El Juzgado de Instrucción número Seis de Almería tomó declaración la mañana del viernes a los testigos protegidos de la denominada Operación Cacique contra una presunta trama criminal dedicada a la explotación sexual de mujeres. Los testigos ratifican el grueso de las acusaciones vertidas contra los detenidos, que sirvieron a los agentes de la UCRIF de la Policía Nacional para desarrollar sus actuaciones en un local en el municipio de Vícar.
Los cinco detenidos están acusados de los presuntos delitos de pertenencia a banda criminal, trata de seres humanos con fines de explotación sexual, contra los derechos de los trabajadores y relativos a la prostitución. Cuatro de ellos ingresaron en prisión provisional por orden de la titular del Juzgado de Instrucción número Seis de Almería, la magistrada Almudena Nadal.
En el registro del inmueble, los agentes de la Policía Nacional hallaron “a 22 mujeres sometidas a ejercer la prostitución”. Además, en el lugar había entre 35 y 40 varones, según fuentes de la investigación consultadas por LA VOZ DE ALMERÍA.
Indicios de delito
La magistrada observa indicios de presuntos delitos en las labores de cuatro personas señaladas por los testigos protegidos y por las propias diligencias de investigación desarrolladas por la UCRIF de la Policía Nacional. La investigación asegura que los arrestados usaban técnicas para retener a las mujeres y lucrarse de su explotación sexual.
“Ante la negativa de alguna de ellas, no dudaban en utilizar el vudú o magia negra para conseguir su propósito, amedrentando a sus víctimas, y de no surtir efecto lo anterior, recurrían a multas coactivas de 50 euros por el incumplimiento”, señalan fuentes oficiales de la Comisaría Provincial de Almería en una nota. “Las mujeres quedaban encerradas en el interior de las habitaciones hasta el día siguiente, cuando uno de los detenidos les volvía a conceder la libertad abriendo la cerradura o candado con el que contaban las habitaciones.
Un comunicado a los medios lanzado presuntamente por otras mujeres del club negó la existencia de una red de trata. “No somos esclavas sexuales sino trabajadoras sexuales que hemos venido de todos los puntos de España y de fuera por medios propios y libremente después de pedir plaza para ejercer en un espacio protegido y seguro como lo es este bar”. “Sabemos lo que es el proxenetismo, pero esto no era lo que ocurría en el Club Miguel. Se podía ir y venir cuando una quería. No había maltrato ni estábamos encerradas ni nadie nos retenía”, añadieron.
La versión contrasta con las declaraciones realizadas por varios testigos protegidos de la Operación Cacique, cuyo testimonio aparece en las diligencias policiales y se mantuvieron en el Juzgado de Instrucción número Seis de Almería.
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