez y José Manuel Lechuga, que nunca habían navegado hasta perder de vista la costa. Cristina Campos los guiaba para que la patera se mantuviera siempre a barlovento “para que el fuerte viento los trajera hacia nosotros, no los alejara”.
Sin comer ni beber.
La solidaridad con los inmigrantes hizo que en ese tiempo no bebieran ni comieran nada, “para que no nos vieran”. “Sabíamos que no podíamos darles nada, que se pondrían nerviosos, volcarían, se ahogarían”, cuenta Paco. Tampoco se atrevían a hacerles fotos “como si fueran leones”, por lo que las imágenes que guardan son más bien de Salvamento; además existía una enorme dificultad para encuadrar la embarcación con olas de tres metros.
Guardia Civil y Salvamento.
Coinciden los cuatro almerienses en que les impresionó el trabajo de la Guardia Civil y Salvamento Marítimo: “Primero un helicóptero (“que supimos que era de Málaga”) y después un avión estuvieron permanentemente dando vueltas sobre la patera; aunque nos dijeron que nosotros no nos fuéramos porque podíamos dar coordenadas marítimas”, dice Paco. Cristina insiste varias veces en que es muy importante reconocer la labor que hicieron las fuerzas de seguridad y del trato que tuvieron con los inmigrantes al encontrarlos.
La inconsciencia de los pesqueros.
Los ocupantes de la patera explicaron que llevan cinco días a la deriva. “Aunque es imposible sobrevivir cinco días con ese sol, sin agua, comida”, dice Cristina. Y aunque se trata de conjeturas, la patrona, que ya ha tenido otra experiencia en este sentido, cree que la patera fue remolcada hasta las cercanías de la costa almeriense “y arrastrada luego por el temporal hasta allí”. “A remo no habían llegado”, dice Salvador, en referencia a que no llevaban motor. Por eso, la almeriense alerta de la “inconsciencia” de los pesqueros que remolcan a los inmigrantes y los abandonan. “¡Cuántos habrán muerto y no nos hemos enterado!”.
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